PREGUNTAS Y RESPUESTAS

¿CÓMO HACER ORACIÓN EN CASA?

1.- Escoger el momento. Incluido en tu plan de vida. 
2.- Mejor a una hora fija, en el mismo lugar. 
3.- Una imagen. 
4.- Cierra la puerta de tus ojos y oídos y entra en el santuario de tu corazón en donde te encuentras con el Padre y el Hijo a través del Espíritu Santo. 4.- Comenzar con la señal de la Cruz, pedir luz al Espíritu Santo. 
5.- Es bueno alabar y agradecer a Dios durante algún tiempo al empezar la oración personal. ¡Donde hay alabanza allí está Dios! Entra en Su presencia con alabanza y agradecimiento. Haz mucha alabanza y agradecimiento durante tu oración. Las alabanzas te mantendrán alejado de distracciones y vínculos que provienen del maligno.
6.- Pídele perdón procurando experimentar el compasivo y misericordioso Corazón de Jesús desde donde el Agua Viva fluye a tu corazón lavándote, purificándote y dándote un corazón nuevo (Ez 36:26). Después de recibir Su perdón y después de haberte reconciliado con Dios y habiendo perdonado todo, tienes que otra vez dar gracias y alabar a Dios por Su bondad contigo. Perdona a cada uno y reconcíliate con todos en tu corazón (Mc. 11:25). 
7.- Dedica un tiempo pidiéndole al Señor que te cure de tus heridas del corazón, las pasadas y las presentes. Llévale al Señor todos los recuerdos que te hieren y cúrate a través de las heridas de Cristo. Por sus heridas hemos sido curados (I Ped 2:24). Presenta tus sentimientos heridos, tus sentimientos de rechazo, desamor, temor, ansiedad, complejo de la inferioridad, etc. delante de las heridas del Señor y reclama tu curación del corazón. Preséntale las cicatrices de tus pecados pasados, culpa, tristeza, etc. y obtén una profunda paz y alegría en tu interior. En este momento precioso de gracia libérate de todos los malos hábitos y deseos de la carne para que durante el día no seas conquistado por el pecado. Oirás a Jesús decir en tu corazón, “Te basta Mi gracia” (II Cor 12:9). Durante este tiempo puedes pedir también tus propias curaciones físicas si ése fuese el caso. 8.- Después de haber obtenido una vida nueva en Jesús a través del arrepentimiento y la curación interior entrega todo tu ser al Señor, tu corazón, tu mente, y cada parte de tu cuerpo, tus planes, tus deseos, tu trabajo, tu dinero, tus programas, tu viaje, tus relaciones, etc. (Rom 6: 12-19). 
9.- Entra en una amistad personal con El. Aquí puedes contarle lo que quieras como un hermano o un amigo.
Establece intimidad con el Señor en tu corazón. Durante este tiempo puedes tomar decisiones con el Señor para ese día, para que todo lo que hagas sea según Su voluntad y plan. 
10.- Reza a tu ángel de la guarda una breve oración para que te ayude en los propósitos y termina con un Ave María, haciendo la señal de la Cruz.
𝐎𝐑𝐀𝐑 por una persona que nos hace sufrir puede ser, la mayoría de las veces, una tarea difícil, pero… ¿𝐘 𝐬𝐢 𝐚 𝐞𝐬𝐚 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐡𝐢𝐳𝐨 𝐦𝐚𝐥 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐞 𝐨𝐜𝐮𝐫𝐫𝐞 𝐞𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐬 𝐚𝐬𝐢́ 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐣𝐚𝐦𝐚́𝐬 𝐧𝐚𝐝𝐢𝐞 𝐫𝐞𝐳𝐨́ 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥𝐥𝐚?
Nos puede resultar tremendamente complicado controlar nuestros sentimientos hacia aquellas personas que nos dañan, pero sí podemos controlar nuestro comportamiento hacia ellas. Jesucristo nos pide rogar por aquellos que nos odian y persiguen. Él nos pide un comportamiento, una actitud, 𝐍𝐎 𝐮𝐧 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨.
Jesucristo no nos pide que pretendamos ver que las malas personas no lo son -si realmente lo son- ni que tengamos que sentirnos bien con ese tipo de personas, ni que no sintamos hacia ellas, sino que nos comportemos bien con ellas.
𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐚 𝐥𝐨𝐬 𝐞𝐧𝐞𝐦𝐢𝐠𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐛𝐞 𝐬𝐞𝐫 𝐮𝐧 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐞𝐥𝐞𝐜𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐲 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐫𝐨𝐦𝐢𝐬𝐨. Dios no nos ordena un sentimiento, sino que nos hace experimentar su amor. Y de aquí, como respuesta, debe brotar también en nosotros el amor. Quien va hacia Dios no se aleja de las personas, sino que se acerca más a ellas, incluso de aquellas que nos hacen daño. Nuestro primer acercamiento a los que nos hacen daño debe ser rezar por ellos. Al pedirnos Jesucristo con insistencia el amor al enemigo es porque solo así es posible conducir una vida en plenitud de paz y de sentido. El que guarda dentro de sí algo contra alguien no consigue, por más que lo pretenda, sentirse reconciliado ni con el hermano, ni con Dios, ni consigo mismo.

