ORACIÓN

INTERPRETACIÓN DE LA BIBLIA

¿Cómo podemos interpretar mejor lo que leemos en la Biblia?
“También nosotros damos gracias a Dios sin cesar porque, al recibir la palabra de Dios, que oso predicamos, la acogisteis no como palabra humana, sino cual es en verdad como palabra de Dios que permanece operante en vosotros los creyentes”
(1 Tes 2, 13).
· La Sagrada Escritura es uno de los grandes tesoros de la Iglesia. Por ello, la Iglesia proclama la Palabra escrita de Dios en cada celebración litúrgica: la Misa, la Liturgia de la Horas, el ritual del bautismo, el matrimonio y en la celebración de todos los demás sacramentos. La Iglesia exhorta además a los fieles a leer las Escrituras para el estudio, la meditación y la oración.
Para llegar a una interpretación correcta y fiel de las Escrituras, en primer lugar, debemos prestar atención
a la intención de los autores sagrados,
a sus estilos literarios
y al empleo que cada uno hace del lenguaje simbólico.
En segundo lugar,
debemos interpretar la Palabra de Dios en el contexto de toda la Escritura y atender a la Tradición y a las verdades doctrinales y morales enseñadas por al Iglesia católica.
· Los Padres del Concilio Vaticano II (1962-1965) establecieron tres criterios fundamentales para interpretar la Escritura; debemos prestar atención a los siguientes puntos:
– Hay que tener presente el <<contenido y la unidad>> de toda la Escritura.
– Hay que leerla en la <<Tradición viva de toda la Iglesia>>.
– Hay que prestar atención a la <<analogía de la fe>>, que se define como la <<cohesión de las verdades de la fe entre sí y en el proyecto total de la revelación>> (n. 112 al 114).
· La Tradición de la Iglesia también reconoce que la Escritura posee tanto un sentido literal, que constituye la base para la comprensión de toso los <<sentidos>> de la Escritura, como un sentido espiritual. Este último contiene los siguientes aspectos:
– El sentido alegórico, que considera los acontecimientos del Antiguo Testamento como prefiguración de los acontecimientos del Nuevo Testamento.
– El sentido moral, que examina el mensaje o enseñanza de cara a un correcto comportamiento humano.
– El sentido analógico, en el que los conceptos y los acontecimientos son interpretados como prefiguración de la vida eterna en el cielo (n. 115-118)
El CATECISMO trata de este tema en los numerales: 109, 115-117.
Fuente: Biblia Didajé
POR QUÉ LOS CATÓLICOS CREEN EN LA BIBLIA
¿Cómo consideran los católicos la Biblia?
<<La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón>>
(Heb 4, 12)
<<Hasta que yo llegue, centra tu atención en la lectura, la exhortación, la enseñanza>>
(1 Tim 4, 13)
· Los católicos creen que la Biblia es la palabra inerrante de Dios.
“La Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras al igual que el mismo Cuerpo del Señor” (DV 21).
La autoridad de la enseñanza de la Iglesia considera que la Sagrada Escritura y la Tradición comunican las verdades sagradas a lo largo de todas las generaciones; Cristo nos abre el <<entendimiento para comprender las Escrituras>> (Lc 24, 25).
<<Este Magisterio, evidentemente, no está por encima de la Palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado, por mandato divino y con asistencia del Espíritu santo la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad, y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como verdad revelada por Dios que se ha de creer>>
(DV 10)
· La Sagrada Escritura cuenta la historia de cómo el plan salvífico de Dios se ha ido desarrollando a lo largo de la historia. <<En los libros sagrados, el Padre que está en el cielo sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos>> (DV 21).
La historia de la salvación, sin embargo, es diferente a otros tipos de historia. La Biblia no sólo nos enseña el significado de los hechos del pasado, sino que también nos revela el modo en que esos acontecimientos afectan a la vida de cada persona en cada época (cf. Catecismo # 101-104).
· La Biblia es inspirada e inerrante. Dios guió a los autores sagrados, que fueron iluminados por Dios Espíritu Santo para escribir lo que Él quería y sólo eso, lo cual hizo de la Biblia <<no es un verbo escrito y mudo, sino el Verbo encarnado y vivo>> (San Bernardo de Claraval, Homilía super missus est, 4 11: PL 183,86). Por lo tanto, Dios Espíritu Santo es el autor principal de la Sagrada Escritura; los autores humanos fueron instrumentos que Él escogió para revelarse a su pueblo (cf. Catecismo # 105-108).
· La Biblia es también literatura ya que utiliza formas y técnicas literarias, como narraciones, poemas, diálogos y lenguaje figurativo para transmitir su significado. Si se desconocen estas formas y el contexto histórico, político y cultural en que surgieron los textos, permanecerá oculto lo que querían significar los autores sagrados. Estas técnicas literarias estaban al servicio de la finalidad religiosa de la Biblia (cf. Catecismo # 109-111).
· La Sagrada Escritura no está destinada a ser recibida ni como un tratado científico ni como un simple repertorio histórico <<sino, cual es en verdad, como palabra de Dios>> (1 Tes 2, 13; cv DV 24). Debe ser leída a la luz de la Tradición y de las enseñanzas de la Iglesia a fin de que se comprenda adecuadamente. Por eso, la Escritura y la Tradición constituyen un único depósito de la fe que, guiada por el Magisterio, que a su vez está guiado por el Espíritu Santo, preserva y transmite la revelación divina en cada momento
(cf. Catecismo # 84-87).
Fuente: Biblia Didajé

¿𝐐𝐔𝐄 𝐒𝐈𝐆𝐍𝐈𝐅𝐈𝐂𝐀 𝐄𝐋 𝐍𝐔́𝐌𝐄𝐑𝐎 𝟒𝟎 𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐁𝐈𝐁𝐋𝐈𝐀?

«La referencia básica en la Biblia al número cuarenta son los cuarenta años pasados en el desierto por el pueblo de Israel (no solo por Moisés). También se habla de los cuarenta días que estuvo Elías en el monte Horeb. Las tentaciones de Jesús aluden a los cuarenta años de éxodo», explica Santiago Guijarro, catedrático de Nuevo Testamento en la Facultad de teología de la Universidad Pontificia de Salamanca.
𝐄𝐥 𝐧𝐮́𝐦𝐞𝐫𝐨 𝟒𝟎 𝐚𝐩𝐚𝐫𝐞𝐜𝐞 𝐞𝐧 𝐦𝐚́𝐬 𝐝𝐞 𝐜𝐢𝐞𝐧 𝐨𝐜𝐚𝐬𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐁𝐢𝐛𝐥𝐢𝐚 𝐲 𝐞𝐧 𝐦𝐨𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐜𝐥𝐚𝐯𝐞𝐬:
-Cuando Dios envió el diluvio, «cuarenta días y cuarenta noches estuvo lloviendo sobre la tierra» ( Génesis 7,12)
-«Isaac tenía 40 años cuando se casó con Rebeca» (Génesis 25,20). También Esaú cuando contrajo matrimonio con Judit (Gén 26, 34)
-Moisés guió al pueblo de Israel durante 40 años por el desierto hasta la Tierra Prometida y pasó 40 días de oración en el monte Sinaí antes de recibir las Tablas de la Ley (Deuteronomio 9, 9-11). De Moisés reza la Biblia que vivió 120 años (Dt 34,7), una vida que San Esteban dividió en tres etapas (Hch 7, 20-40): 40 años en Egipto, otros 40 como pastor en la tierra de Madián y 40 años de travesía por el desierto.
-Los 12 espías de Israel exploraron la tierra de Canaán durante 40 días (Num 13, 25)
-Los que cometían un exceso y eran castigados no debían recibir «en ningún caso» más de cuarenta azotes «para evitar que aquel compatriota sufra un castigo demasiado duro y se sienta humillado», según el Antiguo Testamento. ( Dt 25,3)
-Goliat desafió a los israelitas por espacio de 40 días ( 1 Sam 17,16) hasta que fue vencido por David
-David reinó 40 años (1Re 2,11), el mismo tiempo que su antecesor Saúl (Hch 13, 21) y que su hijo Salomón (1Rey 11, 42)
-El profeta Elías pasó 40 días en ayunas en el desierto hasta encontrarse con Dios en el monte Horeb (1Re 19,8)
-Jonás anunció que Nínive sería destruida a los 40 días s(Jon 3,4)
-Jesús fue presentado en el Templo a los 40 días de su nacimiento (Lc 2, 22) tal como mandaba la Ley (Lv 12)
– Cuarenta días pasó Jesús en el desierto ( Mt 4,2) y tras su crucifixión, el tiempo en el que se apareció a sus discípulos fue precisamente de 40 días ( Hch 1,3) antes de la Transfiguración.
«Es por tanto un hecho evidente el tener en cuenta el sentido del número 40 que se halla en la base del Antiguo y del Nuevo Testamento. No se trata de un simbolismo secundario, sino constitutivo», afirmaba el salesiano José Aldazabal Larrañaga en su obra «Celebrar la Cuaresma».
«𝐄𝐥 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐝𝐨 𝐛𝐢́𝐛𝐥𝐢𝐜𝐨 𝐦𝐚́𝐬 𝐚𝐧𝐭𝐢𝐠𝐮𝐨 𝐞𝐬 𝐩𝐫𝐨𝐛𝐚𝐛𝐥𝐞𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐮𝐧 𝐭𝐢𝐞𝐦𝐩𝐨 𝐞𝐧 𝐪𝐮𝐞 𝐃𝐢𝐨𝐬 𝐞𝐣𝐞𝐫𝐜𝐞 𝐬𝐮 𝐟𝐮𝐞𝐫𝐳𝐚 𝐚𝐦𝐞𝐧𝐚𝐳𝐚𝐝𝐨𝐫𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐯𝐢𝐬𝐭𝐚𝐬 𝐚 𝐥𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐯𝐞𝐫𝐬𝐢𝐨́𝐧. 𝐄𝐬𝐭𝐞 𝐬𝐞𝐫𝐢́𝐚 𝐞𝐥 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐝𝐨 𝐩𝐫𝐢𝐧𝐜𝐢𝐩𝐚𝐥 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝟒𝟎 𝐝𝐢́𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐝𝐢𝐥𝐮𝐯𝐢𝐨»,, según Aldazábal, quien señalaba que «es también el tiempo en que Dios pone a prueba a su pueblo cuando le dice: «Y tienes que acordarte de todo el camino que Jehová tu Dios te hizo andar estos cuarenta años en el desierto, a fin de humillarte, de ponerte a prueba para saber lo que estaba en tu corazón, en cuanto a si guardarías sus mandamientos o no».
«𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐁𝐢𝐛𝐥𝐢𝐚, 𝐞𝐥 𝐧𝐮́𝐦𝐞𝐫𝐨 𝐜𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨 𝐬𝐢𝐦𝐛𝐨𝐥𝐢𝐳𝐚 𝐞𝐥 𝐮𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐨 𝐦𝐚𝐭𝐞𝐫𝐢𝐚𝐥, 𝐬𝐞𝐠𝐮𝐢𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐜𝐞𝐫𝐨𝐬 𝐬𝐢𝐠𝐧𝐢𝐟𝐢𝐜𝐚 𝐞𝐥 𝐭𝐢𝐞𝐦𝐩𝐨 𝐝𝐞 𝐧𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐭𝐢𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐬𝐞𝐠𝐮𝐢𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐩𝐫𝐮𝐞𝐛𝐚𝐬 𝐲 𝐝𝐢𝐟𝐢𝐜𝐮𝐥𝐭𝐚𝐝𝐞𝐬», se explica en Aciprensa.
𝐏𝐚𝐫𝐚 𝐥𝐚 𝐈𝐠𝐥𝐞𝐬𝐢𝐚 𝐞𝐥 𝐧𝐮́𝐦𝐞𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝟒𝟎 𝐝𝐢́𝐚𝐬 𝐬𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐡𝐚 𝐬𝐢𝐝𝐨 𝐮𝐧 𝐭𝐢𝐞𝐦𝐩𝐨 𝐝𝐞 𝐩𝐞𝐧𝐢𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚, 𝐦𝐚𝐫𝐜𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥 𝐚𝐲𝐮𝐧𝐨. La Cuaresma se prolonga durante 6 semanas hasta el Sábado Santo. Como los domingos no se ayuna, el número 40 se obtiene multiplicando las 6 semanas por los restantes 6 días de la semana (6×6=36) y se agregan cuatro días. De ahí que comience el miércoles de ceniza.
«La duración de la Cuaresma tiene, sin duda, también su origen en los acontecimientos del éxodo», subraya Guijarro antes de relatar cómo «inicialmente reproducía el proceso de los catecúmenos hasta llegar al bautismo, un proceso en el que se reproducía la experiencia de encuentro con Dios vivida por el pueblo en aquellos momentos fundantes».
(𝑝𝑢𝑏𝑙𝑖𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑒𝑛 𝑑𝑖𝑎𝑟𝑖𝑜 𝐴𝐵𝐶 𝑝𝑜𝑟 𝑀𝑜́𝑛𝑖𝑐𝑎 𝐴𝑟𝑟𝑖𝑧𝑎𝑏𝑎𝑙𝑎𝑔𝑎)

𝐄𝐋 𝐈𝐍𝐅𝐈𝐄𝐑𝐍𝐎 𝐄𝐗𝐈𝐒𝐓𝐄 𝐘 𝐄𝐒 𝐄𝐓𝐄𝐑𝐍𝐎

Las penas del infierno son eternas. ¿𝐏𝐨𝐫 𝐪𝐮𝐞́ 𝐫𝐚𝐳𝐨́𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐩𝐞𝐧𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐢𝐧𝐟𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨 𝐬𝐨𝐧 𝐞𝐭𝐞𝐫𝐧𝐚𝐬? 𝐄𝐧𝐬𝐞𝐧̃𝐚 𝐒𝐚𝐧𝐭𝐨 𝐓𝐨𝐦𝐚́𝐬:
“𝐋𝐚 𝐩𝐞𝐧𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐩𝐞𝐜𝐚𝐝𝐨 𝐦𝐨𝐫𝐭𝐚𝐥 𝐞𝐬 𝐞𝐭𝐞𝐫𝐧𝐚, 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐩𝐨𝐫 𝐞́𝐥 𝐬𝐞 𝐩𝐞𝐜𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚 𝐃𝐢𝐨𝐬, 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐬 𝐢𝐧𝐟𝐢𝐧𝐢𝐭𝐨. 𝐘 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐥𝐚 𝐩𝐞𝐧𝐚 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐫 𝐢𝐧𝐟𝐢𝐧𝐢𝐭𝐚 𝐞𝐧 𝐬𝐮 𝐢𝐧𝐭𝐞𝐧𝐬𝐢𝐝𝐚𝐝, 𝐩𝐮𝐞𝐬𝐭𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐫𝐢𝐚𝐭𝐮𝐫𝐚 𝐧𝐨 𝐞𝐬 𝐜𝐚𝐩𝐚𝐳 𝐝𝐞 𝐜𝐮𝐚𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐧𝐚 𝐢𝐧𝐟𝐢𝐧𝐢𝐭𝐚, 𝐬𝐞 𝐫𝐞𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐞 𝐪𝐮𝐞, 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐨 𝐦𝐞𝐧𝐨𝐬, 𝐬𝐞𝐚 𝐝𝐞 𝐝𝐮𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐢𝐧𝐟𝐢𝐧𝐢𝐭𝐚”.
Jesucristo habla con frecuencia de la gehenna y del fuego que nunca se apaga, reservado a los que hasta el fin de su vida rehusan creer y convertirse y donde se puede perder el alma y el cuerpo a la vez.
Jesucristo sentenciará la condenación con estas palabras:
“Alejaos de mí, malditos, al fuego eterno” (Mt 25, 41)”.
 
