MORAL

QUÉ ES LA ESPECIE MORAL ÍNFIMA?

Tenemos la obligación de confesar nuestros pecados graves en su especie ínfima. Es decir, debemos hacer una distinción específica de los pecados por su especie o naturaleza. Por ejemplo: los pecados se oponen a diversas virtudes y, aquellos que se oponen a la misma virtud, pueden ser, por ejemplo, por exceso o por defecto (contra la virtud de la esperanza, la presunción o la soberbia). Debemos confesar nuestros pecados de tal manera que no admita inferiores subdivisiones en especies distintas. Por ejemplo: No hay que decir tan solo: me acuso de un pecado contra la caridad. Hay que especificar si fue de pensamiento, deseo, obra, omisión. Especificando las circunstancias que pueden modificar su especie. Por ejemplo: He faltado a Misa por ser domingo o He faltado a Misa un día de diario, siendo la penitencia que se me impuso en la última confesión y que acepté que podía cumplir. Además, hay que confesar el número de veces que se ha cometido. Código derecho canónico 988.1. “El fiel está obligado a confesar según su especie y número todos los pecados graves cometidos después del bautismo y aún no perdonados directamente por la potestad de las llaves de la Iglesia ni acusados en confesión individual, de los cuales tenga conciencia después de un examen diligente”.

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

FALSAS CONCEPCIONES SOBRE LA MORAL.

ESCUELAS MORALES ERRÓNEAS.
“Veritatis Splendor”, en el nº 82: “La doctrina del objeto, como fuente de la moralidad, representa una explicación auténtica de la moral bíblica de la Alianza y de los Mandamientos, de la caridad y de las virtudes”. Según esto, el “objeto” es la “fuente” principal en la valoración ética de una acción. Frente al “fin” y las “circunstancias”, lo que verdaderamente decide la bondad o malicia de una acción es el “objeto”. Y cuando el “objeto” es intrínsecamente malo, ni el “fin” ni las “circunstancias” lo justifican.
Hay varias concepciones sobre la moral que se separan de esta doctrina y que, por tanto, son erróneas e inducen al error:
MORAL DE ACTITUDES: Doctrina de la “opción fundamental”. Según esta concepción de la moral, los actos morales no son buenos ni malos, sino en la medida en que responden a la “opción fundamental” previamente asumida. Juan Pablo II en la “Veritatis Splendor” (nº 67) dice: “Cuando la opción fundamental no va acompañada de actos singulares buenos, se reduce a “buenas intenciones”. La Teología Moral enseña que la bondad o malicia del actuar del hombre responde a actos singulares y no a las disposiciones internas, aunque hayan sido asumidas “fundamentalmente”. La opción fundamental puede ser anulada por un solo acto singular.
MORAL QUE RECHAZA DIVISIÓN DE PECADOS EN MORTALES Y VENIALES: Esta concepción errónea de la moral se basa en que es muy difícil que una persona cometa un pecado mortal, por lo cual se propone una nueva división: veniales graves y veniales mortales. Los últimos sólo sucederían cuando el acto malo se une a una opción fundamental mala. En los demás casos, se trataría sólo de pecados graves, que no romperían la unión con Dios ni dañarían la “vida en Cristo”. La Exhortación Apostólica “Reconciliación y penitencia” (cf. nº 17) y la “Veritatis Splendor” (nº 69-70), enseñan que “se comete un pecado mortal cuando el hombre, sabiéndolo y queriéndolo elige, por el motivo que sea, algo gravemente desordenado”.
MORAL QUE DESPRECIA LA LEY NATURAL: Esta concepción errónea de la moral, sobrevalora la conciencia por encima de la norma, despreciando la ley natural y, con ello, la existencia de una ley objetiva y universal. De todo ello concluyen que no existe nada que sea “intrínsecamente malo”, puesto que, en el fondo, todo puede ser justificado por el fin o por las circunstancias. La “Veritatis splendor” (nº 67, 78-82) y la “Evangelium Vitae” afirman: “Ninguna circunstancia, ninguna finalidad, ninguna ley del mundo podrá jamás hacer lícito un acto que es intrínsecamente ilícito, por ser contrario a la ley de Dios, escrita en el corazón de cada hombre, reconocible por la misma razón y proclamada por la Iglesia” (nº 62). En realidad, negar que existen actos reprobables en sí mismos, es minar en su base la vida moral. La negación de actos intrínsecamente malos es el primer golpe que provoca un deslizamiento de la moral hacia un relativismo ético imparable.

LA TENDENCIA HOMOSEXUAL

𝐋𝐚 𝐝𝐨𝐜𝐭𝐫𝐢𝐧𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐈𝐠𝐥𝐞𝐬𝐢𝐚 𝐞𝐧𝐬𝐞𝐧̃𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐓𝐄𝐍𝐃𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀 𝐇𝐎𝐌𝐎𝐒𝐄𝐗𝐔𝐀𝐋, 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘰𝘯𝘥𝘦 𝘢 𝘧𝘢𝘤𝘵𝘰𝘳𝘦𝘴 𝘯𝘰 𝘷𝘰𝘭𝘶𝘯𝘵𝘢𝘳𝘪𝘰𝘴, 𝘴𝘦 𝘴𝘶𝘦𝘭𝘦𝘯 𝘷𝘦𝘳𝘪𝘧𝘪𝘤𝘢𝘳 𝘮𝘶𝘤𝘩𝘰𝘴 𝘦𝘲𝘶𝘪́𝘷𝘰𝘤𝘰𝘴. 𝘍𝘶𝘯𝘥𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘢𝘭𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘩𝘢𝘺 𝘲𝘶𝘦 𝘥𝘦𝘤𝘪𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘔𝘐𝘌𝘕𝘛𝘙𝘈𝘚 𝘕𝘖 𝘚𝘌𝘈 𝘊𝘖𝘕𝘚𝘌𝘕𝘛𝘐𝘋𝘈 𝘯𝘰 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘵𝘪𝘵𝘶𝘺𝘦 𝘱𝘦𝘤𝘢𝘥𝘰 𝘢𝘭𝘨𝘶𝘯𝘰, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘢𝘭 𝘮𝘪𝘴𝘮𝘰 𝘵𝘪𝘦𝘮𝘱𝘰, 𝘵𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯 𝘩𝘢𝘺 𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘧𝘪𝘳𝘮𝘢𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘮𝘪𝘴𝘮𝘢, 𝘱𝘰𝘳 𝘛𝘌𝘕𝘋𝘌𝘙 𝘊𝘖𝘔𝘖 𝘍𝘐𝘕 𝘈 𝘜𝘕 𝘈𝘊𝘛𝘖 𝘋𝘌𝘚𝘖𝘙𝘋𝘌𝘕𝘈𝘋𝘖, 𝘦𝘴 𝘶𝘯 𝘥𝘦𝘴𝘰𝘳𝘥𝘦𝘯.
 
