1ª·- ¿RECONOCE LA IGLESIA EL MATRIMONIO CIVIL?

La Iglesia no reconoce validez canónica al matrimonio civil cuando los contrayentes son católicos.

 

2ª·- ¿EN QUÉ SITUACIÓN SE ENCUENTRAN DOS PERSONAS CATÓLICAS QUE SE CASAN SOLO POR LO CIVIL?

Para la Iglesia continúan siendo solteras, ya que no es reconocido como verdadero matrimonio.

 

3ª.- ¿PUEDEN COMULGAR LOS CATÓLICOS CASADOS SOLO POR LO CIVIL?

No, no pueden. Mientras permanezcan en esta situación no pueden recibir los sacramentos, por estar en estado habitual de pecado grave. Habrá que hacerles ver la necesidad de una coherencia entre su fe y sus estado de vida, intentando convencerlos de regular su situación a la luz de los principios cristianos.

 

4ª.- ¿ENTONCES, HOMBRE Y MUJER QUE SE CASARON SOLO POR LO CIVIL PUEDEN POSTERIORMENTE CASARSE POR LA IGLESIA?

Siempre y cuando no exista ningún tipo de impedimento matrimonial para su validez, sí.

 

5ª.- ¿UNA PERSONA QUE SE CASÓ SOLO POR LO CIVIL PUEDE CASARSE POSTERIORMENTE POR LA IGLESIA CON UNA PERSONA DISTINTA?

Depende. Aunque para la Iglesia el matrimonio civil no tiene consideración de matrimonio y las personas que se casan por lo civil son solteras para la Iglesia, bien es cierto que el matrimonio civil produce unas obligaciones y efectos legales que la Iglesia tiene en cuenta. Es lícito e incluso obligatorio que los contrayentes observen todo lo establecido por las leyes en relación al matrimonio, aunque excluyendo la intención de realizar el contrato y, por tanto, de recibir el sacramento. Quien se casó solo por civil no puede casarse por la Iglesia con otra persona distinta si antes no tiene el divorcio de su matrimonio civil.

 

6ª.- ¿LA IGLESIA ACEPTA EL DIVORCIO CIVIL?

No. Se entiende por divorcio civil la disolución del vínculo matrimonial pronunciada por la autoridad civil. Lo patente de los argumentos sobre la indisolubilidad matrimonial hace ver que toda ley civil que permite el divorcio es gravemente reprobable porque va contra la ley natural. El divorcio, pues, atenta no sólo contra el matrimonio considerado como sacramento, sino también contra el mismo matrimonio tal como fue querido por Dios como institución natural, antes de su elevación a la dignidad de sacramento. No faltan hoy en día quienes, tomando como pretexto el principio de la libertad religiosa, afirman que las leyes civiles deben permitir el divorcio civil porque no pueden obligar a los ciudadanos no Católicos a someterse a las leyes que responden a los principios de una determinada creencia religiosa. Señalan que la legislación civil no juzga sobre el sacramento del matrimonio, sino sólo sobre un acuerdo civil entre dos ciudadanos, reconociendo su derecho a rescindirlo libremente por causas justas.

No debe olvidarse que al Magisterio de la Iglesia corresponde interpretar auténticamente la ley natural, para conservar así la ordenación querida por Dios, ya que el entendimiento humano encuentra dificultades para llegar por sí solo a conocerla e interpretarla, a consecuencia sobre todo del pecado original y de los pecados personales. El principio general, es que el matrimonio, por voluntad divina, es para todos los hombres de uno con una y para siempre.

 

7ª.- ¿SI LA IGLESIA NO ACEPTA EL DIVORCIO CIVIL, POR QUÉ PIDE QUE QUIEN SE CASÓ SOLO POR LO CIVIL NO PUEDA CASARSE POR LA IGLESIA CON OTRA PERSONA DISTINTA, SI ANTES NO TIENE EL DIVORCIO DE SU MATRIMONIO CIVIL?

Aquellos católicos que hayan contraído matrimonio civil y se hayan divorciado pueden contraer matrimonio canónico con otra persona distinta. Esto es así porque cuando al menos uno de los cónyuges es católico está obligado a celebrar su matrimonio según la forma canónica ordinaria o extraordinaria o pedir dispensa. Si esto no ha sido realizado de este modo, su matrimonio civil fue inválido y el matrimonio es inexistente. En este último caso el divorcio civil es un trámite donde se desvinculan ante la ley civil de un contrato civil que no les era lícito realizar. Es un requisito para casarse por la Iglesia con otra persona.

 

8ª.- ¿QUÉ DEBE HACER, ENTONCES, LA PERSONA CATÓLICA QUE SE SE CASÓ SOLO POR LO CIVIL Y QUIERE CASARSE POR LA IGLESIA CON OTRA PERSONA?