𝐂𝐀𝐓𝐄𝐂𝐈𝐒𝐌𝐎:
“Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra El, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: “Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida permanente en él” (1 Jn 3, 15). 𝐄𝐬 𝐝𝐞𝐜𝐢𝐫, 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐨𝐫𝐢𝐫 𝐞𝐧 𝐩𝐞𝐜𝐚𝐝𝐨 𝐦𝐨𝐫𝐭𝐚𝐥 𝐬𝐢𝐧 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐫 𝐚𝐫𝐫𝐞𝐩𝐞𝐧𝐭𝐢𝐝𝐨 𝐧𝐢 𝐚𝐜𝐨𝐠𝐞𝐫 𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐦𝐢𝐬𝐞𝐫𝐢𝐜𝐨𝐫𝐝𝐢𝐨𝐬𝐨 𝐝𝐞 𝐃𝐢𝐨𝐬, 𝐬𝐢𝐠𝐧𝐢𝐟𝐢𝐜𝐚 𝐩𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐞𝐜𝐞𝐫 𝐬𝐞𝐩𝐚𝐫𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐞́𝐥 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐬𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐩𝐨𝐫 𝐧𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐚 𝐩𝐫𝐨𝐩𝐢𝐚 𝐲 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐞 𝐞𝐥𝐞𝐜𝐜𝐢𝐨́𝐧. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra infierno”.
La eternidad del infierno y sus penas no contradice que Dios es amor.
𝐃𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐜𝐨𝐥𝐨𝐜𝐨́ 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐢𝐧𝐟𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨: “𝐋𝐨𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐚́𝐢𝐬 𝐚𝐪𝐮𝐢́, 𝐚𝐛𝐚𝐧𝐝𝐨𝐧𝐚𝐝 𝐭𝐨𝐝𝐚 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐧𝐳𝐚”; 𝐲 𝐚𝐠𝐫𝐞𝐠𝐨́: “𝐋𝐚 𝐉𝐮𝐬𝐭𝐢𝐜𝐢𝐚 𝐦𝐨𝐯𝐢𝐨́ 𝐚 𝐦𝐢 𝐬𝐮𝐛𝐥𝐢𝐦𝐞 𝐇𝐚𝐜𝐞𝐝𝐨𝐫; 𝐒𝐨𝐲 𝐥𝐚 𝐨𝐛𝐫𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐃𝐢𝐯𝐢𝐧𝐨 𝐏𝐨𝐝𝐞𝐫, 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐒𝐮𝐩𝐫𝐞𝐦𝐚 𝐒𝐚𝐛𝐢𝐝𝐮𝐫𝐢́𝐚 𝐲 𝐝𝐞𝐥 𝐏𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫 𝐀𝐦𝐨𝐫”.
𝐄𝐧𝐬𝐞𝐧̃𝐚 𝐒𝐚𝐧𝐭𝐨 𝐓𝐨𝐦𝐚́𝐬:
“𝐀𝐬𝐢́ 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐥𝐨𝐬 𝐚́𝐧𝐠𝐞𝐥𝐞𝐬 𝐛𝐮𝐞𝐧𝐨𝐬 𝐬𝐨𝐧 𝐛𝐢𝐞𝐧𝐚𝐯𝐞𝐧𝐭𝐮𝐫𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐩𝐨𝐫 𝐬𝐮 𝐜𝐨𝐧𝐯𝐞𝐫𝐬𝐢𝐨́𝐧 𝐚 𝐃𝐢𝐨𝐬, 𝐝𝐞𝐥 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐨 𝐦𝐨𝐝𝐨 𝐥𝐨𝐬 𝐚́𝐧𝐠𝐞𝐥𝐞𝐬 𝐦𝐚𝐥𝐨𝐬 𝐬𝐨𝐧 𝐫𝐞𝐩𝐫𝐨𝐛𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐩𝐨𝐫 𝐬𝐮 𝐚𝐯𝐞𝐫𝐬𝐢𝐨́𝐧 𝐚 𝐃𝐢𝐨𝐬. 𝐏𝐨𝐫 𝐭𝐚𝐧𝐭𝐨, 𝐬𝐢 𝐥𝐚 𝐦𝐢𝐬𝐞𝐫𝐢𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐚́𝐧𝐠𝐞𝐥𝐞𝐬 𝐦𝐚𝐥𝐨𝐬 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐧𝐚 𝐯𝐞𝐳 𝐡𝐮𝐛𝐢𝐞𝐫𝐞 𝐝𝐞 𝐭𝐞𝐫𝐦𝐢𝐧𝐚𝐫, 𝐭𝐚𝐦𝐛𝐢𝐞́𝐧 𝐥𝐚 𝐛𝐢𝐞𝐧𝐚𝐯𝐞𝐧𝐭𝐮𝐫𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐛𝐮𝐞𝐧𝐨𝐬 𝐭𝐞𝐧𝐝𝐫𝐢́𝐚 𝐟𝐢𝐧, 𝐥𝐨 𝐜𝐮𝐚𝐥 𝐞𝐬 𝐢𝐧𝐚𝐝𝐦𝐢𝐬𝐢𝐛𝐥𝐞”
La Iglesia nos exhorta en la Lumen Gentium 48:
“Como no sabemos ni el día ni la hora es necesario según el consejo del Señor estar continuamente en vela. Así, terminada la única carrera que es nuestra vida en la tierra, mereceremos entrar con él en la boda y ser contados entre los santos 𝐲 𝐧𝐨 𝐧𝐨𝐬 𝐦𝐚𝐧𝐝𝐚𝐫𝐚́𝐧 𝐢𝐫 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐬𝐢𝐞𝐫𝐯𝐨𝐬 𝐦𝐚𝐥𝐨𝐬 𝐲 𝐩𝐞𝐫𝐞𝐳𝐨𝐬𝐨𝐬 𝐚𝐥 𝐟𝐮𝐞𝐠𝐨 𝐞𝐭𝐞𝐫𝐧𝐨, a las tinieblas exteriores, donde habrá llanto y rechinar de dientes”.

APOSTOL EN EL NUEVO TESTAMENTO

En el Nuevo Testamento, la palabra 𝐀𝐏𝐎́𝐒𝐓𝐎𝐋 aparece cerca de ochenta veces y no siempre es usada para designar a todos los discípulos del Señor, sino a aquellos pocos que fueron llamados en forma especial. Es obvio que Nuestro Señor, quien hablaba un dialecto arameo, dio a sus discípulos un título arameo, cuyo equivalente griego era “apóstol”. No parece haber duda razonable acerca de que la palabra aramea en cuestión era “seliah”, con la que los judíos posteriores, y quizás hasta aquellos anteriores a Jesús, señalaban a “quienes eran enviados desde la ciudad madre por los gobernantes en alguna misión al extranjero, especialmente aquellos que estaban encargados de recoger los tributos que se pagaban para el servicio del templo” (Lightfoot, “Galatians”, London, 1896, p. 93).
La palabra apóstol podría ser una traducción exacta de la raíz de la palabra seliah = apostello.
Los Evangelios muestran cómo, desde el inicio de su ministerio, Jesús llamó a algunos judíos a los que hizo sus discípulos después de una instrucción y formación muy cuidadosas. Luego de un tiempo, durante su ministerio en Galilea, eligió a doce a los que, según añaden Marcos (3, 14) y Lucas (6, 13), “llamó también apóstoles”. Así pues, 𝐞𝐥 𝐨𝐫𝐢𝐠𝐞𝐧 𝐝𝐞𝐥 𝐚𝐩𝐨𝐬𝐭𝐨𝐥𝐚𝐝𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐚́ 𝐞𝐧 𝐮𝐧𝐚 𝐯𝐨𝐜𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐜𝐢𝐚𝐥, 𝐮𝐧 𝐧𝐨𝐦𝐛𝐫𝐚𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐜𝐢𝐚𝐥 𝐝𝐞𝐥 𝐒𝐞𝐧̃𝐨𝐫 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐮𝐧𝐚 𝐟𝐮𝐧𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐩𝐞𝐜𝐮𝐥𝐢𝐚𝐫, 𝐪𝐮𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐥𝐥𝐞𝐯𝐚 𝐜𝐢𝐞𝐫𝐭𝐚 𝐚𝐮𝐭𝐨𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐲 𝐝𝐞𝐛𝐞𝐫𝐞𝐬. 𝐄𝐥 𝐧𝐨𝐦𝐛𝐫𝐚𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐝𝐨𝐜𝐞 𝐀𝐩𝐨́𝐬𝐭𝐨𝐥𝐞𝐬 𝐞𝐬 𝐧𝐚𝐫𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐨𝐬 𝐭𝐫𝐞𝐬 𝐞𝐯𝐚𝐧𝐠𝐞𝐥𝐢𝐨𝐬 𝐬𝐢𝐧𝐨́𝐩𝐭𝐢𝐜𝐨𝐬 (𝐌𝐜 𝟑, 𝟏𝟑-𝟏𝟗; 𝐌𝐭 𝟏𝟎, 𝟏-𝟒; 𝐋𝐜 𝟔, 𝟏𝟐-𝟏𝟔) 𝐮𝐭𝐢𝐥𝐢𝐳𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐜𝐚𝐬𝐢 𝐥𝐚𝐬 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐚𝐬 𝐩𝐚𝐥𝐚𝐛𝐫𝐚𝐬, 𝐡𝐚𝐜𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐭𝐫𝐞𝐬 𝐧𝐚𝐫𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐬𝐞𝐚𝐧 𝐥𝐢𝐭𝐞𝐫𝐚𝐫𝐢𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐞𝐩𝐞𝐧𝐝𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐮𝐧𝐚 𝐝𝐞 𝐨𝐭𝐫𝐚.

ESCOGE TUS 5 PIEDRAS

El valle de Elah está emplazado entre las dos principales ciudades de Israel: Jerusalén y Tel Aviv. La región que rodea el valle, circundada por las bajas y redondeadas colinas de cimas desgastadas de Judea, es una de las más importantes de la viticultura israelí. Los halagüeños vinos son catados, cada vez más, por nacionales y foráneos donde los visitantes logran percibir los secretos que esconde este lugar.
Desde el confortable alojamiento de las numerosas casas rurales y monasterios en los que se puede pernoctar, puede divisarse, a lo lejos, un espléndido paisaje verde. Al caer la tarde primaveral, el paseante puede adentrarse por agradables caminos zigzagueantes que discurren entre abundantes rincones sembrados de cereales y viñedos, a la sombra de almendros y algún que otro roble y terebinto, alfombrados multicolores de altramuces y flores de color rojo intenso, y dar con un arroyo. En él puede coger esas piedras lisas y sin aristas que, por la acción del agua y el choque con otras piedras, se les van quitando las deformidades y, ante su apariencia inofensiva, atraen tanto a los niños, que las lanzan al agua para competir en saber quién es el que más lejos consigue llegar, botándolas sobre la superficie.
El mismo arroyo en el que un muy joven pastor de ovejas y cabras, de cabellos crespos y rubios, ojos pequeños y grises, tez sonrosada y hermoso semblante, se arrodilló e introdujo sus manos para escoger cinco piedras lisas, las colocó dulcemente en su bolsa pastoril, en el zurrón que siempre llevaba, entre un pedazo de pan y un trozo de queso, y emprendió el camino, apoyado en su viejo cayado y con su honda en la mano, al encuentro con el gigante filisteo.
«¿Quién podrá contra mí?» – repetía a gritos Goliat, que helaban los corazones israelitas. Sus cerca de tres metros de altura, su casco de bronce, vestido con una malla estruendosa del mismo metal y empuñando una larga lanza, hacían que su desafío fuera incontestable por ninguno de sus oponentes.
El valle de Elah separaba los dos ejércitos, los filisteos al sur, sobre una colina, y los israelitas al norte, sobre otra. El gigante Goliat desafió a sus enemigos a que escogieran a un hombre para luchar contra él:
«Si él puede luchar conmigo y me vence, nosotros seremos vuestros esclavos. Pero si yo puedo más que él y lo venzo, vosotros seréis nuestros esclavos y nos serviréis».
Diariamente, nos enfrentamos a desafíos y nuestros temores siempre nos acompañarán en la vida. Si al levantarnos, en el espejo, pudiéramos ver con cuántos y cuáles temores amanecimos…
«Yo tiraré tus huesos a las aves del campo y a los animales salvajes» dijo Goliat, después de burlarse de la niñez de David.
Gigantes. Del pasado, del presente y del futuro. Nos desafían y nos gritan, nos atemorizan y nos angustian. ¡Cuántos Goliats nos salen al encuentro, robándonos la paz, desahuciando de nuestro corazón la alegría!
Cuando el gigante filisteo se fue acercando al encuentro del joven pastor, David se dio prisa y corrió al combate. Entonces, metió su mano en el zurrón, tomó una de las cinco piedras lisas que escogió del arroyo, la colocó en su honda y la arrojó hacia la frente del gigante. La piedra quedó clavada certeramente y el gigante cayó de bruces en tierra.
Entonces, David corrió, se puso sobre el filisteo y, tomando la espada del caído, la desenvainó y lo mató, cortándole la cabeza. Así mató David al gigante Goliat.
Escoge tus cinco “piedras” y enfréntate a los gigantes que te desafían. Date prisa y corre al “combate”.
Las piedras lisas parecen inofensivas pero, al ser más aerodinámicas y tener menor resistencia, es más difícil que se desvíen de su objetivo por la acción del viento.
Tal vez, necesites arrodillarte para escogerlas.
Quítale aristas y deformaciones.
Sal al encuentro de tus gigantes.
Si al levantarnos, en el espejo, pudiéramos ver con cuántos y cuáles temores amanecimos…
y qué quedó de ellos al acabar el día.
(por Manuel Tovar)