𝘢) 𝘗𝘶𝘦𝘥𝘦 𝘯𝘰 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘵𝘪𝘵𝘶𝘪𝘳 𝘱𝘦𝘤𝘢𝘥𝘰:
“𝘜𝘯 𝘯𝘶́𝘮𝘦𝘳𝘰 𝘢𝘱𝘳𝘦𝘤𝘪𝘢𝘣𝘭𝘦 𝘥𝘦 𝘩𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦𝘴 𝘺 𝘮𝘶𝘫𝘦𝘳𝘦𝘴 𝘱𝘳𝘦𝘴𝘦𝘯𝘵𝘢𝘯 𝘵𝘦𝘯𝘥𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢𝘴 𝘩𝘰𝘮𝘰𝘴𝘦𝘹𝘶𝘢𝘭𝘦𝘴 𝘪𝘯𝘴𝘵𝘪𝘯𝘵𝘪𝘷𝘢𝘴. 𝘕𝘰 𝘦𝘭𝘪𝘨𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘤𝘰𝘯𝘥𝘪𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘩𝘰𝘮𝘰𝘴𝘦𝘹𝘶𝘢𝘭; 𝘦́𝘴𝘵𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘵𝘪𝘵𝘶𝘺𝘦 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘭𝘢 𝘮𝘢𝘺𝘰𝘳𝘪́𝘢 𝘥𝘦 𝘦𝘭𝘭𝘰𝘴 𝘶𝘯𝘢 𝘢𝘶𝘵𝘦́𝘯𝘵𝘪𝘤𝘢 𝘱𝘳𝘶𝘦𝘣𝘢” (𝘊𝘢𝘵𝘦𝘤𝘪𝘴𝘮𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘐𝘨𝘭𝘦𝘴𝘪𝘢 𝘊𝘢𝘵𝘰́𝘭𝘪𝘤𝘢, 𝘯º 2358).
𝘣) 𝘗𝘦𝘳𝘰 𝘦𝘴 𝘰𝘣𝘫𝘦𝘵𝘪𝘷𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘰𝘳𝘥𝘦𝘯𝘢𝘥𝘢:
“𝘓𝘈 𝘗𝘈𝘙𝘛𝘐𝘊𝘜𝘓𝘈𝘙 𝘐𝘕𝘊𝘓𝘐𝘕𝘈𝘊𝘐𝘖́𝘕 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢 𝘩𝘰𝘮𝘰𝘴𝘦𝘹𝘶𝘢𝘭, 𝘢𝘶𝘯𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘯 𝘴𝘪́ 𝘯𝘰 𝘴𝘦𝘢 𝘱𝘦𝘤𝘢𝘥𝘰, 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘵𝘪𝘵𝘶𝘺𝘦 𝘴𝘪𝘯 𝘦𝘮𝘣𝘢𝘳𝘨𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘵𝘦𝘯𝘥𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢, 𝘮𝘢́𝘴 𝘰 𝘮𝘦𝘯𝘰𝘴 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘵𝘦, 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘢 𝘶𝘯 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘰𝘳𝘵𝘢𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘪𝘯𝘵𝘳𝘪́𝘯𝘴𝘦𝘤𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘮𝘢𝘭𝘰 𝘥𝘦𝘴𝘥𝘦 𝘦𝘭 𝘱𝘶𝘯𝘵𝘰 𝘥𝘦 𝘷𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘮𝘰𝘳𝘢𝘭.
𝘗𝘰𝘳 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘮𝘰𝘵𝘪𝘷𝘰 𝘓𝘈 𝘐𝘕𝘊𝘓𝘐𝘕𝘈𝘊𝘐𝘖́𝘕 𝘮𝘪𝘴𝘮𝘢 𝘥𝘦𝘣𝘦 𝘴𝘦𝘳 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘪𝘥𝘦𝘳𝘢𝘥𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘰𝘣𝘫𝘦𝘵𝘪𝘷𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘰𝘳𝘥𝘦𝘯𝘢𝘥𝘢”
(𝘊𝘢𝘳𝘵𝘢 𝘢 𝘭𝘰𝘴 𝘖𝘣𝘪𝘴𝘱𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘐𝘨𝘭𝘦𝘴𝘪𝘢 𝘊𝘢𝘵𝘰́𝘭𝘪𝘤𝘢 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘭𝘢 𝘢𝘵𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘱𝘢𝘴𝘵𝘰𝘳𝘢𝘴 𝘢 𝘭𝘢𝘴 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢𝘴 𝘩𝘰𝘮𝘰𝘴𝘦𝘹𝘶𝘢𝘭𝘦𝘴, 𝘯º3).
𝘤) 𝘊𝘰𝘯𝘴𝘦𝘤𝘶𝘦𝘯𝘵𝘦𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘴 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢𝘴 𝘌𝘚𝘛𝘈́𝘕 𝘓𝘓𝘈𝘔𝘈𝘋𝘈𝘚 𝘈 𝘝𝘐𝘝𝘐𝘙 𝘓𝘈 𝘊𝘈𝘚𝘛𝘐𝘋𝘈𝘋 𝘋𝘌 𝘔𝘖𝘋𝘖 𝘛𝘖𝘛𝘈𝘓 𝘺 𝘶𝘯𝘪𝘳 𝘦𝘭 𝘴𝘶𝘧𝘳𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘤𝘢𝘶𝘴𝘢𝘥𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘴𝘶 𝘵𝘦𝘯𝘥𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢 𝘢 𝘭𝘢 𝘤𝘳𝘶𝘻 𝘥𝘦 𝘊𝘳𝘪𝘴𝘵𝘰:
“𝘌𝘴𝘵𝘢𝘴 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢𝘴 𝘦𝘴𝘵𝘢́𝘯 𝘭𝘭𝘢𝘮𝘢𝘥𝘢𝘴 𝘢 𝘳𝘦𝘢𝘭𝘪𝘻𝘢𝘳 𝘭𝘢 𝘷𝘰𝘭𝘶𝘯𝘵𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘋𝘪𝘰𝘴 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘷𝘪𝘥𝘢, 𝘺, 𝘴𝘪 𝘴𝘰𝘯 𝘤𝘳𝘪𝘴𝘵𝘪𝘢𝘯𝘢𝘴, 𝘢 𝘶𝘯𝘪𝘳 𝘢𝘭 𝘴𝘢𝘤𝘳𝘪𝘧𝘪𝘤𝘪𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘤𝘳𝘶𝘻 𝘥𝘦𝘭 𝘚𝘦𝘯̃𝘰𝘳 𝘭𝘢𝘴 𝘥𝘪𝘧𝘪𝘤𝘶𝘭𝘵𝘢𝘥𝘦𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦𝘯 𝘦𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘳 𝘢 𝘤𝘢𝘶𝘴𝘢 𝘥𝘦 𝘴𝘶 𝘤𝘰𝘯𝘥𝘪𝘤𝘪𝘰́𝘯. 𝘓𝘢𝘴 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢𝘴 𝘩𝘰𝘮𝘰𝘴𝘦𝘹𝘶𝘢𝘭𝘦𝘴 𝘦𝘴𝘵𝘢́𝘯 𝘭𝘭𝘢𝘮𝘢𝘥𝘢𝘴 𝘢 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘴𝘵𝘪𝘥𝘢𝘥. 𝘔𝘦𝘥𝘪𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘷𝘪𝘳𝘵𝘶𝘥𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘥𝘰𝘮𝘪𝘯𝘪𝘰 𝘥𝘦 𝘴𝘪́ 𝘮𝘪𝘴𝘮𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘥𝘶𝘲𝘶𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘳𝘪𝘰𝘳, 𝘺 𝘢 𝘷𝘦𝘤𝘦𝘴 𝘮𝘦𝘥𝘪𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘦𝘭 𝘢𝘱𝘰𝘺𝘰 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘢𝘮𝘪𝘴𝘵𝘢𝘥 𝘥𝘦𝘴𝘪𝘯𝘵𝘦𝘳𝘦𝘴𝘢𝘥𝘢, 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘰𝘳𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘺 𝘭𝘢 𝘨𝘳𝘢𝘤𝘪𝘢 𝘴𝘢𝘤𝘳𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘢𝘭, 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦𝘯 𝘺 𝘥𝘦𝘣𝘦𝘯 𝘢𝘤𝘦𝘳𝘤𝘢𝘳𝘴𝘦 𝘨𝘳𝘢𝘥𝘶𝘢𝘭 𝘺 𝘳𝘦𝘴𝘶𝘦𝘭𝘵𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘢 𝘭𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘧𝘦𝘤𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘤𝘳𝘪𝘴𝘵𝘪𝘢𝘯𝘢 (𝘊𝘢𝘵𝘦𝘤𝘪𝘴𝘮𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘐𝘨𝘭𝘦𝘴𝘪𝘢 𝘊𝘢𝘵𝘰́𝘭𝘪𝘤𝘢, 𝘯º 2358-2359).
 