¿𝐋𝐀 “𝐎𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎́𝐍 𝐃𝐄 𝐏𝐑𝐎𝐓𝐄𝐂𝐂𝐈𝐎́𝐍 𝐃𝐄 𝐈𝐍𝐕𝐈𝐒𝐈𝐁𝐈𝐋𝐈𝐃𝐀𝐃 𝐅𝐑𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐀 𝐍𝐔𝐄𝐒𝐓𝐑𝐎𝐒 𝐄𝐍𝐄𝐌𝐈𝐆𝐎𝐒 ” 𝐐𝐔𝐄 𝐑𝐄𝐙Ó 𝐉𝐔𝐀𝐍 𝐏𝐀𝐁𝐋𝐎 𝐈𝐈 𝐘 𝐋𝐄 𝐒𝐀𝐋𝐕Ó 𝐋𝐀 𝐕𝐈𝐃𝐀?

Durante la invasión de Polonia por el ejército alemán, numerosas imágenes y objetos religiosos fueron sacados por polacos de las iglesias y salvados de la destrucción que, tras rezar “la oración de protección de invisibilidad frente a nuestro enemigos”, pudieron hacerlo sin ser vistos.
¿𝐅𝐮𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐚 𝐨𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐥𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐊𝐚𝐫𝐨𝐥 𝐖𝐨𝐣𝐭𝐲𝐥𝐚 𝐫𝐞𝐳𝐨́ 𝐲 𝐧𝐨 𝐟𝐮𝐞 𝐯𝐢𝐬𝐭𝐨 𝐝𝐮𝐫𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐫𝐞𝐝𝐚𝐝𝐚 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐜𝐚𝐬𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐫𝐞𝐬𝐢𝐝𝐢́𝐚?
Tras la muerte repentina de su padre, Karol comparte piso con el matrimonio Kotlarczyk. Es la señora Kotalrzyzk la que da testimonio de cómo Karol se arrodilla y reza durante la redada.
«El 6 de agosto [de 1944], llamado “Domingo Negro”, el mando alemán temeroso de una sublevación en Cracovia, llevó a cabo una gigantesca redada en toda la ciudad. Al menos ocho mil hombres y muchachos fueron detenidos. A algunos los pusieron en libertad más adelante, otros fueron a parar a prisiones y campos de concentración.
La redada nazi alcanzó Dębniki y la calle Tyniecka, donde soldados y policías invadieron las casas para apresar a los hombres y meterlos en camiones con toldo a fin de que se los llevaran. Karol [Wojtyla] y los Kotlarczyk estaban en casa cuando los alemanes llegaron a la calle Tyniecka, y la señora Kotlarczyk suplicó a Karol y a su marido que se escondieran entre los arbustos del jardín.
“Pero -recordó- mis súplicas fueron inútiles. Karol se arrodilló y se puso a rezar. Finalmente, los alemanes irrumpieron en nuestra casa, que tenía dos pisos. Tuvimos que abrir las habitaciones de arriba… No sé cómo sucedió, pero no entraron en nuestros alojamientos del sótano. Karol siguió arrodillado y rezando, mi marido permaneció sentado ante la mesa, sin moverse”».
(“𝐸𝑙 𝑃𝑎𝑝𝑎 𝐽𝑢𝑎𝑛 𝑃𝑎𝑏𝑙𝑜 𝐼𝐼. 𝐿𝑎 𝑏𝑖𝑜𝑔𝑟𝑎𝑓𝑖́𝑎”. 𝑃𝑜𝑟 𝑇𝑎𝑑 𝑆𝑧𝑢𝑙𝑐. 𝐸𝑑𝑖𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎𝑙 𝑀𝑎𝑟𝑡𝑖𝑛𝑒𝑧 𝑅𝑜𝑐𝑎)

“𝐎𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎́𝐍 𝐃𝐄 𝐏𝐑𝐎𝐓𝐄𝐂𝐂𝐈𝐎́𝐍 𝐃𝐄 𝐈𝐍𝐕𝐈𝐒𝐈𝐁𝐈𝐋𝐈𝐃𝐀𝐃 𝐅𝐑𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐀 𝐍𝐔𝐄𝐒𝐓𝐑𝐎𝐒 𝐄𝐍𝐄𝐌𝐈𝐆𝐎𝐒 ”
En el nombre de Dios, de la Santísima Trinidad, del Padre, del Hijo Unigénito y del Espíritu Santo. Apártense espíritus malignos para que no puedan ver ni oír nuestras actividades o nuestros planes y para que no puedan engañarnos, ni perseguirnos,
ni interferir en nuestros planes y proyectos o causar confusión en nuestros esfuerzos por servir a Dios.
El Señor Nuestro Dios les ordena que se aparten y nunca vuelvan.
¡Oh Señor Santísimo y Todopoderoso haznos invisibles a nuestros enemigos!
Amén.