𝐍𝐎 𝐇𝐀𝐘 𝐀𝐋𝐈𝐌𝐄𝐍𝐓𝐎𝐒 𝐏𝐑𝐎𝐇𝐈𝐁𝐈𝐃𝐎𝐒

𝑀𝑢𝑐ℎ𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑒𝑔𝑢𝑛𝑡𝑎𝑛 𝑐𝑜𝑛 𝑓𝑟𝑒𝑐𝑢𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎 𝐢 𝐞𝐧 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐚𝐝, 𝐬𝐞𝐠𝐮́𝐧 𝐥𝐚 𝐁𝐢𝐛𝐥𝐢𝐚, 𝐞𝐬𝐭𝐚́ 𝐩𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐦𝐞𝐫 𝐨 𝐭𝐨𝐦𝐚𝐫 𝐜𝐢𝐞𝐫𝐭𝐨𝐬 𝐚𝐥𝐢𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬. 𝐸𝑠𝑡𝑎 𝑖𝑛𝑞𝑢𝑖𝑒𝑡𝑢𝑑 𝑙𝑒𝑠 𝑛𝑎𝑐𝑒 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑣𝑒𝑟𝑠𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑡𝑒𝑛𝑖𝑑𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑛 𝑚𝑖𝑒𝑚𝑏𝑟𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑛𝑎𝑠 𝑖𝑔𝑙𝑒𝑠𝑖𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑜𝑟𝑖𝑔𝑒𝑛 𝑝𝑟𝑜𝑡𝑒𝑠𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒, 𝑜 𝑑𝑒 𝑐𝑖𝑒𝑟𝑡𝑎𝑠 𝑠𝑒𝑐𝑡𝑎𝑠, 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑛𝑒𝑠, 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝐵𝑖𝑏𝑙𝑖𝑎 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑚𝑎𝑛𝑜, 𝑙𝑒𝑠 ℎ𝑎𝑛 𝑚𝑜𝑠𝑡𝑟𝑎𝑑𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑠𝑒 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑟 𝑐𝑒𝑟𝑑𝑜, 𝑐𝑜𝑛𝑒𝑗𝑜, 𝑐𝑖𝑒𝑟𝑡𝑜𝑠 𝑝𝑒𝑐𝑒𝑠 𝑦 𝑐𝑖𝑒𝑟𝑡𝑎𝑠 𝑎𝑣𝑒𝑠, 𝑒𝑡𝑐. 𝐸𝑛 𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑙𝑖́𝑛𝑒𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑎́𝑛 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑙𝑜𝑠 𝐴𝑑𝑣𝑒𝑛𝑡𝑖𝑠𝑡𝑎𝑠 𝑑𝑒𝑙 𝑆𝑒́𝑝𝑡𝑖𝑚𝑜 𝐷𝑖́𝑎, 𝑙𝑜𝑠 𝑇𝑒𝑠𝑡𝑖𝑔𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝐽𝑒ℎ𝑜𝑣𝑎́, 𝑙𝑜𝑠 𝑀𝑜𝑟𝑚𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑦 𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠. 𝐴𝑙𝑔𝑢𝑛𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖́𝑏𝑒𝑛 𝑖𝑛𝑐𝑙𝑢𝑠𝑜 𝑡𝑜𝑚𝑎𝑟 𝑣𝑖𝑛𝑜 𝑦 𝑐𝑢𝑎𝑙𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟 𝑙𝑖𝑐𝑜𝑟, 𝑐𝑎𝑓𝑒́, 𝑡𝑒́, 𝑐𝑜𝑐𝑎-𝑐𝑜𝑙𝑎, 𝑓𝑢𝑚𝑎𝑟, 𝑒𝑡𝑐., 𝑝𝑜𝑟 𝑚𝑜𝑡𝑖𝑣𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑟𝑒𝑙𝑖𝑔𝑖𝑜́𝑛, 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑖 𝑙𝑎 𝐵𝑖𝑏𝑙𝑖𝑎 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑒𝑠𝑜.
𝑉𝑎𝑚𝑜𝑠, 𝑝𝑢𝑒𝑠, 𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑒𝑠𝑡𝑎𝑟 𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑝𝑢𝑛𝑡𝑜.
𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒𝑟𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑎𝑑𝑣𝑒𝑟𝑡𝑖𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑡𝑒𝑚𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑎𝑙𝑖𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠, 𝑝𝑜𝑟 𝑠𝑒𝑟 𝑢𝑛𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑚𝑎́𝑠 𝑐𝑙𝑎𝑟𝑜𝑠 𝑦 𝑠𝑒𝑛𝑐𝑖𝑙𝑙𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑟𝑒𝑛𝑑𝑒𝑟, 𝑛𝑜𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑚𝑖𝑡𝑒 𝑒𝑛𝑡𝑒𝑛𝑑𝑒𝑟 𝑜𝑡𝑟𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑑𝑎𝑑 𝑏𝑎́𝑠𝑖𝑐𝑎 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑙𝑒𝑐𝑡𝑢𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝐵𝑖𝑏𝑙𝑖𝑎: 𝐋𝐚 𝐁𝐢𝐛𝐥𝐢𝐚 𝐧𝐨 𝐟𝐮𝐞 𝐞𝐬𝐜𝐫𝐢𝐭𝐚 𝐞𝐧 𝐮𝐧 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐝𝐢́𝐚, 𝐬𝐢𝐧𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐟𝐮𝐞 𝐫𝐞𝐝𝐚𝐜𝐭𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐮𝐫𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐮𝐧 𝐩𝐞𝐫𝐢́𝐨𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐜𝐚𝐬𝐢 𝟐.𝟎𝟎𝟎 𝐚𝐧̃𝐨𝐬. 𝐘 𝐜𝐮𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐮𝐧𝐨 𝐥𝐞𝐞 𝐜𝐨𝐧 𝐚𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐨 𝐬𝐚𝐠𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐧𝐨𝐬 𝐝𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐝𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐚 𝐭𝐫𝐚𝐯𝐞́𝐬 𝐝𝐞 𝐭𝐨𝐝𝐚 𝐥𝐚 𝐁𝐢𝐛𝐥𝐢𝐚 𝐡𝐚𝐲 𝐮𝐧𝐚 𝐠𝐫𝐚𝐧 𝐞𝐯𝐨𝐥𝐮𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐨𝐜𝐭𝐫𝐢𝐧𝐚𝐥 𝐲 𝐦𝐨𝐫𝐚𝐥. 𝑌 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑢𝑛𝑜 𝑙𝑒𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑎𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑙𝑖𝑏𝑟𝑜 𝑠𝑎𝑔𝑟𝑎𝑑𝑜 𝑛𝑜𝑠 𝑑𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑑𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑎 𝑡𝑟𝑎𝑣𝑒́𝑠 𝑑𝑒 𝑡𝑜𝑑𝑎 𝑙𝑎 𝐵𝑖𝑏𝑙𝑖𝑎 ℎ𝑎𝑦 𝑢𝑛𝑎 𝑔𝑟𝑎𝑛 𝑒𝑣𝑜𝑙𝑢𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑜𝑐𝑡𝑟𝑖𝑛𝑎𝑙 𝑦 𝑚𝑜𝑟𝑎𝑙. 𝐸𝑠 𝑑𝑒𝑐𝑖𝑟, 𝑞𝑢𝑒, 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝐵𝑖𝑏𝑙𝑖𝑎, 𝑛𝑜 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑒𝑙 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑜 𝑣𝑎𝑙𝑜𝑟 𝑜 𝑖𝑔𝑢𝑎𝑙 𝑣𝑖𝑔𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎. 𝑄𝑢𝑒 ℎ𝑎𝑦 𝑢𝑛𝑎 𝑔𝑟𝑎𝑛 𝑑𝑖𝑓𝑒𝑟𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎, 𝑎𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑙𝑒𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒𝑛, 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑒𝑙 𝐴𝑛𝑡𝑖𝑔𝑢𝑜 𝑦 𝑒𝑙 𝑁𝑢𝑒𝑣𝑜 𝑇𝑒𝑠𝑡𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜. 𝑄𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑠𝑒 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒 𝑙𝑒𝑒𝑟 𝑒𝑙 𝐴𝑛𝑡𝑖𝑔𝑢𝑜 𝑇𝑒𝑠𝑡𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑒𝑛 𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑐𝑖𝑎𝑙 𝑦 𝑎𝑖𝑠𝑙𝑎𝑑𝑎, 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑖 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑒𝑛 𝑒́𝑙 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑎 𝑑𝑜𝑐𝑡𝑟𝑖𝑛𝑎 𝑒𝑡𝑒𝑟𝑛𝑎. 𝐻𝑎𝑦 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑒𝑒𝑟 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑒𝑙 𝐴.𝑇. 𝑎 𝑙𝑎 𝑙𝑢𝑧 𝑑𝑒𝑙 𝑁.𝑇. 𝑃𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝐽𝑒𝑠𝑢𝑐𝑟𝑖𝑠𝑡𝑜, 𝐷𝑖𝑜𝑠-ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒, 𝑒𝑠 𝑒𝑙 𝑐𝑒𝑛𝑡𝑟𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑁.𝑇. 𝑦 𝑒𝑙 𝑓𝑖𝑛 𝑑𝑒 𝑡𝑜𝑑𝑎 𝑙𝑎 𝐵𝑖𝑏𝑙𝑖𝑎. 𝐀𝐝𝐞𝐦𝐚́𝐬, 𝐉𝐞𝐬𝐮𝐜𝐫𝐢𝐬𝐭𝐨, 𝐜𝐨𝐧 𝐬𝐮 𝐚𝐮𝐭𝐨𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐡𝐮𝐦𝐚𝐧𝐨-𝐝𝐢𝐯𝐢𝐧𝐚, 𝐜𝐨𝐫𝐫𝐢𝐠𝐢𝐨́ 𝐲 𝐩𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐜𝐢𝐨𝐧𝐨́ 𝐦𝐮𝐜𝐡𝐚𝐬 𝐜𝐨𝐬𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞
𝐥𝐞𝐞𝐧 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐀.𝐓. 𝐲 𝐚𝐧𝐮𝐥𝐨́ 𝐲 𝐚𝐛𝐨𝐥𝐢𝐨́ 𝐜𝐨𝐬𝐭𝐮𝐦𝐛𝐫𝐞𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐥𝐨𝐬 𝐣𝐮𝐝𝐢́𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐀.𝐓. 𝐞𝐫𝐚𝐧 𝐩𝐫𝐚́𝐜𝐭𝐢𝐜𝐚𝐬 𝐦𝐮𝐲 𝐢𝐦𝐩𝐨𝐫𝐭𝐚𝐧𝐭𝐞𝐬. 𝐘 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐬 𝐜𝐨𝐬𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐉𝐞𝐬𝐮́𝐬 𝐚𝐛𝐨𝐥𝐢𝐨́ 𝐞𝐬𝐭𝐚́ 𝐥𝐚 𝐜𝐮𝐞𝐬𝐭𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐚𝐥𝐢𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬.
𝑃𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝐴.𝑇.
𝐿𝑒𝑦𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑎𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑙𝑎 𝐵𝑖𝑏𝑙𝑖𝑎 𝑛𝑜𝑠 𝑑𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑑𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑑𝑒𝑛𝑡𝑟𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑜 𝐴.𝑇. ℎ𝑎𝑦 𝑑𝑖𝑣𝑒𝑟𝑠𝑎𝑠 𝑡𝑟𝑎𝑑𝑖𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑦 𝑐𝑜𝑠𝑡𝑢𝑚𝑏𝑟𝑒𝑠 𝑒𝑛 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑡𝑜
𝑎 𝑙𝑜𝑠 𝑎𝑙𝑖𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠.
1. 𝐿𝑜𝑠 𝑡𝑒𝑥𝑡𝑜𝑠 𝑎𝑝𝑎𝑟𝑒𝑛𝑡𝑒𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑚𝑎́𝑠 𝑎𝑛𝑡𝑖𝑔𝑢𝑜𝑠 ℎ𝑎𝑏𝑙𝑎𝑛 𝑑𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑜𝑑𝑜𝑠 𝑙𝑜𝑠 𝑎𝑙𝑖𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑠𝑜𝑛 𝑏𝑢𝑒𝑛𝑜𝑠. 𝑄𝑢𝑒 𝑡𝑜𝑑𝑎𝑠 𝑙𝑎𝑠 𝑝𝑙𝑎𝑛𝑡𝑎𝑠 𝑦 𝑎𝑛𝑖𝑚𝑎𝑙𝑒𝑠 ℎ𝑎𝑛 𝑠𝑖𝑑𝑜 𝑐𝑟𝑒𝑎𝑑𝑜𝑠 𝑏𝑢𝑒𝑛𝑜𝑠 𝑦 𝑒𝑠𝑡𝑎́𝑛 𝑎𝑙 𝑠𝑒𝑟𝑣𝑖𝑐𝑖𝑜 𝑑𝑒𝑙 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 (𝐿𝑒𝑎: 𝐺𝑒́𝑛. 1, 20-25 𝑦 28-30). 𝑌 𝑠𝑒 𝑑𝑖𝑐𝑒 𝑒𝑥𝑝𝑟𝑒𝑠𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒: «𝑇𝑜𝑑𝑜 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑚𝑢𝑒𝑣𝑒 𝑦 𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒
𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑙𝑒𝑠 𝑠𝑒𝑟𝑣𝑖𝑟𝑎́ 𝑑𝑒 𝑎𝑙𝑖𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜. 𝑇𝑜𝑑𝑎𝑠 𝑙𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑠𝑎𝑠 𝑙𝑒𝑠 𝑠𝑒𝑟𝑣𝑖𝑟𝑎́𝑛 𝑑𝑒 𝑎𝑙𝑖𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜, 𝑎𝑠𝑖́ 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑙𝑎𝑠 𝑙𝑒𝑔𝑢𝑚𝑏𝑟𝑒𝑠 𝑦 𝑙𝑎𝑠 ℎ𝑖𝑒𝑟𝑏𝑎𝑠». (𝐺𝑒́𝑛. 9, 2-3).
𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑒𝑛𝑠𝑒𝑔𝑢𝑖𝑑𝑎 𝑙𝑒𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝐺𝑒́𝑛. 9, 4 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑙 𝑠𝑎𝑔𝑟𝑎𝑑𝑜 𝑒𝑠𝑐𝑟𝑖𝑡𝑜𝑟 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖́𝑏𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑟 «𝑐𝑎𝑟𝑛𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑠𝑎𝑛𝑔𝑟𝑒». (𝑆𝑒𝑔𝑢́𝑛 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑜𝑠 𝑏𝑖𝑏𝑙𝑖𝑠𝑡𝑎𝑠 𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑢𝑑𝑖𝑜𝑠𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝐵𝑖𝑏𝑙𝑖𝑎, 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑣𝑒𝑟𝑠𝑖́𝑐𝑢𝑙𝑜 (𝐺𝑒́𝑛. 9,4) 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑎𝑔𝑟𝑒𝑔𝑎𝑑𝑜 𝑝𝑜𝑠𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟, 𝑢𝑛𝑎 𝑟𝑒𝑙𝑒𝑐𝑡𝑢𝑟𝑎 𝑖𝑛𝑡𝑟𝑜𝑑𝑢𝑐𝑖𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑙𝑎 𝑡𝑟𝑎𝑑𝑖𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑚𝑜𝑠𝑎𝑖𝑐𝑎).