· 𝐄𝐥 𝐩𝐫𝐢𝐧𝐜𝐢𝐩𝐢𝐨 𝐠𝐞𝐧𝐞𝐫𝐚𝐥 𝐞𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐚 𝐓𝐄𝐍𝐃𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀 𝐇𝐎𝐌𝐎𝐒𝐄𝐗𝐔𝐀𝐋 𝐂𝐎𝐍𝐒𝐄𝐍𝐓𝐈𝐃𝐀 𝐢𝐧𝐭𝐞𝐫𝐢𝐨𝐫𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 (𝐩𝐞𝐧𝐬𝐚𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐨 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐨𝐬) 𝐲/𝐨 𝐞𝐱𝐭𝐞𝐫𝐢𝐨𝐫𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 (𝐚𝐜𝐭𝐨𝐬 𝐢𝐦𝐩𝐮𝐫𝐨𝐬 𝐬𝐨𝐥𝐢𝐭𝐚𝐫𝐢𝐨𝐬 𝐨 𝐚𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚𝐧̃𝐚𝐝𝐨), 𝐄𝐒 𝐈𝐍𝐂𝐎𝐌𝐏𝐀𝐓𝐈𝐁𝐋𝐄 𝐂𝐎𝐍 𝐋𝐀 𝐆𝐑𝐀𝐂𝐈𝐀 𝐒𝐀𝐍𝐓𝐈𝐅𝐈𝐂𝐀𝐍𝐓𝐄. 𝐘, 𝐩𝐨𝐫 𝐭𝐚𝐧𝐭𝐨, 𝐍𝐎 𝐬𝐞 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐫𝐞𝐜𝐢𝐛𝐢𝐫 𝐥𝐚 𝐜𝐨𝐦𝐮𝐧𝐢𝐨́𝐧 𝐞𝐮𝐜𝐚𝐫𝐢́𝐬𝐭𝐢𝐜𝐚.
𝘓𝘢 𝘐𝘨𝘭𝘦𝘴𝘪𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘥𝘦𝘯𝘢 𝘭𝘰𝘴 𝘩𝘦𝘤𝘩𝘰𝘴 𝘰𝘣𝘫𝘦𝘵𝘪𝘷𝘰𝘴 𝘪𝘯𝘮𝘰𝘳𝘢𝘭𝘦𝘴, 𝘵𝘦𝘯𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘦𝘯 𝘤𝘶𝘦𝘯𝘵𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦𝘯 𝘥𝘢𝘳𝘴𝘦 𝘥𝘪𝘴𝘵𝘪𝘯𝘵𝘰𝘴 𝘨𝘳𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘰𝘯𝘴𝘢𝘣𝘪𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘮𝘰𝘳𝘢𝘭 𝘱𝘰𝘳 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘩𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘦𝘵𝘪𝘥𝘰 𝘺 𝘲𝘶𝘦 𝘥𝘦𝘣𝘦𝘳𝘢́ 𝘴𝘦𝘳 𝘷𝘢𝘭𝘰𝘳𝘢𝘥𝘢 𝘥𝘦 𝘮𝘢𝘯𝘦𝘳𝘢 𝘪𝘯𝘥𝘪𝘷𝘪𝘥𝘶𝘢𝘭. 𝘚𝘶 𝘤𝘶𝘭𝘱𝘢𝘣𝘪𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘥𝘦𝘣𝘦 𝘴𝘦𝘳 𝘫𝘶𝘻𝘨𝘢𝘥𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘱𝘳𝘶𝘥𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢.
 