Cuando una persona que se casó por lo civil quiere casarse por la Iglesia tiene que ponerse en contacto con su párroco y presentarle al mismo un certificado de su matrimonio civil y una copia legalizada de su sentencia firme de divorcio del mismo matrimonio. En el expediente matrimonial debe constar, además de la partida de bautismo, la certificación del matrimonio civil en la que esté asentada el acta de divorcio. No basta, por tanto,

“estar en trámite de divorcio”, ni tampoco el presentar un certificado de divorcio. Este expediente matrimonial debe ser enviado al Obispado, solicitando la licencia del Ordinario, la cual se requiere para la celebración lícita de estos matrimonios especiales. En la carpeta del expediente hay que marcar que se solicita la autorización de acuerdo con el canon 1071.3, el cual se refiere al matrimonio de quien está sujeto a obligaciones naturales de una unión precedente hacia la otra parte. Este es el caso de los casados civilmente que, luego, se han divorciado y pretenden contraer matrimonio canónico.

 

9ª.- ¿ENTONCES EL DIVORCIO CIVIL PARA LOS CASADOS POR LA IGLESIA TAMBIÉN ES VÁLIDO?

Hay ocasiones en que los cónyuges se ven obligados al divorcio civil, como medio de protección de los cónyuges y de los hijos, tales como; el cuidado de los hijos, el sostén económico, la separación de los bienes. En estos casos en que el divorcio ayuda legalmente, la Iglesia no se opone. Pero, los cónyuges siguen casados delante de Dios y de la Iglesia, hasta la muerte de uno de los dos. Como consecuencia, a pesar de estar divorciados, no pueden volver a contraer un nuevo matrimonio canónico, pues subsiste el vínculo. Catecismo 2383: ‘Si el divorcio civil representa la única manera posible de asegurar ciertos derechos legítimos, el cuidado de los hijos o la defensa del patrimonio, puede ser tolerado sin constituir una falta moral’.

 

10ª·- ¿EL DIVORCIADO PUEDE COMULGAR?

En el caso de que no haya una unión posterior, ni la pretensión de tenerla, no hay obstáculo para recibir los sacramentos. Se entiende que en las condiciones habituales. Dentro de estas condiciones, en este caso, se incluyen no ser el culpable de la desintegración de la familia.

Distinta es la situación de quien ha contraído un nuevo vínculo. La Iglesia fundándose en la Sagrada Escritura, reafirma su praxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez. Hay una EXCEPCIÓN: quienes tienen SERIOS MOTIVOS para tener que seguir viviendo juntos, como es la educación de los hijos, y, ARREPENTIDOS de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo, están SINCERAMENTE DISPUESTOS a una forma de vida que no contradiga la indisolubilidad del matrimonio –asumen el compromiso de vivir en PLENA CONTINENCIA, o sea de abstenerse de los actos propios de los esposos-, pueden recibir la absolución en la sacramento de la Penitencia, que les abriría el camino al sacramento eucarístico. La EXCEPCIÓN anterior implica que después de haberse confesado y prometido abstenerse del acto conyugal, comulguen en una iglesia donde no sean conocidos, para evitar el escándalo. En la EXCEPCIÓN descrita por la doctrina se incluye que debe evitarse el peligro de inducir a los fieles al error: ‘En este caso pueden acceder a la Comunión eucarística, permaneciendo firme, sin embargo, la obligación de evitar el escándalo’ (Carta Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, n.4). La forma normal para evitar el escándalo y la confusión de los fieles será administrarles los sacramentos de forma privada o donde no sean conocidos.

Me gustaría recordar, además, que la Iglesia NO CAMBIA su doctrina porque no es dueña de la misma, sino solo depositaria. Es frecuente que cuando una doctrina no convence o no gusta se interpele a la Iglesia como si fuera una sociedad humana que pone y quita sus reglas a voluntad, pero esto no es así. La fe de la Iglesia no nace de ella misma, sino de Dios: Él revela, la Iglesia custodia y transmite. En este caso, conviene notar la expresión de la Familiaris Consortio: “FUNDÁNDOSE EN LA SAGRADA ESCRITURA”. Se trata de una enseñanza que hace Jesucristo en persona Definamos MISERICORDIA: “virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los trabajos y miserias ajenos”. Por otra parte, en cuanto a la misericordia, etimológicamente: es tener corazón (cor-cordis en latín) con la miseria. NO SIGNIFICA negar la miseria misma, dar por bueno lo que no lo es. La MISERICORDIA de JESUCRISTO siempre lleva al arrepentimiento con el propósito de evitar el pecado. El corazón contrito, la contrición, es perdonado porque la contrición incluye el propósito doble de evitar el pecado y confesarse.

Al hablar de misericordia en el caso de divorciados vueltos a casar la Iglesia hace lo que hizo Jesucristo y no puede hacer otra cosa. NO ES MISERICORDIA dar acceso a la Eucaristía a quien vive en pecado grave.