𝐷𝑒 𝑡𝑜𝑑𝑎𝑠 𝑚𝑎𝑛𝑒𝑟𝑎𝑠, 𝑛𝑎𝑑𝑖𝑒 𝑣𝑎 𝑎 𝑛𝑒𝑔𝑎𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑑𝑖𝑜 𝑙𝑎 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑟 𝑐𝑖𝑒𝑟𝑡𝑜𝑠 𝑎𝑙𝑖𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝐴.𝑇. 𝐸𝑠𝑡𝑎 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑟 𝑐𝑖𝑒𝑟𝑡𝑜𝑠 𝑎𝑙𝑖𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑒𝑠 𝑢𝑛𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝑐𝑎𝑟𝑎𝑐𝑡𝑒𝑟𝑖́𝑠𝑡𝑖𝑐𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑟𝑒𝑙𝑖𝑔𝑖𝑜́𝑛 𝑖𝑠𝑟𝑎𝑒𝑙𝑖́𝑡𝑖𝑐𝑜-𝑗𝑢𝑑𝑖́𝑎.
2. 𝐿𝑜𝑠 𝑡𝑒𝑥𝑡𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑡𝑖𝑣𝑜𝑠 𝑚𝑎́𝑠 𝑓𝑎𝑚𝑜𝑠𝑜𝑠, 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑜𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑢𝑒𝑙𝑒𝑛 𝑚𝑜𝑠𝑡𝑟𝑎𝑟 𝑛𝑢𝑒𝑠-𝑡𝑟𝑜𝑠 ℎ𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝐵𝑖𝑏𝑙𝑖𝑎 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑚𝑎𝑛𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑓𝑢𝑛𝑑𝑖𝑟 𝑎𝑙 𝑐𝑎𝑡𝑜́𝑙𝑖𝑐𝑜 𝑠𝑒𝑛𝑐𝑖𝑙𝑙𝑜, 𝑠𝑜𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑠𝑖𝑔𝑢𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒𝑠: 𝐿𝑒𝑣𝑖́𝑡𝑖𝑐𝑜 11, 1-23 𝑦 𝑠𝑢 𝑝𝑎𝑟𝑎𝑙𝑒𝑙𝑜 𝐷𝑒𝑢𝑡. 14, 3-21.
𝑆𝑒𝑟𝑖́𝑎 𝑙𝑎𝑟𝑔𝑜 𝑐𝑖𝑡𝑎𝑟𝑙𝑜𝑠 𝑎𝑞𝑢𝑖́. 𝐸𝑛 𝑒𝑠𝑡𝑜𝑠 𝑡𝑒𝑥𝑡𝑜𝑠 𝑠𝑒 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖́𝑏𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑟: 𝑐𝑎𝑚𝑒𝑙𝑙𝑜, 𝑐𝑜𝑛𝑒𝑗𝑜, 𝑙𝑖𝑒𝑏𝑟𝑒, 𝑐𝑒𝑟𝑑𝑜 𝑦 𝑢𝑛𝑎 𝑠𝑒𝑟𝑖𝑒 𝑙𝑎𝑟𝑔𝑎 𝑑𝑒 𝑎𝑛𝑖𝑚𝑎𝑙𝑒𝑠 𝑎𝑐𝑢𝑎́𝑡𝑖𝑐𝑜𝑠, 𝑎𝑣𝑒𝑠 𝑦 𝑏𝑖𝑐ℎ𝑜𝑠 𝑎𝑙𝑎𝑑𝑜𝑠. (𝐿𝑜𝑠 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑠𝑜𝑛 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑓𝑎𝑚𝑖𝑙𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑎𝑚𝑒𝑙𝑙𝑜𝑠, 𝑦 𝑡𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 𝑠𝑒𝑟𝑖́𝑎 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑟 𝑐𝑎𝑟𝑛𝑒 𝑑𝑒 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑜).
3. 𝑆𝑒𝑔𝑢́𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑚𝑒𝑗𝑜𝑟𝑒𝑠 𝑏𝑖𝑏𝑙𝑖𝑠𝑡𝑎𝑠, 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑛𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑎𝑠 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑠𝑜𝑛 𝑚𝑢𝑦 𝑎𝑛𝑡𝑖𝑔𝑢𝑎𝑠, 𝑦 𝑠𝑜𝑛 𝑐𝑜𝑠𝑡𝑢𝑚𝑏𝑟𝑒𝑠 𝑡𝑜𝑚𝑎𝑑𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠 𝑝𝑢𝑒𝑏𝑙𝑜𝑠, 𝑦 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟𝑒𝑠 𝑎 𝑙𝑎 𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑚𝑎́𝑠 𝑝𝑟𝑖𝑚𝑖𝑡𝑖𝑣𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝑝𝑢𝑒𝑏𝑙𝑜 𝑑𝑒 𝐼𝑠𝑟𝑎𝑒𝑙. 𝑂𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑠𝑒 𝑑𝑖𝑒𝑟𝑜𝑛 𝑒𝑛 𝐼𝑠𝑟𝑎𝑒𝑙 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑑𝑖𝑠𝑡𝑖𝑛𝑔𝑢𝑖𝑟𝑠𝑒 𝑦
𝑎𝑝𝑎𝑟𝑡𝑎𝑟𝑠𝑒 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑝𝑢𝑒𝑏𝑙𝑜𝑠 𝑝𝑎𝑔𝑎𝑛𝑜𝑠 𝑣𝑒𝑐𝑖𝑛𝑜𝑠 𝑦 𝑑𝑒 𝑠𝑢𝑠 𝑐𝑢𝑙𝑡𝑜𝑠 𝑖𝑑𝑜𝑙𝑎́𝑡𝑟𝑖𝑐𝑜𝑠.
4. 𝐿𝑎 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑟 𝑐𝑎𝑟𝑛𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑠𝑎𝑛𝑔𝑟𝑒 𝑒𝑠 𝑡𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 𝑚𝑢𝑦 𝑎𝑛𝑡𝑖𝑔𝑢𝑎, 𝑦 𝑒𝑙𝑙𝑜 𝑒𝑠 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑐𝑟𝑒𝑖́𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑎 𝑠𝑎𝑛𝑔𝑟𝑒 𝑒𝑟𝑎 𝑒𝑙 𝑎𝑙𝑚𝑎 𝑜 𝑑𝑜𝑛𝑑𝑒 𝑒𝑙 𝑎𝑙𝑚𝑎 𝑟𝑒𝑠𝑖𝑑𝑖́𝑎 (𝐿𝑒𝑣. 19, 26; 17, 11; 𝐷𝑒𝑢𝑡. 12, 23). 𝑃𝑜𝑟 𝑙𝑜 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑜, 𝑠𝑒 𝑗𝑢𝑧𝑔𝑎𝑏𝑎 𝑡𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 𝑖𝑚𝑝𝑢𝑟𝑜 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑎𝑛𝑖𝑚𝑎𝑙 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 ℎ𝑎𝑏𝑖́𝑎 𝑠𝑖𝑑𝑜 𝑑𝑒𝑠𝑎𝑛𝑔𝑟𝑎𝑑𝑜, 𝑦 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑎𝑙𝑖𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑜 𝑡𝑜𝑐𝑎𝑟𝑎 (𝐿𝑒𝑣. 11, 34 𝑦 39). 𝐴𝑑𝑒𝑚𝑎́𝑠 𝑠𝑒 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖́𝑏𝑒 𝑙𝑎 𝑔𝑟𝑎𝑠𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑎𝑛𝑖𝑚𝑎𝑙𝑒𝑠 (𝐿𝑒𝑣. 7, 23).
5. 𝑇𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 𝑠𝑜𝑛 𝑖𝑚𝑝𝑢𝑟𝑜𝑠 𝑦 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑑𝑜𝑠 𝑡𝑜𝑑𝑜𝑠 𝑙𝑜𝑠 𝑎𝑛𝑖𝑚𝑎𝑙𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑐𝑎𝑠𝑎 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 ℎ𝑎𝑦 𝑢𝑛 𝑐𝑎𝑑𝑎́𝑣𝑒𝑟 𝑒𝑛 𝑒𝑙𝑙𝑎. «𝐸𝑠𝑡𝑎 𝑒𝑠 𝑙𝑎 𝑙𝑒𝑦 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑢𝑛𝑜 𝑚𝑢𝑒𝑟𝑒 𝑒𝑛 𝑐𝑎𝑠𝑎: 𝑇𝑜𝑑𝑜 𝑒𝑙 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑐𝑎𝑠𝑎, 𝑦 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑒́ 𝑑𝑒𝑛𝑡𝑟𝑜 𝑑𝑒 𝑒𝑙𝑙𝑎, 𝑠𝑒𝑟𝑎́ 𝑖𝑚𝑝𝑢𝑟𝑜 𝑠𝑖𝑒𝑡𝑒 𝑑𝑖́𝑎𝑠. 𝑌 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑒𝑛𝑣𝑎𝑠𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑒́ 𝑐𝑒𝑟𝑟𝑎𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑡𝑎𝑝𝑎 𝑎𝑡𝑎𝑑𝑎 𝑠𝑒𝑟𝑎́ 𝑖𝑚𝑝𝑢𝑟𝑜». (𝑁𝑢́𝑚. 19, 14-15).
𝑁𝑜 𝑐𝑎𝑏𝑒 𝑑𝑢𝑑𝑎 𝑑𝑒 𝑞𝑢𝑒 ℎ𝑢𝑏𝑜 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑎𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑠 𝑠𝑎𝑛𝑡𝑎𝑠 𝑑𝑒𝑙 𝐴.𝑇. 𝑞𝑢𝑒 𝑜𝑏𝑠𝑒𝑟𝑣𝑎𝑏𝑎𝑛 𝑟𝑖́𝑔𝑖𝑑𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑒𝑠𝑜. 𝐴𝑙𝑔𝑢𝑛𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑒𝑓𝑒𝑟𝑖́𝑎𝑛 𝑚𝑜𝑟𝑖𝑟 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑟 𝑒𝑠𝑡𝑜𝑠 𝑎𝑙𝑖𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑑𝑜𝑠. 𝐴𝑠𝑖́ 𝑙𝑜 𝑙𝑒𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑏𝑒𝑙𝑙𝑖́𝑠𝑖𝑚𝑜 𝑟𝑒𝑙𝑎𝑡𝑜 𝑑𝑒 2 𝑀𝑎𝑐𝑎𝑏𝑒𝑜𝑠 6, 18-31. 𝑌 𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒, 𝑠𝑒𝑔𝑢́𝑛 𝑠𝑢𝑠 𝑐𝑟𝑒𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎𝑠, 𝑒𝑙 𝑞𝑢𝑒𝑏𝑟𝑎𝑛𝑡𝑎𝑟 𝑡𝑎𝑙𝑒𝑠 𝑛𝑜𝑟𝑚𝑎𝑠 𝑎𝑐𝑒𝑟𝑐𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑖𝑑𝑎𝑠 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑑𝑎𝑠, 𝑝𝑜𝑑𝑖́𝑎 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑟𝑝𝑟𝑒𝑡𝑎𝑟𝑠𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑢𝑛𝑎 «𝑎𝑝𝑜𝑠𝑡𝑎𝑠𝑖́𝑎» 𝑜 𝑢𝑛𝑎 «𝑡𝑟𝑎𝑖𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑎 𝑙𝑎 𝑟𝑒𝑙𝑖𝑔𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒𝑙 𝑗𝑢𝑑𝑎𝑖𝑠𝑚𝑜».
𝐸𝑠𝑡𝑎𝑠 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑠𝑜́𝑙𝑜 𝑠𝑒 𝑙𝑒𝑒𝑛 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝐴.𝑇. 𝑦 𝑛𝑜 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑁.𝑇. 𝑑𝑜𝑛𝑑𝑒 𝑠𝑜𝑛 𝑎𝑛𝑢𝑙𝑎𝑑𝑎𝑠 𝑟𝑎𝑑𝑖𝑐𝑎𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑝𝑜𝑟 𝑁𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜 𝑆𝑒𝑛̃𝑜𝑟 𝐽𝑒𝑠𝑢𝑐𝑟𝑖𝑠𝑡𝑜.
¿𝐐𝐮𝐞́ 𝐧𝐨𝐬 𝐞𝐧𝐬𝐞𝐧̃𝐚 𝐞𝐥 𝐍.𝐓. 𝐚𝐜𝐞𝐫𝐜𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐚𝐥𝐢𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬?
𝑇𝑜𝑑𝑎𝑠 𝑙𝑎𝑠 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑟 𝑐𝑖𝑒𝑟𝑡𝑜𝑠 𝑎𝑙𝑖𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 (𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑚𝑒𝑙𝑙𝑜, 𝑒𝑙 𝑐𝑒𝑟-𝑑𝑜, 𝑒𝑙 𝑐𝑜𝑛𝑒𝑗𝑜, 𝑒𝑡𝑐.) 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎𝑛 𝑒𝑛 𝑝𝑙𝑒𝑛𝑎 𝑣𝑖𝑔𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑗𝑢𝑑𝑎𝑖́𝑠𝑚𝑜 𝑑𝑒𝑛𝑡𝑟𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑐𝑢𝑎𝑙 𝑛𝑎𝑐𝑖𝑜́, 𝑣𝑖𝑣𝑖𝑜́ 𝑦 𝑚𝑢𝑟𝑖𝑜́ 𝑁𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜 𝑆𝑒𝑛̃𝑜𝑟 𝐽𝑒𝑠𝑢𝑐𝑟𝑖𝑠𝑡𝑜. ¿𝐶𝑜́𝑚𝑜 𝑟𝑒𝑎𝑐𝑐𝑖𝑜𝑛𝑜́ 𝐽𝑒𝑠𝑢́𝑠 𝑓𝑟𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎 𝑒𝑙𝑙𝑎𝑠?
𝟏. 𝐋𝐚 𝐚𝐜𝐭𝐢𝐭𝐮𝐝 𝐫𝐞𝐧𝐨𝐯𝐚𝐝𝐨𝐫𝐚 𝐲 𝐥𝐢𝐛𝐞𝐫𝐚𝐝𝐨𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐉𝐞𝐬𝐮́𝐬
𝑈𝑛 𝑑𝑖́𝑎, 𝐽𝑒𝑠𝑢́𝑠 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑜́ 𝑎 𝑡𝑜𝑑𝑎 𝑙𝑎 𝑔𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑦 𝑙𝑒𝑠 𝑑𝑖𝑗𝑜: «𝐸𝑠𝑐𝑢́𝑐ℎ𝑒𝑛𝑚𝑒 𝑡𝑜𝑑𝑜𝑠 𝑦 𝑒𝑛𝑡𝑖𝑒́𝑛𝑑𝑎𝑛𝑚𝑒 𝑏𝑖𝑒𝑛: 𝑁𝑜 ℎ𝑎𝑦 𝑛𝑖𝑛𝑔𝑢𝑛𝑎 𝑐𝑜𝑠𝑎 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑎 𝑑𝑒𝑙 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑎𝑙 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑎𝑟 𝑒𝑛 𝑒́𝑙 𝑙𝑜 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑎 ℎ𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜𝑟 𝑜 𝑖𝑚𝑝𝑢𝑟𝑜…». 𝑌 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑢𝑠 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑜𝑠 𝑑𝑖𝑠𝑐𝑖́𝑝𝑢𝑙𝑜𝑠 𝑠𝑒 𝑠𝑜𝑟𝑝𝑟𝑒𝑛𝑑𝑖𝑒𝑟𝑜𝑛 𝑐𝑜𝑛 𝑡𝑎𝑚𝑎𝑛̃𝑎 𝑛𝑜𝑣𝑒𝑑𝑎𝑑, 𝐽𝑒𝑠𝑢́𝑠
𝑎𝑛̃𝑎𝑑𝑖𝑜́ 𝑒𝑛𝑠𝑒𝑔𝑢𝑖𝑑𝑎: «¿𝑁𝑜 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑟𝑒𝑛𝑑𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑑𝑒𝑠𝑑𝑒 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑎 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑎 𝑒𝑛 𝑒𝑙 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑙𝑜 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒 ℎ𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑖𝑚𝑝𝑢𝑟𝑜 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑎 𝑒𝑛 𝑠𝑢 𝑐𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛, 𝑠𝑖𝑛𝑜 𝑒𝑛 𝑠𝑢 𝑒𝑠𝑡𝑜́𝑚𝑎𝑔𝑜 𝑦 𝑙𝑢𝑒𝑔𝑜 𝑠𝑒 𝑒𝑐ℎ𝑎 𝑎𝑓𝑢𝑒𝑟𝑎?». 𝑌 𝑎𝑛̃𝑎𝑑𝑒 𝑒𝑙 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑜 𝐽𝑒𝑠𝑢́𝑠: «𝐿𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑎𝑙𝑒 𝑑𝑒𝑙 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒, 𝑒𝑠𝑜 𝑒𝑠 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑒 ℎ𝑎𝑐𝑒 𝑖𝑚𝑝𝑢𝑟𝑜,
𝑝𝑢𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑑𝑒𝑛𝑡𝑟𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑐𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛 𝑠𝑎𝑙𝑒𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑚𝑎𝑙𝑎𝑠 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠, 𝑙𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑠𝑜́𝑟𝑑𝑒𝑛𝑒𝑠 𝑠𝑒𝑥𝑢𝑎𝑙𝑒𝑠, 𝑙𝑜𝑠 𝑟𝑜𝑏𝑜𝑠, 𝑙𝑖𝑏𝑒𝑟𝑡𝑖𝑛𝑎𝑗𝑒, 𝑒𝑛𝑣𝑖𝑑𝑖𝑎, 𝑖𝑛𝑗𝑢𝑟𝑖𝑎, 𝑜𝑟𝑔𝑢𝑙𝑙𝑜, 𝑓𝑎𝑙𝑡𝑎 𝑑𝑒 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖𝑑𝑜 𝑚𝑜𝑟𝑎𝑙. 𝑇𝑜𝑑𝑜 𝑒𝑠𝑜 𝑠𝑎𝑙𝑒 𝑑𝑒 𝑑𝑒𝑛𝑡𝑟𝑜, 𝑦 𝑒𝑠𝑜 𝑠𝑖́ 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑎𝑛𝑐ℎ𝑎 𝑎𝑙 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒» (𝑀𝑐. 7, 14-23 𝑦 𝑀𝑡. 15, 10-20).