· 𝐒𝐞𝐠𝐮́𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐧𝐬𝐞𝐧̃𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐈𝐠𝐥𝐞𝐬𝐢𝐚, 𝐥𝐨𝐬 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐮𝐣𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐜𝐨𝐧 𝐭𝐞𝐧𝐝𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚𝐬 𝐡𝐨𝐦𝐨𝐬𝐞𝐱𝐮𝐚𝐥𝐞𝐬 «𝐝𝐞𝐛𝐞𝐧 𝐬𝐞𝐫 𝐚𝐜𝐨𝐠𝐢𝐝𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐧 𝐫𝐞𝐬𝐩𝐞𝐭𝐨, 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚𝐬𝐢𝐨́𝐧 𝐲 𝐝𝐞𝐥𝐢𝐜𝐚𝐝𝐞𝐳𝐚. 𝐒𝐞 𝐞𝐯𝐢𝐭𝐚𝐫𝐚́, 𝐫𝐞𝐬𝐩𝐞𝐜𝐭𝐨 𝐚 𝐞𝐥𝐥𝐨𝐬, 𝐭𝐨𝐝𝐨 𝐬𝐢𝐠𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐝𝐢𝐬𝐜𝐫𝐢𝐦𝐢𝐧𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐢𝐧𝐣𝐮𝐬𝐭𝐚». 𝐓𝐚𝐥𝐞𝐬 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐬 𝐞𝐬𝐭𝐚́𝐧 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐚𝐝𝐚𝐬, 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐥𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐦𝐚́𝐬 𝐜𝐫𝐢𝐬𝐭𝐢𝐚𝐧𝐨𝐬, 𝐚 𝐯𝐢𝐯𝐢𝐫 𝐥𝐚 𝐜𝐚𝐬𝐭𝐢𝐝𝐚𝐝. 𝐏𝐞𝐫𝐨 𝐥𝐚 𝐢𝐧𝐜𝐥𝐢𝐧𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐡𝐨𝐦𝐨𝐬𝐞𝐱𝐮𝐚𝐥 𝐞𝐬 «𝐨𝐛𝐣𝐞𝐭𝐢𝐯𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐞𝐬𝐨𝐫𝐝𝐞𝐧𝐚𝐝𝐚», 𝐲 𝐥𝐚𝐬 𝐩𝐫𝐚́𝐜𝐭𝐢𝐜𝐚𝐬 𝐡𝐨𝐦𝐨𝐬𝐞𝐱𝐮𝐚𝐥𝐞𝐬 «𝐬𝐨𝐧 𝐩𝐞𝐜𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐠𝐫𝐚𝐯𝐞𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐫𝐢𝐨𝐬 𝐚 𝐥𝐚 𝐜𝐚𝐬𝐭𝐢𝐝𝐚𝐝».
 
· 𝘐𝘯𝘥𝘶𝘥𝘢𝘣𝘭𝘦𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘦𝘴𝘢𝘴 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢𝘴 𝘩𝘰𝘮𝘰𝘴𝘦𝘹𝘶𝘢𝘭𝘦𝘴 𝘥𝘦𝘣𝘦𝘯 𝘴𝘦𝘳 𝘢𝘤𝘰𝘨𝘪𝘥𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘢𝘤𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘱𝘢𝘴𝘵𝘰𝘳𝘢𝘭 𝘤𝘰𝘯 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘳𝘦𝘯𝘴𝘪𝘰́𝘯 𝘺 𝘥𝘦𝘣𝘦𝘯 𝘴𝘦𝘳 𝘴𝘰𝘴𝘵𝘦𝘯𝘪𝘥𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘯𝘻𝘢 𝘥𝘦 𝘴𝘶𝘱𝘦𝘳𝘢𝘳 𝘴𝘶𝘴 𝘥𝘪𝘧𝘪𝘤𝘶𝘭𝘵𝘢𝘥𝘦𝘴 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢𝘭𝘦𝘴 𝘺 𝘴𝘶 𝘪𝘯𝘢𝘥𝘢𝘱𝘵𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘴𝘰𝘤𝘪𝘢𝘭.
 