𝟐. 𝐋𝐚 𝐩𝐫𝐚́𝐜𝐭𝐢𝐜𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫𝐨𝐬 𝐜𝐫𝐢𝐬𝐭𝐢𝐚𝐧𝐨𝐬
𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑙𝑜𝑠 𝑗𝑢𝑑𝑖́𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑛𝑢𝑎𝑟𝑜𝑛 𝑎𝑓𝑒𝑟𝑟𝑎𝑑𝑜𝑠 𝑎 𝑠𝑢𝑠 𝑙𝑒𝑦𝑒𝑠 𝑦 𝑐𝑜𝑠𝑡𝑢𝑚𝑏𝑟𝑒𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑠𝑜𝑠 𝑝𝑢𝑛𝑡𝑜𝑠, 𝑒 𝑖𝑚𝑝𝑢𝑔𝑛𝑎𝑟𝑜𝑛 𝑑𝑢𝑟𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎 𝑙𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟𝑜𝑠 𝑐𝑟𝑖𝑠𝑡𝑖𝑎𝑛𝑜𝑠
𝑐𝑜𝑛𝑣𝑒𝑟𝑡𝑖𝑑𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑙 𝑗𝑢𝑑𝑎𝑖́𝑠𝑚𝑜. 𝐷𝑒 𝑡𝑎𝑙 𝑚𝑜𝑑𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑝𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑢𝑛𝑖𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠 𝑐𝑟𝑖𝑠𝑡𝑖𝑎𝑛𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑜𝑟𝑖𝑔𝑒𝑛 𝑗𝑢𝑑𝑖́𝑜, 𝑓𝑢𝑒 𝑚𝑢𝑦 𝑑𝑖𝑓𝑖́𝑐𝑖𝑙 𝑐𝑎𝑚𝑏𝑖𝑎𝑟 𝑑𝑒 𝑐𝑟𝑖𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜
𝑟𝑒𝑠𝑝𝑒𝑐𝑡𝑜 𝑎 𝑙𝑜𝑠 𝑎𝑙𝑖𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠. 𝐻𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑙𝑜𝑠 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑜𝑠 𝑎𝑝𝑜́𝑠𝑡𝑜𝑙𝑒𝑠 𝑡𝑢𝑣𝑖𝑒𝑟𝑜𝑛 𝑠𝑢𝑠 𝑟𝑒𝑠𝑖𝑠𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎𝑠 (𝐻𝑒𝑐ℎ. 10, 9-16; 𝑦 11, 1-18).
𝐼𝑛𝑐𝑙𝑢𝑠𝑜 𝑑𝑒𝑠𝑝𝑢𝑒́𝑠 𝑑𝑒 𝑑𝑒𝑐𝑙𝑎𝑟𝑎𝑟, 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑐𝑜𝑛𝑐𝑖𝑙𝑖𝑜 𝑑𝑒 𝐽𝑒𝑟𝑢𝑠𝑎𝑙𝑒́𝑛, 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑙𝑒𝑠 𝑜𝑏𝑙𝑖𝑔𝑎𝑏𝑎 𝑙𝑎 𝑙𝑒𝑦 𝑑𝑒 𝑀𝑜𝑖𝑠𝑒́𝑠, 𝑛𝑖 𝑙𝑎 𝑐𝑖𝑟𝑐𝑢𝑛𝑐𝑖𝑠𝑖𝑜́𝑛 (𝐻𝑒𝑐ℎ. 15, 1-12), 𝑡𝑢𝑣𝑖𝑒𝑟𝑜𝑛 𝑞𝑢𝑒 ℎ𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑛𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑐𝑒𝑠𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑒𝑐𝑡𝑜 𝑎 𝑙𝑎 𝑐𝑜𝑠𝑡𝑢𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑗𝑢𝑑𝑖́𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑎𝑙𝑖𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑠𝑜́𝑙𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑐𝑖𝑒𝑟𝑡𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑢𝑛𝑖𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠 𝑎𝑖𝑠𝑙𝑎𝑑𝑎𝑠, 𝑑𝑜𝑛𝑑𝑒
ℎ𝑎𝑏𝑖𝑡𝑎𝑏𝑎𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑗𝑢𝑑𝑒𝑜𝑐𝑟𝑖𝑠𝑡𝑖𝑎𝑛𝑜𝑠. 𝐸𝑠 𝑞𝑢𝑒, 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑒𝑛̃𝑎𝑙𝑎 𝑙𝑎 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑎 𝐵𝑖𝑏𝑙𝑖𝑎, 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑜𝑠 𝑗𝑢𝑑𝑒𝑜𝑐𝑟𝑖𝑠𝑡𝑖𝑎𝑛𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑖́𝑎𝑛 𝑎𝑓𝑒𝑟𝑟𝑎𝑑𝑜𝑠 𝑐𝑒𝑙𝑜𝑠𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎 𝑙𝑎 𝐿𝑒𝑦 𝑑𝑒 𝑀𝑜𝑖𝑠𝑒́𝑠 (𝐻𝑒𝑐ℎ. 15, 13-19 𝑦 21, 20). ¡𝑁𝑢𝑛𝑐𝑎 ℎ𝑎𝑛 𝑠𝑖𝑑𝑜 𝑓𝑎́𝑐𝑖𝑙𝑒𝑠 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑎𝑚𝑏𝑖𝑜𝑠!
𝟑. 𝐋𝐚 𝐞𝐧𝐬𝐞𝐧̃𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐚𝐩𝐨́𝐬𝐭𝐨𝐥 𝐏𝐚𝐛𝐥𝐨
𝑆𝑒𝑟𝑎́ 𝑒𝑠𝑝𝑒𝑐𝑖𝑎𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑆𝑎𝑛 𝑃𝑎𝑏𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑛, 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑙𝑖́𝑛𝑒𝑎 𝑙𝑖𝑏𝑒𝑟𝑎𝑑𝑜𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝐽𝑒𝑠𝑢́𝑠, 𝑟𝑒𝑝𝑒𝑡𝑖𝑟𝑎́ 𝑎 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑟𝑖𝑠𝑡𝑖𝑎𝑛𝑜𝑠: «𝑄𝑢𝑒 𝑛𝑎𝑑𝑖𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑟𝑖𝑡𝑖𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑜𝑟 𝑐𝑢𝑒𝑠𝑡𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑖𝑑𝑎 𝑜 𝑏𝑒𝑏𝑖𝑑𝑎, 𝑜 𝑎 𝑝𝑟𝑜-𝑝𝑜́𝑠𝑖𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝑓𝑖𝑒𝑠𝑡𝑎𝑠, 𝑑𝑒 𝑛𝑜𝑣𝑖𝑙𝑢𝑛𝑖𝑜𝑠 𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑠𝑎́𝑏𝑎𝑑𝑜𝑠. 𝑇𝑜𝑑𝑜 𝑒𝑠𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑟𝑎 𝑠𝑖𝑛𝑜 𝑠𝑜𝑚𝑏𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 ℎ𝑎𝑏𝑖́𝑎 d𝑒 𝑣𝑒𝑛𝑖𝑟, 𝑦 𝑎ℎ𝑜𝑟𝑎 𝑙𝑎 𝑟𝑒𝑎𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑒𝑠 𝑙𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎 𝑑𝑒 𝐶𝑟𝑖𝑠𝑡𝑜… ¿𝑃𝑜𝑟 𝑞𝑢𝑒́ 𝑠𝑒 𝑣𝑎𝑛 𝑎 𝑠𝑢𝑗𝑒𝑡𝑎𝑟 𝑎ℎ𝑜𝑟𝑎 𝑎 𝑝𝑟𝑒𝑐𝑒𝑝𝑡𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑜 «𝑛𝑜 𝑡𝑜𝑚𝑒𝑠 𝑒𝑠𝑡𝑜», «𝑛𝑜 𝑔𝑢𝑠𝑡𝑒𝑠 𝑒𝑠𝑜», «𝑛𝑜 𝑡𝑜𝑞𝑢𝑒𝑠 𝑎𝑞𝑢𝑒𝑙𝑙𝑜»?… 𝑇𝑎𝑙𝑒𝑠 𝑐𝑜𝑠𝑎𝑠 𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒𝑛 𝑠𝑢 𝑎𝑝𝑎𝑟𝑖𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝑠𝑎𝑏𝑖𝑑𝑢𝑟𝑖́𝑎 𝑦 𝑑𝑒 𝑝𝑖𝑒𝑑𝑎𝑑, 𝑑𝑒 𝑚𝑜𝑟𝑡𝑖𝑓𝑖𝑐𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑦 𝑑𝑒 𝑟𝑖𝑔𝑜𝑟, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑠𝑖𝑛 𝑣𝑎𝑙𝑜𝑟 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑛𝑜…»
(𝐶𝑜𝑙. 2, 16-17; 20-23).
𝑌 𝑡𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 𝑒𝑛 𝑠𝑢 𝑐𝑎𝑟𝑡𝑎 𝑎 𝑇𝑖𝑚𝑜𝑡𝑒𝑜, 𝑃𝑎𝑏𝑙𝑜 𝑒𝑠𝑐𝑟𝑖𝑏𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑛𝑒𝑠 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖́𝑎𝑛, 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑜𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑠𝑎𝑠, «𝑒𝑙 𝑢𝑠𝑜 𝑑𝑒 𝑎𝑙𝑖𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝐷𝑖𝑜𝑠 𝑐𝑟𝑒𝑜́ 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑎𝑛 𝑐𝑜𝑚𝑖𝑑𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑛 𝑎𝑐𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒 𝑔𝑟𝑎𝑐𝑖𝑎𝑠 𝑝𝑜𝑟 𝑙𝑜𝑠 𝑓𝑖𝑒𝑙𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 ℎ𝑎𝑛 𝑐𝑜𝑛𝑜𝑐𝑖𝑑𝑜 𝑙𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑑𝑎𝑑. 𝑃𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝐷𝑖𝑜𝑠 ℎ𝑎 𝑐𝑟𝑒𝑎𝑑𝑜 𝑒𝑠 𝑏𝑢𝑒𝑛𝑜 𝑦 𝑛𝑜 𝑠𝑒 ℎ𝑎 𝑑𝑒 𝑟𝑒𝑐ℎ𝑎𝑧𝑎𝑟 𝑛𝑖𝑛𝑔𝑢́𝑛 𝑎𝑙𝑖𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑎 𝑐𝑜𝑛 𝑎𝑐𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒 𝑔𝑟𝑎𝑐𝑖𝑎𝑠, 𝑝𝑢𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒𝑑𝑎 𝑠𝑎𝑛𝑡𝑖𝑓𝑖𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑙𝑎 𝑝𝑎𝑙𝑎𝑏𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝐷𝑖𝑜𝑠 𝑦 𝑙𝑎 𝑜𝑟𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛. 𝑆𝑖 𝑡𝑢́ 𝑒𝑛𝑠𝑒𝑛̃𝑎𝑠 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑠𝑎𝑠 𝑎 𝑙𝑜𝑠 ℎ𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠, 𝑠𝑒𝑟𝑎́𝑠 𝑢𝑛 𝑏𝑢𝑒𝑛 𝑚𝑖𝑛𝑖𝑠𝑡𝑟𝑜 𝑑𝑒 𝐶𝑟𝑖𝑠𝑡𝑜 𝐽𝑒𝑠𝑢́𝑠» (1𝑇𝑖𝑚. 4, 3-6; 1 𝐶𝑜𝑟. 6, 13 𝑦 8, 7-13).
𝟒. ¿𝐘 𝐪𝐮𝐞́ 𝐝𝐞𝐜𝐢𝐫 𝐝𝐞𝐥 𝐯𝐢𝐧𝐨?
1. 𝐸𝑛 𝑒𝑙 𝐴𝑛𝑡𝑖𝑔𝑢𝑜 𝑇𝑒𝑠𝑡𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜 ℎ𝑎𝑦 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑜𝑠 𝑦 𝑑𝑖𝑣𝑒𝑟𝑠𝑜𝑠 𝑡𝑒𝑥𝑡𝑜𝑠 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒 𝑙𝑎 𝑣𝑖𝑑 𝑦 𝑒𝑙 𝑣𝑖𝑛𝑜. 𝑆𝑒 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖́𝑏𝑒 𝑒𝑙 𝑣𝑖𝑛𝑜 𝑎 𝑙𝑎 𝑓𝑎𝑚𝑖𝑙𝑖𝑎 𝑠𝑎𝑐𝑒𝑟𝑑𝑜𝑡𝑎𝑙 𝑑𝑒
𝐴𝑎𝑟𝑜́𝑛 (𝐿𝑒𝑣. 10, 9-11). 𝑇𝑎𝑚𝑝𝑜𝑐𝑜 𝑡𝑜𝑚𝑎𝑏𝑎𝑛 𝑣𝑖𝑛𝑜 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑛𝑜𝑠 𝑔𝑟𝑢𝑝𝑜𝑠 𝑟𝑒𝑙𝑖𝑔𝑖𝑜𝑠𝑜𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑖𝑐𝑢𝑙𝑎𝑟𝑒𝑠, 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑒 𝑙𝑒𝑒 𝑒𝑛 𝐽𝑒𝑟. 35, 5-7. 𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑒𝑛 𝑔𝑒𝑛𝑒𝑟𝑎𝑙, 𝑙𝑎 𝑣𝑖𝑑
𝑒𝑠 𝑠𝑖́𝑚𝑏𝑜𝑙𝑜 𝑑𝑒 𝐼𝑠𝑟𝑎𝑒𝑙, 𝑦 𝑠𝑒 𝑐𝑎𝑛𝑡𝑎𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑏𝑜𝑛𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠 𝑑𝑒𝑙 𝑣𝑖𝑛𝑜 𝑡𝑜𝑚𝑎́𝑛𝑑𝑜𝑙𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑚𝑜𝑑𝑒𝑟𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 (𝐼𝑠. 5, 1-7; 𝑃𝑟𝑜𝑣. 9, 2-5; 𝐸𝑐𝑙. 31, 25-30; 𝐶𝑎𝑛𝑡. 5, 1; 𝑆𝑎𝑙.
104, 15).
𝑇𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 𝑠𝑒 𝑢𝑠𝑎𝑏𝑎 𝑒𝑙 𝑣𝑖𝑛𝑜 𝑒𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑠𝑎𝑐𝑟𝑖𝑓𝑖𝑐𝑖𝑜𝑠 (𝐸𝑥. 29, 38-40; 𝑁𝑢́𝑚. 15, 10 ).
2. 𝐸𝑛 𝑒𝑙 𝑁𝑢𝑒𝑣𝑜 𝑇𝑒𝑠𝑡𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜, 𝐽𝑒𝑠𝑢𝑐𝑟𝑖𝑠𝑡𝑜 𝑐𝑜𝑛𝑣𝑖𝑒𝑟𝑡𝑒 𝑒𝑙 𝑎𝑔𝑢𝑎 𝑒𝑛 𝑣𝑖𝑛𝑜 𝑒𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑏𝑜𝑑𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝐶𝑎𝑛𝑎́ (𝐽𝑛. 2, 1-11). 𝑌 𝑎𝑑𝑒𝑚𝑎́𝑠 𝐽𝑒𝑠𝑢́𝑠 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑜 𝑡𝑜𝑚𝑜́ 𝑣𝑖𝑛𝑜 (𝑀𝑡. 11, 19; 𝐿𝑐. 7, 34), 𝑦 𝑙𝑜 𝑝𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑖́𝑚𝑏𝑜𝑙𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑁𝑢𝑒𝑣𝑎 𝐴𝑙𝑖𝑎𝑛𝑧𝑎 (𝑀𝑡. 9, 17; 𝐽𝑛. 15, 1-6). 𝐿𝑢𝑒𝑔𝑜 𝐽𝑒𝑠𝑢́𝑠 𝑐𝑒𝑙𝑒𝑏𝑟𝑎 𝑐𝑜𝑛 𝑣𝑖𝑛𝑜 𝑙𝑎 𝑈𝑙𝑡𝑖𝑚𝑎 𝐶𝑒𝑛𝑎, 𝑐𝑜𝑛𝑣𝑖𝑟𝑡𝑖𝑒́𝑛𝑑𝑜𝑙𝑜 𝑒𝑛 𝑠𝑢 𝑝𝑟𝑜𝑝𝑖𝑎 𝑆𝑎𝑛𝑔𝑟𝑒 (𝐿𝑐. 22, 14-20; 1 𝐶𝑜𝑟. 11, 17-27 𝑦 𝑡𝑒𝑥𝑡𝑜𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑎𝑙𝑒𝑙𝑜𝑠 ).
3. 𝐸𝑙 𝑎𝑝𝑜́𝑠𝑡𝑜𝑙 𝑆𝑎𝑛 𝑃𝑎𝑏𝑙𝑜 𝑙𝑒 𝑟𝑒𝑐𝑜𝑚𝑖𝑒𝑛𝑑𝑎 𝑎 𝑇𝑖𝑚𝑜𝑡𝑒𝑜: «𝑁𝑜 𝑏𝑒𝑏𝑎𝑠, 𝑝𝑢𝑒𝑠, 𝑎𝑔𝑢𝑎 𝑠𝑜𝑙𝑎. 𝑇𝑜𝑚𝑎 𝑢𝑛 𝑝𝑜𝑐𝑜 𝑑𝑒 𝑣𝑖𝑛𝑜 𝑎 𝑐𝑎𝑢𝑠𝑎 𝑑𝑒 𝑡𝑢 𝑒𝑠𝑡𝑜́𝑚𝑎𝑔𝑜 𝑦 𝑑𝑒 𝑡𝑢𝑠 𝑓𝑟𝑒𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑖𝑛𝑑𝑖𝑠𝑝𝑜𝑠𝑖𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠». (1𝑇𝑖𝑚. 5, 23). (𝑂𝑡𝑟𝑎 𝑐𝑜𝑠𝑎 𝑒𝑠 𝑒𝑚𝑏𝑜𝑟𝑟𝑎𝑐ℎ𝑎𝑟𝑠𝑒, 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑜 𝑠𝑖́ 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑔𝑟𝑎𝑣𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎 𝑙𝑎 𝑑𝑖𝑔𝑛𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎). (1𝑇𝑖𝑚. 3, 3-8; 𝑇𝑖𝑡. 2, 3).
𝑄𝑢𝑒𝑟𝑖𝑑𝑜𝑠 𝑎𝑚𝑖𝑔𝑜𝑠, 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝑐𝑙𝑎𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑛𝑒𝑠 ℎ𝑎𝑐𝑒𝑛 𝑝𝑟𝑜𝑏𝑙𝑒𝑚𝑎𝑠 𝑒𝑛 𝑐𝑢𝑒𝑠𝑡𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑖𝑑𝑎 𝑦 𝑏𝑒𝑏𝑖𝑑𝑎, 𝑎𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑜 ℎ𝑎𝑔𝑎𝑛 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝐵𝑖𝑏𝑙𝑖𝑎 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑚𝑎𝑛𝑜, 𝑛𝑜 ℎ𝑎𝑛 𝑙𝑒𝑖́𝑑𝑜 𝑏𝑖𝑒𝑛 «𝑡𝑜𝑑𝑎» 𝑙𝑎 𝐵𝑖𝑏𝑙𝑖𝑎. 𝑁𝑜 ℎ𝑎𝑛 𝑙𝑙𝑒𝑔𝑎𝑑𝑜 ℎ𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑒𝑙 𝑁𝑢𝑒𝑣𝑜 𝑇𝑒𝑠𝑡𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜. 𝐴𝑠𝑖́, ℎ𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠 𝑐𝑎𝑡𝑜́𝑙𝑖𝑐𝑜𝑠, 𝑛𝑜 𝑙𝑒𝑠 ℎ𝑎𝑔𝑎𝑛 𝑐𝑎𝑠𝑜 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜
𝑙𝑜𝑠 ℎ𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑜𝑡𝑒𝑠𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑢 𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠 𝑒𝑛𝑠𝑒𝑛̃𝑒𝑛 𝑠𝑜́𝑙𝑜 𝑐𝑖𝑒𝑟𝑡𝑜𝑠 𝑡𝑒𝑥𝑡𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑙 𝐴𝑛𝑡𝑖𝑔𝑢𝑜 𝑇𝑒𝑠𝑡𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜. 𝑁𝑜 𝑜𝑙𝑣𝑖𝑑𝑒𝑛 𝑛𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑟𝑒𝑔𝑙𝑎 𝑑𝑒 𝑜𝑟𝑜: 𝐸𝑛 𝑙𝑎 𝑟𝑒𝑣𝑒𝑙𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒 𝐷𝑖𝑜𝑠 ℎ𝑎𝑦 𝑢𝑛𝑎 𝑒𝑣𝑜𝑙𝑢𝑐𝑖𝑜́𝑛. 𝐸𝑙 𝐴. 𝑇. 𝑒𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑙𝑎 𝑠𝑜𝑚𝑏𝑟𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝑁. 𝑇. 𝐽𝑒𝑠𝑢́𝑠 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑜 𝑣𝑖𝑛𝑜 𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑓𝑒𝑐𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑟 𝑙𝑎 𝑙𝑒𝑦 𝑎𝑛𝑡𝑖𝑔𝑢𝑎. 𝑃𝑜𝑟 𝑡𝑎𝑛𝑡𝑜 ℎ𝑎𝑦 𝑐𝑜𝑠𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒, 𝑣𝑖𝑠𝑡𝑎𝑠 𝑑𝑒𝑠𝑑𝑒 𝑎ℎ𝑜𝑟𝑎, 𝑦𝑎 𝑞𝑢𝑒𝑑𝑎-𝑟𝑜𝑛 𝑑𝑒𝑓𝑖𝑛𝑖𝑡𝑖𝑣𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎𝑡𝑟𝑎́𝑠, 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑒𝑠 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑟𝑎́𝑐𝑡𝑒𝑟 𝑠𝑎𝑔𝑟𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑠𝑎́𝑏𝑎𝑑𝑜 𝑦 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑙𝑜 𝑟𝑒𝑓𝑒𝑟𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎 𝑙𝑜𝑠 𝑎𝑙𝑖𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑑𝑜𝑠.
𝑈𝑛𝑎 𝑟𝑒𝑔𝑙𝑎 𝑑𝑒 𝑜𝑟𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑙𝑎 𝑟𝑒𝑐𝑡𝑎 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑟𝑝𝑟𝑒𝑡𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝐵𝑖𝑏𝑙𝑖𝑎, 𝑙𝑜 𝑟𝑒𝑝𝑒𝑡𝑖𝑚𝑜𝑠 𝑢𝑛𝑎 𝑣𝑒𝑧 𝑚𝑎́𝑠, 𝑒𝑠 𝑛𝑜 𝑠𝑎𝑐𝑎𝑟 𝑛𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑢𝑛𝑎 𝑓𝑟𝑎𝑠𝑒 𝑑𝑒 𝑠𝑢 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑒𝑥𝑡𝑜.
𝐸𝑠𝑡𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑟𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑜𝑠 𝑒𝑛𝑠𝑒𝑛̃𝑎𝑛 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑠𝑎𝑠 𝑠𝑜́𝑙𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑖𝑔𝑛𝑜𝑟𝑎𝑛𝑐𝑖𝑎, 𝑦 𝑎 𝑝𝑒𝑠𝑎𝑟 𝑑𝑒 𝑎𝑛𝑑𝑎𝑟 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑒𝑙 𝑡𝑖𝑒𝑚𝑝𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑒𝑙 𝑙𝑖𝑏𝑟𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝐵𝑖𝑏𝑙𝑖𝑎 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑚𝑎𝑛𝑜 𝑛𝑜 𝑙𝑜 𝑐𝑜𝑛𝑜𝑐𝑒𝑛, 𝑖𝑔𝑛𝑜𝑟𝑎𝑛 𝑒𝑙 𝑁𝑢𝑒𝑣𝑜 𝑇𝑒𝑠𝑡𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜, 𝑜 𝑡𝑎𝑙 𝑣𝑒𝑧 𝑙𝑜 ℎ𝑎𝑐𝑒𝑛 𝑐𝑜𝑛 𝑚𝑎𝑙𝑎 𝑣𝑜𝑙𝑢𝑛𝑡𝑎𝑑 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑓𝑢𝑛𝑑𝑖𝑟 𝑎 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑎𝑡𝑜́𝑙𝑖𝑐𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑛𝑐𝑖𝑙𝑙𝑜𝑠 𝑦 𝑐𝑜𝑛𝑞𝑢𝑖𝑠𝑡𝑎𝑟𝑠𝑒 𝑎𝑑𝑒𝑝𝑡𝑜𝑠. 𝑌 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑝𝑟𝑜𝑠𝑒𝑙𝑖𝑡𝑖𝑠𝑚𝑜 𝑏𝑎𝑟𝑎𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑛𝑖𝑛𝑔𝑢𝑛𝑎 𝑚𝑎𝑛𝑒𝑟𝑎 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒 𝑠𝑒𝑟 𝑑𝑒𝑙 𝑎𝑔𝑟𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝐷𝑖𝑜𝑠.
𝑄𝑢𝑒𝑟𝑖𝑑𝑜𝑠 𝑎𝑚𝑖𝑔𝑜𝑠, 𝑙𝑒𝑎𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑦 𝑜𝑡𝑟𝑎 𝑣𝑒𝑧 𝑒𝑠𝑡𝑜𝑠 𝑇𝑒𝑚𝑎𝑠, 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑢𝑙𝑡𝑒𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑐𝑖𝑡𝑎𝑠 𝑏𝑖́𝑏𝑙𝑖𝑐𝑎𝑠 𝑦 𝑣𝑒𝑟𝑎́𝑛 𝑐𝑜́𝑚𝑜 𝑒𝑠𝑜 𝑙𝑒𝑠 𝑑𝑎𝑟𝑎́ 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑟𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑦 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑒𝑙 𝑆𝑒𝑛̃𝑜𝑟 𝑝𝑜𝑛𝑑𝑟𝑎́ 𝑒𝑛 𝑠𝑢𝑠 𝑙𝑎𝑏𝑖𝑜𝑠 𝑙𝑎 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑜𝑝𝑜𝑟𝑡𝑢𝑛𝑎 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑒𝑛 𝑎 𝑙𝑎 𝑝𝑢𝑒𝑟𝑡𝑎 𝑑𝑒 𝑠𝑢 𝑐𝑎𝑠𝑎 𝑙𝑜𝑠 𝑟𝑒𝑝𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑜𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑟𝑒𝑙𝑖𝑔𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠.
¿𝐐𝐮𝐞́ 𝐞𝐬 𝐞𝐥 𝐄𝐜𝐮𝐦𝐞𝐧𝐢𝐬𝐦𝐨?
𝐸𝑙 𝐸𝑐𝑢𝑚𝑒𝑛𝑖𝑠𝑚𝑜 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑚𝑜𝑣𝑖𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑑𝑖𝑟𝑖𝑔𝑖𝑑𝑜 𝑎 𝑟𝑒𝑠𝑡𝑎𝑢𝑟𝑎𝑟 𝑙𝑎 𝑢𝑛𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑟𝑖𝑠𝑡𝑖𝑎𝑛𝑜𝑠.
¿𝐐𝐮𝐢𝐞́𝐧𝐞𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐢𝐜𝐢𝐩𝐚𝐧 𝐞𝐧 𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐦𝐨𝐯𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐞𝐜𝐮𝐦𝐞́𝐧𝐢𝐜𝐨?
𝑃𝑎𝑟𝑡𝑖𝑐𝑖𝑝𝑎𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑖𝑛𝑣𝑜𝑐𝑎𝑛 𝑎𝑙 𝐷𝑖𝑜𝑠 𝑈𝑛𝑜 𝑦 𝑇𝑟𝑖𝑛𝑜 𝑦 𝑐𝑜𝑛𝑓𝑖𝑒𝑠𝑎𝑛 𝑎 𝐽𝑒𝑠𝑢𝑐𝑟𝑖𝑠𝑡𝑜 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑆𝑒𝑛̃𝑜𝑟 𝑦 𝑆𝑎𝑙𝑣𝑎𝑑𝑜𝑟.
¿𝐂𝐨𝐦𝐨 𝐨𝐫𝐨́ 𝐉𝐞𝐬𝐮́𝐬 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐔𝐥𝐭𝐢𝐦𝐚 𝐂𝐞𝐧𝐚?
𝐸𝑛 𝑙𝑎 𝑈𝑙𝑡𝑖𝑚𝑎 𝐶𝑒𝑛𝑎, 𝐽𝑒𝑠𝑢́𝑠 𝑜𝑟𝑜́ 𝑑𝑖𝑐𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜: «𝑄𝑢𝑒 𝑡𝑜𝑑𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑎𝑛 𝑢𝑛𝑜, 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑡𝑢́, 𝑃𝑎𝑑𝑟𝑒, 𝑒𝑠𝑡𝑎́𝑠 𝑒𝑛 𝑚𝑖́ 𝑦 𝑦𝑜 𝑒𝑛 𝑡𝑖́, 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 𝑒𝑙𝑙𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑎𝑛 𝑢𝑛𝑜 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑛𝑜𝑠𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠 𝑦 𝑒𝑙 𝑚𝑢𝑛𝑑𝑜 𝑐𝑟𝑒𝑎 𝑞𝑢𝑎 𝑡𝑢́ 𝑚𝑒 ℎ𝑎𝑠 𝑒𝑛𝑣𝑖𝑎𝑑𝑜». (𝐽𝑛. 17, 21)
¿𝐂𝐮𝐚́𝐥 𝐞𝐬 𝐞𝐥 𝐩𝐫𝐢𝐧𝐜𝐢𝐩𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐮𝐧𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐜𝐫𝐢𝐬𝐭𝐢𝐚𝐧𝐨𝐬?
𝐸𝑙 𝑝𝑟𝑖𝑛𝑐𝑖𝑝𝑖𝑜 𝑑𝑒 𝑢𝑛𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑒𝑠 𝑒𝑙 𝐸𝑠𝑝𝑖́𝑟𝑖𝑡𝑢 𝑆𝑎𝑛𝑡𝑜 𝑞𝑢𝑒 ℎ𝑎𝑏𝑖𝑡𝑎 𝑒𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑟𝑒𝑦𝑒𝑛𝑡𝑒𝑠. 𝑆𝑜́𝑙𝑜 𝐸𝑙 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒 𝑟𝑒𝑎𝑙𝑖𝑧𝑎𝑟 𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑎𝑑𝑚𝑖𝑟𝑎𝑏𝑙𝑒 𝑢𝑛𝑖𝑜́𝑛 𝑦 𝑟𝑒𝑠𝑡𝑎𝑢𝑟𝑎𝑟 𝑙𝑎 𝑢𝑛𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑑𝑎.
¿𝐐𝐮𝐞́ 𝐜𝐨𝐫𝐫𝐞𝐬𝐩𝐨𝐧𝐝𝐞, 𝐞𝐧𝐭𝐨𝐧𝐜𝐞𝐬, 𝐚 𝐥𝐨𝐬 𝐜𝐫𝐢𝐬𝐭𝐢𝐚𝐧𝐨𝐬?
𝐴 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑟𝑖𝑠𝑡𝑖𝑎𝑛𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝑑𝑖𝑠𝑡𝑖𝑛𝑡𝑎𝑠 𝑑𝑒𝑛𝑜𝑚𝑖𝑛𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑐𝑜𝑟𝑟𝑒𝑠𝑝𝑜𝑛𝑑𝑒 𝑜𝑟𝑎𝑟 𝑎 𝐷𝑖𝑜𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑎𝑐𝑒𝑙𝑒𝑟𝑎𝑟 𝑙𝑎 ℎ𝑜𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑢𝑛𝑖𝑜́𝑛 𝑦 ℎ𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑔𝑒𝑠𝑡𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑏𝑢𝑒𝑛𝑎 𝑣𝑜𝑙𝑢𝑛𝑡𝑎𝑑 𝑞𝑢𝑒 𝑓𝑎𝑐𝑖𝑙𝑖𝑡𝑒𝑛 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑟𝑒-𝑒𝑛𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑟𝑜 𝑠𝑖𝑛 𝑜𝑙𝑣𝑖𝑑𝑎𝑟 𝑙𝑎𝑠 𝑝𝑎𝑙𝑎𝑏𝑟𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝐽𝑒𝑠𝑢́𝑠: «𝑠𝑒𝑛𝑐𝑖𝑙𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑝𝑎𝑙𝑜𝑚𝑎𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑝𝑟𝑢𝑑𝑒𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑒𝑟𝑝𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒𝑠».
*𝐶𝑢𝑒𝑠𝑡𝑖𝑜𝑛𝑎𝑟𝑖𝑜:
¿𝐶𝑜́𝑚𝑜 ℎ𝑎𝑦 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑒𝑒𝑟 𝑙𝑎 𝐵𝑖𝑏𝑙𝑖𝑎? ¿𝑃𝑜𝑑𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑎𝑓𝑒𝑟𝑟𝑎𝑟𝑛𝑜𝑠 𝑎 𝑡𝑒𝑥𝑡𝑜𝑠 𝑎𝑖𝑠𝑙𝑎𝑑𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑙 𝐴. 𝑇. 𝑦 𝑎𝑝𝑙𝑖𝑐𝑎𝑟𝑙𝑜𝑠 𝑎𝑙 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑑𝑒 ℎ𝑜𝑦? ¿𝐻𝑎𝑦 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑒𝑙 𝐴. 𝑇. 𝑦 𝑒𝑙 𝑁. 𝑇. 𝑢𝑛𝑎 𝑔𝑟𝑎𝑛 𝑒𝑣𝑜𝑙𝑢𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑜𝑐𝑡𝑟𝑖𝑛𝑎𝑙 𝑦 𝑚𝑜𝑟𝑎𝑙? ¿𝑄𝑢𝑒́ 𝑠𝑒 𝑙𝑒𝑒 𝑒𝑛 𝐺𝑒́𝑛. 1, 20-25? ¿𝑆𝑜𝑛 𝑏𝑢𝑒𝑛𝑎𝑠 𝑡𝑜𝑑𝑎𝑠 𝑙𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑠𝑎𝑠? ¿𝐸𝑛 𝑞𝑢𝑒́ 𝑠𝑒 𝑏𝑎𝑠𝑎𝑏𝑎 𝑙𝑎 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒 𝑐𝑖𝑒𝑟𝑡𝑜𝑠 𝑎𝑙𝑖𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝐴. 𝑇 ? ¿𝐶𝑢𝑎́𝑙 𝑓𝑢𝑒 𝑙𝑎 𝑎𝑐𝑡𝑖𝑡𝑢𝑑 𝑙𝑖𝑏𝑒𝑟𝑎𝑑𝑜𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝐽𝑒𝑠𝑢́𝑠? ¿𝑄𝑢𝑒́ 𝑐𝑜𝑛𝑐𝑒𝑠𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 ℎ𝑖𝑐𝑖𝑒𝑟𝑜𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑗𝑢𝑑𝑖́𝑜𝑠 𝑎 𝑙𝑜𝑠 𝑔𝑒𝑛𝑡𝑖𝑙𝑒𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑣𝑒𝑟𝑡𝑖𝑑𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑠𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟𝑜𝑠 𝑠𝑖𝑔𝑙𝑜𝑠? ¿𝐶𝑢𝑎́𝑙 𝑑𝑒𝑏𝑒 𝑠𝑒𝑟 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎 𝑎𝑐𝑡𝑖𝑡𝑢𝑑 ℎ𝑜𝑦?
(𝘍𝘶𝘦𝘯𝘵𝘦: “𝘗𝘢𝘳𝘢 𝘥𝘢𝘳 𝘳𝘢𝘻𝘰́𝘯 𝘥𝘦 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢 𝘌𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘯𝘻𝘢, 𝘴𝘦𝘱𝘢 𝘥𝘦𝘧𝘦𝘯𝘥𝘦𝘳 𝘴𝘶 𝘍𝘦” 𝘱𝘰𝘳 𝘗. 𝘗𝘢𝘶𝘭𝘰 𝘋𝘪𝘦𝘳𝘤𝘬𝘹 𝘺 𝘗. 𝘔𝘪𝘨𝘶𝘦𝘭 𝘑𝘰𝘳𝘥𝘢́)
* 𝘈𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘥𝘦𝘣𝘦𝘴 𝘱𝘰𝘥𝘦𝘳 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘦𝘴𝘵𝘢𝘳 𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘳 𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵𝘢𝘴