𝘕𝘰 𝘴𝘦 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦 𝘦𝘮𝘱𝘭𝘦𝘢𝘳 𝘯𝘪𝘯𝘨𝘶́𝘯 𝘮𝘦́𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘱𝘢𝘴𝘵𝘰𝘳𝘢𝘭 𝘲𝘶𝘦 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘯𝘰𝘻𝘤𝘢 𝘶𝘯𝘢 𝘫𝘶𝘴𝘵𝘪𝘧𝘪𝘤𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘮𝘰𝘳𝘢𝘭 𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘰𝘴 𝘢𝘤𝘵𝘰𝘴 𝘱𝘰𝘳 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘪𝘥𝘦𝘳𝘢𝘳𝘭𝘰𝘴 𝘤𝘰𝘯𝘧𝘰𝘳𝘮𝘦𝘴 𝘢 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘥𝘪𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘢𝘴 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢𝘴. 𝘚𝘦𝘨𝘶́𝘯 𝘦𝘭 𝘰𝘳𝘥𝘦𝘯 𝘮𝘰𝘳𝘢𝘭 𝘰𝘣𝘫𝘦𝘵𝘪𝘷𝘰, 𝘭𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘭𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘩𝘰𝘮𝘰𝘴𝘦𝘹𝘶𝘢𝘭𝘦𝘴 𝘴𝘰𝘯 𝘢𝘤𝘵𝘰𝘴 𝘱𝘳𝘪𝘷𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘴𝘶 𝘰𝘳𝘥𝘦𝘯𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘯𝘦𝘤𝘦𝘴𝘢𝘳𝘪𝘢 𝘺 𝘦𝘴𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢𝘭. 𝘌𝘯 𝘭𝘢 𝘚𝘢𝘨𝘳𝘢𝘥𝘢 𝘌𝘴𝘤𝘳𝘪𝘵𝘶𝘳𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘢́𝘯 𝘤𝘰𝘯𝘥𝘦𝘯𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘨𝘳𝘢𝘷𝘦𝘴 𝘥𝘦𝘱𝘳𝘢𝘷𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘦 𝘪𝘯𝘤𝘭𝘶𝘴𝘰 𝘱𝘳𝘦𝘴𝘦𝘯𝘵𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘭𝘢 𝘵𝘳𝘪𝘴𝘵𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘦𝘤𝘶𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘳𝘦𝘱𝘶𝘭𝘴𝘢 𝘥𝘦 𝘋𝘪𝘰𝘴. 𝘌𝘴𝘵𝘦 𝘫𝘶𝘪𝘤𝘪𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘌𝘴𝘤𝘳𝘪𝘵𝘶𝘳𝘢 𝘯𝘰 𝘱𝘦𝘳𝘮𝘪𝘵𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘤𝘭𝘶𝘪𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘰𝘥𝘰𝘴 𝘭𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘢𝘥𝘦𝘤𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘢𝘯𝘰𝘮𝘢𝘭𝘪́𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘤𝘢𝘶𝘴𝘢 𝘪𝘯𝘤𝘶𝘳𝘳𝘢𝘯 𝘦𝘯 𝘤𝘶𝘭𝘱𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢𝘭; 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘢𝘵𝘦𝘴𝘵𝘪𝘨𝘶𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘢𝘤𝘵𝘰𝘴 𝘩𝘰𝘮𝘰𝘴𝘦𝘹𝘶𝘢𝘭𝘦𝘴 𝘴𝘰𝘯 𝘱𝘰𝘳 𝘴𝘶 𝘪𝘯𝘵𝘳𝘪́𝘯𝘴𝘦𝘤𝘢 𝘯𝘢𝘵𝘶𝘳𝘢𝘭𝘦𝘻𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘰𝘳𝘥𝘦𝘯𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘺 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦𝘯 𝘳𝘦𝘤𝘪𝘣𝘪𝘳 𝘢𝘱𝘳𝘰𝘣𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘦𝘯 𝘯𝘪𝘯𝘨𝘶́𝘯 𝘤𝘢𝘴𝘰.

𝐋𝐎 𝐐𝐔𝐄 𝐄𝐋 𝐂𝐀𝐓𝐄𝐂𝐈𝐒𝐌𝐎 𝐄𝐍𝐒𝐄𝐍̃𝐀 𝐒𝐎𝐁𝐑𝐄 𝐄𝐋 𝐒𝐔𝐈𝐂𝐈𝐃𝐈𝐎

𝐋𝐚 𝐈𝐠𝐥𝐞𝐬𝐢𝐚 𝐨𝐫𝐚 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐚𝐬 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐡𝐚𝐧 𝐚𝐭𝐞𝐧𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚 𝐬𝐮 𝐯𝐢𝐝𝐚.
NO es correcto decir que si una persona se suicida se va seguro al infierno. En el acto de suicidarse concurren una serie de elementos que pueden disminuir la gravedad de la imputabilidad e incluso no existir. 𝐒𝐎𝐋𝐎 𝐃𝐈𝐎𝐒 𝐒𝐀𝐁𝐄 𝐲 𝐚 𝐧𝐨𝐬𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐧𝐨𝐬 𝐭𝐨𝐜𝐚 𝐫𝐞𝐳𝐚𝐫.
Hoy hay mucho “maestro de la ley” dispuesto a condenar al infierno al suicida, sin tener en cuenta factores psicológicos y psiquiátricos que afectaron al suicida para tomar esa decisión.
𝐘 𝐒𝐈́: 𝐥𝐚 𝐦𝐢𝐬𝐞𝐫𝐢𝐜𝐨𝐫𝐝𝐢𝐚 𝐝𝐞 𝐃𝐢𝐨𝐬 𝐞𝐬 𝐦𝐮𝐲 𝐠𝐫𝐚𝐧𝐝𝐞 𝐲, 𝐭𝐚𝐥 𝐯𝐞𝐳, 𝐧𝐨 𝐪𝐮𝐞𝐩𝐚 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐫𝐞𝐜𝐡𝐞𝐳 𝐝𝐞𝐥 𝐜𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨́𝐧 𝐪𝐮𝐞 𝐜𝐢𝐞𝐫𝐫𝐚𝐧 𝐚 𝐥𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐦𝐚́𝐬 𝐞𝐥 𝐫𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐜𝐢𝐞𝐥𝐨𝐬.
𝐋𝐎 𝐐𝐔𝐄 𝐄𝐋 𝐂𝐀𝐓𝐄𝐂𝐈𝐒𝐌𝐎 𝐄𝐍𝐒𝐄𝐍̃𝐀 𝐒𝐎𝐁𝐑𝐄 𝐄𝐋 𝐒𝐔𝐈𝐂𝐈𝐃𝐈𝐎
2280 Cada cual es responsable de su vida delante de Dios que se la ha dado. Él sigue siendo su soberano Dueño. Nosotros estamos obligados a recibirla con gratitud y a conservarla para su honor y para la salvación de nuestras almas. Somos administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado. No disponemos de ella.
2281 El suicidio contradice la inclinación natural del ser humano a conservar y perpetuar su vida. Es gravemente contrario al justo amor de sí mismo. Ofende también al amor del prójimo porque rompe injustamente los lazos de solidaridad con las sociedades familiar, nacional y humana con las cuales estamos obligados. El suicidio es contrario al amor del Dios vivo.
2282 Si se comete con intención de servir de ejemplo, especialmente a los jóvenes, el suicidio adquiere además la gravedad del escándalo. La cooperación voluntaria al suicidio es contraria a la ley moral.
Trastornos psíquicos graves, la angustia, o el temor grave de la prueba, del sufrimiento o de la tortura, pueden disminuir la responsabilidad del suicida.
2283 No se debe desesperar de la salvación eterna de aquellas personas que se han dado muerte. Dios puede haberles facilitado por caminos que Él solo conoce la ocasión de un arrepentimiento salvador. La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida.

𝐋𝐚 𝐡𝐞𝐫𝐞𝐣𝐢́𝐚 𝐲 𝐥𝐚 𝐚𝐩𝐨𝐬𝐭𝐚𝐬𝐢́𝐚 𝐬𝐨𝐧 𝐏𝐄𝐂𝐀𝐃𝐎𝐒 𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀 𝐋𝐀 𝐅𝐄

𝐒𝐞 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐩𝐞𝐜𝐚𝐫 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚 𝐥𝐚 𝐟𝐞 𝐩𝐨𝐫 𝐢𝐧𝐟𝐢𝐝𝐞𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝, 𝐚𝐩𝐨𝐬𝐭𝐚𝐬𝐢́𝐚, 𝐡𝐞𝐫𝐞𝐣𝐢́𝐚, 𝐚𝐜𝐞𝐩𝐭𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐝𝐮𝐝𝐚𝐬 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚 𝐥𝐚 𝐟𝐞, 𝐩𝐨𝐫 𝐧𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐞𝐬𝐚𝐫𝐥𝐚 𝐲 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐱𝐩𝐨𝐧𝐞𝐫𝐥𝐚 𝐚 𝐩𝐞𝐥𝐢𝐠𝐫𝐨𝐬.
 
𝐀𝐏𝐎𝐒𝐓𝐀𝐒𝐈́𝐀: 𝑒𝑠 𝑒𝑙 𝑎𝑏𝑎𝑛𝑑𝑜𝑛𝑜 𝑡𝑜𝑡𝑎𝑙 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑓𝑒 𝑐𝑟𝑖𝑠𝑡𝑖𝑎𝑛𝑎 𝑟𝑒𝑐𝑖𝑏𝑖𝑑𝑎 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑏𝑎𝑢𝑡𝑖𝑠𝑚𝑜; 𝑝. 𝑒𝑗., 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑎𝑡𝑜́𝑙𝑖𝑐𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑎𝑚𝑏𝑖𝑎𝑛 𝑑𝑒 𝑟𝑒𝑙𝑖𝑔𝑖𝑜́𝑛 𝑜 𝑙𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒, 𝑠𝑖𝑛 𝑐𝑎𝑚𝑏𝑖𝑎𝑟 𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒, 𝑠𝑒 ℎ𝑎𝑛 𝑎𝑝𝑎𝑟𝑡𝑎𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑙𝑒𝑡𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑓𝑒 𝑐𝑎𝑡𝑜́𝑙𝑖𝑐𝑎 𝑐𝑎𝑦𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑟𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑙𝑖𝑠𝑚𝑜, 𝑒𝑙 𝑝𝑎𝑛𝑡𝑒𝑖́𝑠𝑚𝑜, 𝑒𝑙 𝑚𝑎𝑟𝑥𝑖𝑠𝑚𝑜, 𝑙𝑎 𝑚𝑎𝑠𝑜𝑛𝑒𝑟𝑖́𝑎, 𝑒𝑡𝑐. 𝐸𝑠 𝑢𝑛 𝑔𝑟𝑎𝑣𝑖́𝑠𝑖𝑚𝑜 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑙𝑙𝑒𝑣𝑎 𝑙𝑎 𝑝𝑒𝑛𝑎 𝑑𝑒 𝑒𝑥𝑐𝑜𝑚𝑢𝑛𝑖𝑜́𝑛 (𝑐𝑓𝑟. 𝐶𝐼𝐶, 𝑐. 1364). 𝑁𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒 ℎ𝑎𝑏𝑒𝑟 𝑢𝑛 𝑚𝑜𝑡𝑖𝑣𝑜 𝑗𝑢𝑠𝑡𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑎𝑏𝑎𝑛𝑑𝑜𝑛𝑎𝑟 𝑙𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑑𝑎𝑑𝑒𝑟𝑎 𝑓𝑒 𝑟𝑒𝑣𝑒𝑙𝑎𝑑𝑎: 𝑒𝑙 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑜 ℎ𝑎𝑐𝑒 𝑖𝑛𝑐𝑢𝑟𝑟𝑒, 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑎𝑛𝑡𝑜, 𝑒𝑛 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑙.
 