SOBRE LOS DEUTEROCANÓNICOS

𝐀𝐮𝐭𝐨𝐫: 𝐉𝐨𝐬𝐞́ 𝐌𝐢𝐠𝐮𝐞𝐥 𝐀𝐫𝐫𝐚́𝐢𝐳.
 
Navegando en Internet me encontré con un estudio anónimo que comentaba entre otras cosas, algunas razones por las cuales los libros deuterocanónicos no podían ser inspirados basadas en su contenido. Luego de investigar la fuente del estudio pude averiguar gracias a un buen amigo que estaba basado en el libro “La Biblia como se convirtió en Libro” de Terry Hall, donde hay un apéndice escrito por Roberto LLoyd que se llama “Porque no aceptamos los libros apócrifos“. Luego de leer con atención el estudio he querido hacer algunos comentarios sobre el mismo y compartirlos con mis hermanos.
 
𝐀𝐫𝐠𝐮𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝟏: 𝐋𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐮𝐭𝐞𝐫𝐨𝐜𝐚𝐧𝐨́𝐧𝐢𝐜𝐨𝐬 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞𝐧 𝐬𝐞𝐫 𝐢𝐧𝐬𝐩𝐢𝐫𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐚𝐟𝐢𝐫𝐦𝐚𝐧 𝐬𝐞𝐫𝐥𝐨
𝐄𝐬𝐭𝐞 𝐚𝐫𝐠𝐮𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐞𝐫𝐚 𝐩𝐫𝐞𝐬𝐞𝐧𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐞𝐬𝐭𝐮𝐝𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐬𝐢𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐦𝐚𝐧𝐞𝐫𝐚:
…Es dentro de los propios libros donde vemos que carecen de una de la principales fuentes para entender que algo es inspirado por Dios, pues no aparece ninguna de estas frases: “Así dice Jehová», “Vino a mí palabra de Jehová», “Habló Jehová a…” y por el contrario expresan su inspiración humana, tal y como aparece en 2ª de Macabeos 15.37-38 “…Y yo termino aquí mi narración. Si está bien escrita y ordenada, esto fue lo que me propuse. Si es mediocre y sin valor, solo eso fue lo que pude hacer “. Claramente expresa que es de propia creación, pues no habla para nada de inspiración divina.
Y luego continúa:
Asimismo, en el prólogo del libro Eclesiástico, habla el nieto del escritor en estos términos: “… Los que leen las Escrituras tienen el deber no solamente de adquirir ellos mismos muchos conocimientos, sino que deben ser capaces de ayudar, tanto de palabra como por escrito, a quienes no han recibido esta instrucción. Así lo hizo mi abuelo Jesús. En primer lugar se dedicó de lleno a la lectura de la ley y los profetas, y de los demás libros recibidos de nuestros antepasados, y alcanzó un conocimiento muy grande de ellos; y luego él mismo se sintió movido a escribir un libro sobre la instrucción y la sabiduría, para que, practicando sus enseñanzas, las personas deseosas de aprender puedan hacer mayores progresos viviendo de acuerdo con la ley». Expresa claramente que su abuelo quiso realizar un libro didáctico, para ayudar al conocimiento de la Ley, pero no expresa para nada algún tipo de revelación, sino que es escrito basándose en el conocimiento adquirido, por su experiencia, de la primera.
Lo primero que viene a la mente ante este argumento son las siguientes interrogantes fundamentales.
1) ¿Piensa el autor que para que un libro sea inspirado debe afirmar que lo es?
2) ¿Piensa el autor que por el hecho de que un libro afirme ser inspirado entonces lo es?
Comencemos con la primera:
 
1) ¿Piensa el autor que para que un libro sea inspirado debe afirmar que lo es?
Si el autor piensa que la respuesta es SI tiene un problema, porque muy pocos libros de la Biblia afirman ser inspirados y muchos de los libros que los protestantes si aceptan en su canon no afirman ser de inspiración divina y de ser cierto este criterio tendrían, siguiendo su línea e pensamiento, que desecharlos también.
El libro de Rut por ejemplo (que aceptan los protestantes) no dice por ninguna parte “Así dice Jehová“, “Vino a mí palabra de Jehová“, “Habló Jehová a…”
Otro ejemplo lo vemos en el comienzo del evangelio de Lucas:
“Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.” Lucas 1,1-4
Tenemos al evangelista afirmando que él había decidido luego de INVESTIGAR todo diligentemente, narrar los hechos para que Teófilo conociera las enseñanzas que ha recibido. Se puede ver claramente que:
1.1) No se ve que el estaba conciente de estar escribiendo un libro inspirado por Dios
1.2) No se ve que estuviera conciente de que su escrito fuera destinado a pertenecer a la Biblia (De hecho era dirigido a Teófilo)
1.3) Tampoco afirma “Vino a mí palabra de Jehová“, “Habló Jehová a…” requisito que parece exigir el autor protestante para determinar la canonicidad de un libro, sino que el mismo autor reconoce que es un compendio de su “investigación diligente”.
Así, si aplicaramos el mismo criterio que utiliza este protestante para descalificar el Eclesiástico y el de Macabeos, tendríamos que descalificar también al evangelio de Lucas.
Otro ejemplo lo vemos en el libro del Eclesiastés también aceptado por protestantes, que comienza diciendo:
Palabras de Cohélet, hijo de David, rey en Jerusalén” Eclesiastés 1,1
Y no solo eso, en su libro afirma desconocimiento de ciertos hechos que Dios ciertamente si conoce:
“¿Quién sabe si el aliento de vida de los humanos asciende hacia arriba y si el aliento de vida de la bestia desciende hacia abajo, a la tierra? Veo que no hay para el hombre nada mejor que gozarse en sus obras, pues esa es su paga. Pero ¿quién le guiará a contemplar lo que ha de suceder después de él?” Eclesiastés 3,21-22
Si se lee con atención el libro completo podrá ver que se repiten muchas expresiones similares (Eclesiastés 3,19 por ejemplo).
En resumen tenemos a Cohelet diciendo:
1.1) Que el libro es “palabra suya”
1.2) Afirmando desconocer hechos que Dios conoce.
¿Por qué entonces siguiendo ese mismo criterio los protestantes no desconocen este libro? ¿O será que para que un libro sea inspirado NO DEBE necesariamente afirmar que lo es?.
 
Pasemos a la segunda interrogante:
2) ¿Piensa el autor que por el hecho de que un libro afirme ser inspirado, entonces lo es?
Si la respuesta del autor a esta pregunta es SI entonces tendría que reconocer hasta el Corán, ya que el Corán afirma ser Palabra de Dios, y no solo el Corán, sino cientos de escritos más.
Así, podríamos resumir que el hecho de que un libro diga por sí mismo ser inspirado NO ES PRUEBA de que de hecho lo es.
 
Argumento 2: El libro de Tobías (uno de los deuterocanónicos) no puede ser inspirado porque afirma que Dios puede perdonar pecados gracias a la limosna.
El argumento es planteado de la siguiente manera:
Tobit 12.9 “Dar limosna salva de la muerte y purifica de todo pecado. Los que dan limosna gozarán de larga vida». El perdón de los pecados gracias a las limosnas.
Aquí el autor descalifica este libro simplemente porque que este dice algo que no acepta la doctrina protestante de su denominación, y por eso el hecho de que un pasaje mencione que Dios puede otorgar misericordia a quien obra en caridad no es para él aceptable. La pregunta de rigor sería ¿Descalificará también el autor la carta del apóstol Pedro?
“Y sobre todo, tened entre vosotros ferviente caridad; porque la caridad cubrirá multitud de pecados” 1 Pedro 4,8
Aquí el problema es que bajo la óptica protestante basada en la “Sola Fides” no hay un entendimiento claro de la doctrina del mérito, la cual es interpretada por ellos con una vía donde los católicos “compramos” el perdón de los pecados por medio de obras. Los católicos creemos que la salvación es “gracia”, pero también es gracia el poder ejercer nuestro libre albedrío para responder afirmativamente a esa llamada gratuita de Dios.
“Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos alcanzarán misericordia. Mateo 5,7
“Para que sea tu limosna en secreto: y tu Padre que ve en secreto, él te recompensará en público. Mateo 6,4
“Mas haceos tesoros en el cielo, donde ni polilla ni orín corrompe, y donde ladrones no minan ni hurtan” Mateo 6,20
“Sepa que el que hubiere hecho convertir al pecador del error de su camino, salvará un alma de muerte, y cubrirá multitud de pecados.” Santiago 5,20
“Y cualquiera que diere á uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, en nombre de discípulo, de cierto os digo, que no perderá su recompensa” Mateo 10,42
“Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme á su labor” 1 Corintios 3,8
“Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa” 1 Corintios 3,14
No es necesario decir que este argumento es también insuficiente.
 
Argumento 3: El Eclesiástico (uno de los deuterocanónicos) no puede ser inspirado porque afirma que Dios aborrece a los malvados y les dará su castigo y pide dar al bueno y no al malvado.
Este argumento es planteado de la siguiente manera:
Eclesiástico 12.6-7 “También Dios aborrece a los malvados y les dará su castigo. Debes dar al bueno, pero no al malvado; da alivio al afligido, pero no des nada al orgulloso». Contradice claramente el mandato divino de amar a nuestros enemigos y no tiene en cuenta la misericordia divina. A nosotros no nos es permitido juzgar si una persona es buena o no, todo el juicio le pertenece a Dios.
Aquí nuestro autor protestante nuevamente intenta engañar deliberadamente a sus lectores (o es eso, o es un absoluto ignorante bíblico) . La Biblia es una revelación progresiva donde Dios poco a poco se va revelando a los hombres hasta llegar a la plenitud de la revelación que es en sí mismo Cristo. No podemos desechar como inspirados todos los libros donde la revelación no había llegado a su plenitud y donde Cristo no le había dado su toque definitivo. Recordemos también que en la Biblia Dios es el autor principal y el hombre es el instrumento o autor secundario, y debemos por tanto entender que la cultura de su época influya en sus escritos como el lápiz en la intensidad de la línea sobre el papel, y no por esto dejen de tener el “sello divino”. Por eso la importancia de interpretar la Biblia en su contexto.
Pero el problema al que se enfrenta el autor es que dicho argumento también se vuelve contra él mismo cuando en otros libros si aceptados por protestantes también se observa exactamente lo mismo. Unos ejemplos:
“Y perseguiréis á vuestros enemigos, y caerán á cuchillo delante de vosotros: Y cinco de vosotros perseguirán á ciento, y ciento de vosotros perseguirán á diez mil, y vuestros enemigos caerán á cuchillo delante de vosotros.” Levítico 26,7-8
“El volverá el mal á mis enemigos: Córtalos por tu verdad”. Salmo 54,5 Biblia Reina-Valera (Salmo 54,7 Biblia de Jerusalén)
“Sea su mesa delante de ellos por lazo, Y lo que es para bien por tropiezo. Sean oscurecidos sus ojos para ver, Y haz siempre titubear sus lomos. Derrama sobre ellos tu ira, Y el furor de tu enojo los alcance. Sea su palacio asolado: En sus tiendas no haya morador. Porque persiguieron al que tú heriste; Y cuentan del dolor de los que tú llagaste. Pon maldad sobre su maldad, Y no entren en tu justicia. Salmo 69,22-28 Biblia Reina-Valera (Salmo 69,23-29 Biblia de Jerusalén)
“Perseguido he mis enemigos, y alcancélos, Y no volví hasta acabarlos. Helos herido, y no podrán levantarse: Cayeron debajo de mis pies. Pues me ceñiste de fortaleza para la pelea; Has agobiado mis enemigos debajo de mí. Y dísteme la cerviz de mis enemigos, Y destruí á los que me aborrecían. Clamaron, y no hubo quien salvase: Aun á Jehová, mas no los oyó. Y molílos como polvo delante del viento; Esparcílos como lodo de las calles”. Salmo 18,37-42 Biblia Reina-Valera (Salmo 18,38-43 Biblia de Jerusalén)
Pasajes como estos abundan en casi todo el Antiguo Testamento, más con estos es suficiente para lo que nos aboca.
Vemos allí que el Salmista pide que sus enemigos “sean cortados”, que Dios “derrame su ira sobre ellos”, que “ponga maldad sobre su maldad y que no se salven”, que “sean acabados” y que aunque clamaron Dios “no los oyó”. Si comparamos esto con la revelación de Cristo cuando clamó en la cruz: “Padre, perdónalos que no saben lo que hacen” (Lucas 23,43) y el corazón del evangelio que no enseña a “amar a los que nos odian” (Mateo 5,44-45) evidentemente encontraremos una evolución enorme en la revelación y de aquello que Dios quiere para nosotros, más no por eso quiere decir que esos escritos no hayan pertenecido a libros inspirados por Dios, sino que ha sido Dios quien por Cristo ha traído la revelación definitiva y por eso Cristo mismo enseña:
“«Habéis oído que se dijo: = Amarás a tu prójimo = y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos.” Mateo 5,43-45
Volviendo a nuestro punto, y tratando de escapar de las dificultades que podemos tener para entender esos duros pasajes del Antiguo Testamento, lo cierto es que si los protestantes van a rechazar el libro del Eclesiástico por la razón de que en un pasaje no enseña el amor a los enemigos, entonces mejor sería que rechazaran medio Antiguo Testamento de plano y así no demostrar un doble criterio.
 