𝐇𝐄𝐑𝐄𝐉𝐈́𝐀: 𝐞𝐬 𝐞𝐥 𝐞𝐫𝐫𝐨𝐫 𝐕𝐎𝐋𝐔𝐍𝐓𝐀𝐑𝐈𝐎 𝐲 𝐏𝐄𝐑𝐓𝐈𝐍𝐀𝐙 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑛𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑓𝑒. 𝐸𝑛 𝑟𝑒𝑎𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑡𝑜𝑑𝑎 ℎ𝑒𝑟𝑒𝑗𝑖́𝑎, 𝑎𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑐𝑖𝑎𝑙, 𝑐𝑜𝑖𝑛𝑐𝑖𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝑎𝑝𝑜𝑠𝑡𝑎𝑠𝑖́𝑎 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒, 𝑟𝑒𝑐ℎ𝑎𝑧𝑎𝑑𝑎 𝑢𝑛𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑑𝑎𝑑 𝑐𝑢𝑎𝑙𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑓𝑒, 𝑠𝑒 𝑒𝑠𝑡 𝑟𝑒𝑐ℎ𝑎𝑧𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑠𝑢 𝑚𝑜𝑡𝑖𝑣𝑜 𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎𝑙, 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠 𝑙𝑎 𝑎𝑢𝑡𝑜𝑟𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝐷𝑖𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑟𝑒𝑣𝑒𝑙𝑎.
𝐿𝑎 𝑛𝑒𝑔𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑑𝑎𝑑 𝑟𝑒𝑙𝑖𝑔𝑖𝑜𝑠𝑎 𝑛𝑜 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑒𝑠 ℎ𝑒𝑟𝑒𝑗𝑖́𝑎; 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑒𝑠𝑜 𝑒𝑠 𝑛𝑒𝑐𝑒𝑠𝑎𝑟𝑖𝑜:
1) 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑑𝑎𝑑 ℎ𝑎𝑦𝑎 𝑠𝑖𝑑𝑜 𝑑𝑒𝑓𝑖𝑛𝑖𝑑𝑎 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑑𝑜𝑔𝑚𝑎 𝑑𝑒 𝑓𝑒, 𝑝𝑜𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑑𝑒 𝑜𝑡𝑟𝑜 𝑚𝑜𝑑𝑜 𝑛𝑜 ℎ𝑎𝑦 ℎ𝑒𝑟𝑒𝑗𝑖́𝑎, 𝑎𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒 ℎ𝑎𝑦𝑎 𝑒𝑣𝑖𝑑𝑒𝑛𝑡𝑒𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑢𝑛 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎 𝑙𝑎 𝑓𝑒;
2) 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑛𝑖𝑒𝑔𝑢𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑖𝑠𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎, 𝑒𝑠 𝑑𝑒𝑐𝑖𝑟, 𝑠𝑎𝑏𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑣𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎 𝑙𝑎𝑠 𝑒𝑛𝑠𝑒𝑛̃𝑎𝑛𝑧𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝐼𝑔𝑙𝑒𝑠𝑖𝑎.
· 𝐿𝑎 ℎ𝑒𝑟𝑒𝑗𝑖́𝑎 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑔𝑟𝑎𝑣𝑖́𝑠𝑖𝑚𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑁𝑂 𝑎𝑑𝑚𝑖𝑡𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑣𝑒𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑚𝑎𝑡𝑒𝑟𝑖𝑎: 𝑠𝑢𝑝𝑜𝑛𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑖𝑛𝑗𝑢𝑟𝑖𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎 𝐷𝑖𝑜𝑠 𝑦 𝑙𝑎 𝐼𝑔𝑙𝑒𝑠𝑖𝑎, 𝑎𝑠𝑖́ 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑒𝑙 𝑑𝑒𝑠𝑝𝑟𝑒𝑐𝑖𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑢 𝑎𝑢𝑡𝑜𝑟𝑖𝑑𝑎𝑑. 𝐶𝑜𝑛𝑙𝑙𝑒𝑣𝑎 𝑙𝑎 𝑝𝑒𝑛𝑎 𝑒𝑐𝑙𝑒𝑠𝑖𝑎́𝑠𝑡𝑖𝑐𝑎 𝑑𝑒 𝑒𝑥𝑐𝑜𝑚𝑢𝑛𝑖𝑜́𝑛 (𝑐𝑓𝑟. 𝐶𝐼𝐶, 𝑐. 1364).

𝟓 𝐏𝐑𝐄𝐆𝐔𝐍𝐓𝐀𝐒 𝐘 𝐒𝐔𝐒 𝐑𝐄𝐒𝐏𝐔𝐄𝐒𝐓𝐀𝐒 𝐒𝐎𝐁𝐑𝐄 𝐄𝐋 𝐀𝐁𝐎𝐑𝐓𝐎 𝐘 𝐋𝐀 𝐄𝐗𝐂𝐎𝐌𝐔𝐍𝐈𝐎́𝐍

𝟏ª) ¿𝐃𝐎́𝐍𝐃𝐄 𝐒𝐄 𝐈𝐍𝐃𝐈𝐂𝐀 𝐋𝐀 𝐄𝐗𝐂𝐎𝐌𝐔𝐍𝐈𝐎́𝐍 𝐏𝐎𝐑 𝐄𝐋 𝐀𝐁𝐎𝐑𝐓𝐎?
En el canon 1398 del Código de Derecho Canónico:
“𝑄𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑝𝑟𝑜𝑐𝑢𝑟𝑎 𝑒𝑙 𝑎𝑏𝑜𝑟𝑡𝑜, 𝑠𝑖 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑠𝑒 𝑝𝑟𝑜𝑑𝑢𝑐𝑒, 𝑖𝑛𝑐𝑢𝑟𝑟𝑒 𝑒𝑛 𝑒𝑥𝑐𝑜𝑚𝑢𝑛𝑖𝑜́𝑛 𝑙𝑎𝑡𝑎𝑒 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑒𝑛𝑡𝑖𝑎𝑒”.
 
𝟐ª) ¿𝐀 𝐐𝐔𝐈𝐄́𝐍𝐄𝐒 𝐀𝐅𝐄𝐂𝐓𝐀 𝐋𝐀 𝐄𝐗𝐂𝐎𝐌𝐔𝐍𝐈𝐎́𝐍?
A quienes procuren el aborto, si este se produce. Están incluidos:
· quien interviene en él y su actuación es necesaria para que se produzca el aborto.
· quien es cómplice necesario para que se produzca el aborto.
 
𝟑ª) 𝐒𝐈 𝐄𝐒𝐓𝐎𝐘 𝐀 𝐅𝐀𝐕𝐎𝐑 𝐃𝐄𝐋 𝐀𝐁𝐎𝐑𝐓𝐎, ¿𝐄𝐒𝐓𝐎𝐘 𝐄𝐗𝐂𝐎𝐌𝐔𝐋𝐆𝐀𝐃𝐎?
Para que se dé la excomunión -aparte de otros requisitos que se indicarán después- se debe intervenir 𝐝𝐞 𝐦𝐚𝐧𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐢𝐫𝐞𝐜𝐭𝐚 𝐞𝐧 𝐞́𝐥 𝐨 𝐬𝐞𝐫 𝐜𝐨́𝐦𝐩𝐥𝐢𝐜𝐞 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐚𝐫𝐢𝐨 para que se produzca el aborto.
𝐄𝐬𝐭𝐚𝐫 𝐚 𝐟𝐚𝐯𝐨𝐫 𝐝𝐞𝐥 𝐚𝐛𝐨𝐫𝐭𝐨 es posicionarse en contra del magisterio de la Iglesia y, sobre todo, ser contrario al quinto mandamiento de la ley de Dios. No eres sujeto de la excomunión que indica el canon 1398, pero sí es una conducta muy grave que 𝐭𝐞 𝐢𝐦𝐩𝐢𝐝𝐞 𝐚𝐜𝐞𝐫𝐜𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐚 𝐜𝐨𝐦𝐮𝐥𝐠𝐚𝐫.
Si el posicionamiento es público y, por tanto, disiente de la enseñanza del Magisterio de la Iglesia -por ejemplo, el de un político “católico”- hay obligación de negársele la comunión eucarística, si este se acercase a comulgar. 𝐐𝐮𝐢𝐞𝐧 𝐞𝐬𝐭𝐚́ 𝐩𝐮́𝐛𝐥𝐢𝐜𝐚 𝐲 𝐨𝐛𝐬𝐭𝐢𝐧𝐚𝐝𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐞𝐧 𝐩𝐞𝐜𝐚𝐝𝐨 𝐦𝐨𝐫𝐭𝐚𝐥 𝐧𝐨 𝐝𝐞𝐛𝐞 𝐚𝐜𝐞𝐫𝐜𝐚𝐫𝐬𝐞 𝐚 𝐫𝐞𝐜𝐢𝐛𝐢𝐫 𝐥𝐚 𝐒𝐚𝐧𝐭𝐚 𝐂𝐨𝐦𝐮𝐧𝐢𝐨́𝐧 y, si lo hace, entonces, se le debe negar. Negar la comunión públicamente busca evitar que la persona cometa sacrilegio. Es un acto de caridad hacia esa persona y una protección al mismo Jesucristo de ser ultrajado.
Cabe añadir que si un católico obstinadamente defiende públicamente, por medio de su enseñanza o predicación, lo contrario a lo que la Iglesia oficialmente enseña -que el aborto directo querido como fin o como medio es siempre intrínsecamente malo y un pecado gravísimo-, lo niega o lo pone en duda, puede ser sujeto de cometer herejía y, si se cumplen las condiciones acerca del conocimiento de la ley y de la pena y su imputabilidad, incurrir en excomunión latae sententiae.
 
𝟒ª) ¿𝐐𝐔𝐄́ 𝐒𝐈𝐆𝐍𝐈𝐅𝐈𝐂𝐀 𝐄𝐗𝐂𝐎𝐌𝐔𝐍𝐈𝐎́𝐍 𝐋𝐀𝐓𝐀𝐄 𝐒𝐄𝐍𝐓𝐄𝐍𝐓𝐈𝐀𝐄?
En primer lugar, señalar que para incurrir en la excomunión por aborto, la persona debe conocer que este pecado conlleva la pena de la excomunión. Si la persona piensa que puede haber caído en excomunión, debe abstenerse de recibir la Sagrada Comunión hasta que reciba la absolución y le haya sido otorgada la remisión -si fuera el caso- de la excomunión.
Los cánones 1323 y 1324 del Código de Derecho Canónico excluyen de la sanción a quien no ha cumplido 16 años, a quien ignoraba totalmente que con el aborto estaba infringiendo una ley, a quien ignora sin culpa que su conducta lleva una pena, a quien fue forzado a cometer el pecado, a quien actuó por miedo o no estaba en su sano juicio.
Será el confesor quien analice las circunstancias, atenuantes o no, para poder absolverle.
La excomunión latae sententiae obliga desde que se comete el delito, sin necesidad de una declaración de la legítima autoridad para estar obligado a cumplir la pena (𝑐𝑓𝑟. 𝑐𝑎𝑛𝑜𝑛 1314). Esto no es óbice para que la autoridad, si lo considere, la declare.
Por la excomunión se pierden los vínculos extrínsecos de la comunión con la Iglesia y , entre otras sanciones, prohíbe al excomulgado recibir los sacramentos, pero no queda invalidado su bautismo.
 
𝟓ª) ¿𝐒𝐄 𝐏𝐔𝐄𝐃𝐄 𝐏𝐄𝐑𝐃𝐎𝐍𝐀𝐑 𝐋𝐀 𝐄𝐗𝐂𝐎𝐌𝐔𝐍𝐈𝐎́𝐍 𝐏𝐎𝐑 𝐀𝐁𝐎𝐑𝐓𝐎?
SÍ. Siempre se ha podido, reuniendo varios requisitos.
Actualmente, desde que el Papa Francisco, en la 𝐶𝑎𝑟𝑡𝑎 𝐴𝑝𝑜𝑠𝑡𝑜́𝑙𝑖𝑐𝑎 𝑀𝑖𝑠𝑒𝑟𝑖𝑐𝑜𝑟𝑑𝑖𝑎 𝑒𝑡 𝑀𝑖𝑠𝑒𝑟𝑎-publicada con motivo de la clausura del Año Santo Extraordinario de la Misericordia- concediera a todos los sacerdotes la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado del aborto, en el sacramento de la confesión, cualquier sacerdote puede remitir la pena de excomunión a quien haya cometido el pecado del aborto.
Antes de esta disposición, el pecado del aborto solo podía ser absuelto por el obispo o por los sacerdotes que este indicara.