𝐀𝐫𝐠𝐮𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝟒: 𝐄𝐥 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝐉𝐮𝐝𝐢𝐭 (𝐮𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐮𝐭𝐞𝐫𝐨𝐜𝐚𝐧𝐨́𝐧𝐢𝐜𝐨𝐬) 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐫 𝐢𝐧𝐬𝐩𝐢𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐃𝐢𝐨𝐬 𝐧𝐨 𝐣𝐮𝐬𝐭𝐢𝐟𝐢𝐜𝐚 𝐥𝐚 𝐦𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫𝐚 𝐲 𝐦𝐞𝐧𝐨𝐬 𝐥𝐚 𝐢𝐧𝐬𝐩𝐢𝐫𝐚 𝐲 𝐉𝐮𝐝𝐢𝐭 𝐩𝐢𝐝𝐞 𝐚 𝐃𝐢𝐨𝐬 𝐩𝐨𝐝𝐞𝐫 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐞𝐧𝐠𝐚𝐧̃𝐚𝐫.
𝐄𝐬𝐭𝐞 𝐚𝐫𝐠𝐮𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐞𝐬 𝐩𝐥𝐚𝐧𝐭𝐞𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐬𝐢𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐦𝐚𝐧𝐞𝐫𝐚:
Judit 9.13 “Dame palabras para poder engañarlos y causarles el desastre y la muerte, pues tienen planes perversos contra tu alianza, contra el templo consagrado a ti, contra el monte Sión y contra la ciudad que es hogar y propiedad de tus hijos». Dios es la verdad, nunca justifica la mentira y menos la inspira, por lo que este texto enseña algo contrario a la Palabra de Dios.
Aquí la visión fundamentalista de la Biblia del autor protestante vuelve no solo a demostrar profunda ignorancia bíblica y a equivocarse por no entender aquello de “Misericordia quiero y no sacrificio” (Óseas 6,6)
Para para entender el error de este ejemplo, es bastante útil hacerlo analizando un caso real:
Imaginen que ustedes hubieran sido parte de un hogar alemán de la segunda guerra mundial que dio refugio a una familia judía para que no fuera a ser llevada a un campo de concentración Nazi. Imagine que llegan oficiales Nazi preguntando si hay judíos en su casa. ¿Qué debe hacer usted?
1) Decir la verdad porque Dios manda no mentir, decir que ellos están en su casa causando que ellos sean encarcelados y lo más seguro asesinados.
2) Decir que ellos no están allí (mentir) para que ellos se salven.
Bajo la forma de ver las cosas por el autor protestante del panfleto, habría que decir la verdad y entregar a los nazis la familia entera.
En ciertos casos faltar a este precepto por una causa mayor no solo no es castigado por Dios sino recompensado y un caso muy similar al ejemplo que puesto sale narrado en la Biblia y lo vemos en el libro de Josué (aceptado por los protestantes), donde una prostituta fue justificada cuando escondió a los espías del pueblo de Israel y MINTIO a quienes les perseguían para que no les capturaran.
“Josué, hijo de Nun, envió secretamente desde Sittim dos espías con esta orden: «Id y explorad el país y Jericó.» Fueron y entraron en casa de una prostituta, llamada Rajab, y durmieron allí. Se le dijo al rey de Jericó: «Mira que unos hombres israelitas han entrado aquí por la ncohe para explorar el país.» Entonces el rey de Jericó mandó decir a Rajab: «Haz salir a los hombres que han entrado donde ti – que han entrado a tu casa – porque han venido para explorar todo el país.» Pero la mujer tomó a los dos hombres y los escondió. Luego respondió: «Es verdad que esos hombres han venido a mi casa, pero yo no sabía de dónde eran. Cuando se iba a cerrar la puerta por la noche, esos hombres salieron y no sé adónde han ido. Perseguidles aprisa, que los alcanzaréis.» Pero ella los había hecho subir al terrado y los había escondido entre unos haces de lino que tenía amontanados en el terrado” Josué 2,1-6
Incluso si leemos la carta del apóstol Santiago vemos nada menos que el apóstol afirma que por esta acción de Rajab (Mentir al rey) ella fue justificada.
“Del mismo modo Rajab, la prostituta, ¿no quedó justificada por las obras dando hospedaje a los mensajeros y haciéndoles marchar por otro camino?” Santiago 2,25
Así, si aplicaramos ese criterio de forma uniforme a toda la Escritura, el autor debería descartar también el libro de Josué y la carta de Santiago o reconocer que aplica un doble criterio.
 
𝐀𝐫𝐠𝐮𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝟓: 𝐄𝐥 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝐒𝐚𝐛𝐢𝐝𝐮𝐫𝐢́𝐚 (𝐮𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐮𝐭𝐞𝐫𝐨𝐜𝐚𝐧𝐨́𝐧𝐢𝐜𝐨𝐬) 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐫 𝐢𝐧𝐬𝐩𝐢𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞𝐠𝐮́𝐧 𝐞𝐥 𝐆𝐞́𝐧𝐞𝐬𝐢𝐬 𝐃𝐢𝐨𝐬 𝐜𝐫𝐞𝐚 𝐚𝐥 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐧𝐚𝐝𝐚 𝐲 𝐚𝐥𝐥𝐢́ 𝐬𝐞 𝐚𝐟𝐢𝐫𝐦𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐨 𝐜𝐫𝐞𝐨́ 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐦𝐚𝐭𝐞𝐫𝐢𝐚 𝐬𝐢𝐧 𝐟𝐨𝐫𝐦𝐚.
𝐄𝐬𝐭𝐞 𝐚𝐫𝐠𝐮𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐞𝐬 𝐩𝐥𝐚𝐧𝐭𝐞𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐬𝐢𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐦𝐚𝐧𝐞𝐫𝐚:
Sabiduría 11.17 “Tu mano omnipotente, que de la materia sin forma creó el mundo». Según el Génesis Dios crea el mundo de la nada, sólo con su Palabra.
Este argumento es bastante tonto y parece ver contradicciones donde no la hay.
Que Dios haya creado todo de la nada no quiere decir que no haya podido, a través de un proceso, partiendo de algo que el creó, seguir creando.
Así por ejemplo, en el mismo Génesis vemos que Dios creó al hombre “del polvo de la tierra” y a la mujer de la “costilla del hombre”, no “de la nada” y no por eso se contradice el Génesis a sí mismo.
 
𝐀𝐫𝐠𝐮𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝟔: 𝐄𝐥 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝐌𝐚𝐜𝐚𝐛𝐞𝐨𝐬 (𝐝𝐞𝐮𝐭𝐞𝐫𝐨𝐜𝐚𝐧𝐨́𝐧𝐢𝐜𝐨) 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐫 𝐢𝐧𝐬𝐩𝐢𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐣𝐮𝐬𝐭𝐢𝐟𝐢𝐜𝐚 𝐞𝐥 𝐨𝐫𝐚𝐫 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐨𝐬 𝐦𝐮𝐞𝐫𝐭𝐨𝐬.
𝐄𝐬𝐭𝐞 𝐚𝐫𝐠𝐮𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐞𝐬 𝐩𝐥𝐚𝐧𝐭𝐞𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐬𝐢𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐦𝐚𝐧𝐞𝐫𝐚:
2ª de Macabeos 12.45 “Si él no hubiera creído en la resurrección de los soldados muertos, hubiera sido innecesario e inútil orar por ellos. Pero, como tenía en cuenta que a los que morían piadosamente los aguardaba una gran recompensa, su intención era santa y piadosa. Por esto hizo ofrecer ese sacrificio por los muertos, para que Dios les perdonara su pecado». Justifica el orar por los muertos.
Nuevamente aquí el mismo problema de negar la inspiración y canonicidad de un libro porque afirma algo contrario a la doctrina de la propia denominación o secta. Debido a que el libro enseña que es piadoso orar por el descanso eterno de los difuntos, asumen que es razón de que el libro no sea inspirado.
Cuando Lutero intentó eliminar del Canon los libros deuterocanónicos, trató de eliminar también del Nuevo Testamento Hebreos, Santiago, Judas y el Apocalipsis por la misma razón. El libro de Macabeos contradecía explícitamente su enseñanza ya que él había negado la doctrina del purgatorio. Hebreos era también una piedra de tropiezo ya que contradecía varias de sus doctrinas. Primeramente refutaba tajantemente la doctrina de que el hombre no puede perder su salvación (Hebreos 2,1-3) y no solo eso, sino que ¡citaba un hecho que solamente estaba mencionado en el libro de Macabeos que él ya había rechazado!.
El suceso en cuestión es narrado en 2 Macabeos 7 cuando durante la persecución de los Macabeos fueron apresados siete hermanos y su madre. El rey los torturó para que comieran alimentos impuros prohibidos por la Ley. Uno tras uno murieron afirmando esperar la resurrección para la vida eterna. (2 Mac 7, 1.5-9). Este hecho es claramente citado en Hebreos 11,35 donde nada menos que el autor de la epístola menciona todos aquellos hechos heroicos que narran las Escrituras sobre nuestros antepasados (¡Hecho que no es narrado en ninguno de los libros protocanónicos!).
 
𝐀𝐫𝐠𝐮𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝟕: 𝐄𝐥 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝐉𝐮𝐝𝐢𝐭 𝐲 𝐞𝐥 𝐝𝐞 𝐁𝐚𝐫𝐮𝐜 (𝐝𝐞𝐮𝐭𝐞𝐫𝐨𝐜𝐚𝐧𝐨́𝐧𝐢𝐜𝐨𝐬) 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐫 𝐢𝐧𝐬𝐩𝐢𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞𝐧 𝐢𝐦𝐩𝐫𝐞𝐜𝐢𝐬𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨́𝐫𝐢𝐜𝐚𝐬
𝐄𝐬𝐭𝐞 𝐚𝐫𝐠𝐮𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐞𝐬 𝐩𝐥𝐚𝐧𝐭𝐞𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐬𝐢𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐦𝐚𝐧𝐞𝐫𝐚:
Judit 1.1 “Cuando Nabucodonosor estaba en el año doce de su reinado sobre los asirios en Nínive, su capital”. Está demostrado y documentado que Nabucodonosor nunca fue rey de Asiria sino de Babilonia, aunque conquistó este reino nunca trasladó su capital a Nínive.
Baruc 1.1-2 “Este es el libro que Baruc, hijo de Nerías y descendiente de Maaseías, Sedequías, Hasadías e Hilquías, escribió en Babilonia el día siete del mes del año quinto después que los caldeos se apoderaron de Jerusalén y la incendiaron.”. Crea contradicción con el libro de Jeremías, que afirma claramente que Baruc no estaba en Babilonia, sino en Egipto: “Por el contrario, Johanán y todos los jefes militares reunieron a la poca gente de Judá que aún quedaba … incluyendo a Jeremías y a Baruc. Sin hacer caso de la orden del Señor, todos ellos se fueron a Egipto y llegaron hasta la ciudad de Tafnes.” (Jeremías 43.4-7)
El hecho de que algún libro de la Biblia tenga imprecisiones históricas NO LE DESCALIFICA como inspirado. De hecho, muchos libros protocanónicos (que también aceptan los protestantes como inspirados) las tienen y no por eso ellos los descalifican.
Lo importante es entender que las Sagradas Escrituras por ser Palabra de Dios contienen la verdad en orden de nuestra salvación. En la Biblia puede haber imprecisiones geográficas o históricas, pues no es un libro científico ni tampoco es un libro hecho con los criterios modernos para escribir historia. (Eso no era esencial para los antiguos). Lo fundamental es que la Biblia es un libro religioso y que está dirigido principalmente a revelarnos lo que Dios ha dispuesto para nuestra salvación. Los autores de la Biblia escribían los hechos según la tradición que habían recibido oralmente y no tuvieron intención de hacer unos libros científicos sobre el origen del mundo o sobre la historia de Israel. Lo que sus autores querían era transmitirnos, con mirada de fe, el sentido y la importancia viva y actual de lo que Dios había hecho en favor de su pueblo y del mensaje que había proclamado por sus profetas y el mismo Jesús.
Así mismo no nos debería sorprender:
7.1) Que en los libros de Samuel se recojan dos tradiciones diferentes de la muerte de Saul:
Dijo Saúl a su escudero: «Saca tu espada y traspásame, no sea que lleguen esos incircuncisos y hagan mofa de mí », pero el escudero no quiso pues estaba lleno de temor. Entonces Saúl tomó la espada y se arrojó sobre ella. Viendo el escudero que Saúl había muerto, se arrojó también sobre su espada y murió con él. 1 Samuel 31,4-5
Dijo David al joven que le daba la noticia “: «¿Cómo sabes que han muerto Saúl y su hijo Jonatán?» Respondió el joven que daba la noticia: «Yo estaba casualmente en el monte Gelboé; Saúl se apoyaba en su lanza, mientras los carros y sus guerreros le acosaban. Se volvió y al verme me llamó y contesté: “Aquí estoy.” Me dijo: “¿Quién eres tú?” Le respondí: “Soy un amalecita.” Me dijo: [Saul] “Acércate a mí y mátame, porque me ha acometido un vértigo aunque tengo aún toda la vida en mí.” Me acerqué a él y le maté, pues sabía que no podría vivir después de su caída; luego tomé la diadema que tenía en su cabeza y el brazalete que tenía en el brazo y se los he traído aquí a mi señor.» 2 Samuel 5,1-10
En la primera tradición que recopila la muerte de Saúl el mismo se mata. En la segunda tradición es un amalecita quien le mata. A pesar de ser dos tradiciones diferentes, el profeta recopila AMBAS.
¿Quiere decir esto que los libros de Samuel no son inspirados? ¿Por qué no desecha también el autor estos libros con la excusa de que hay imprecisiones históricas?
7.2) La muerte de Judas es recogida de dos tradiciones diferentes:
“Entonces Judas, el que le entregó, viendo que había sido condenado, fue acosado por el remordimiento, y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo: «Pequé entregando sangre inocente.» Ellos dijeron: «A nosotros, ¿qué? Tú verás.» El tiró las monedas en el Santuario; después se retiró y fue y se ahorcó.” Mateo 27,3-5
«Hermanos, era preciso que se cumpliera la Escritura en la que el Espíritu Santo, por boca de David, había hablado ya acerca de Judas, el que fue guía de los que prendieron a Jesús. Porque él era uno de los nuestros y obtuvo un puesto en este ministerio. Este, pues, compró un campo con el precio de su iniquidad, y cayendo de cabeza, se reventó por medio y se derramaron todas sus entrañas. – Hechos 1,16-18
La primera tradición recopila que Judas devolvió las monedas, la segunda que con ellas compró un campo, la primera que se ahorcó, la segunda que se cayó de cabeza y se derramaron sus entrañas.
7.3) Otras pequeñas imprecisiones históricas de libros que los protestantes si reconocen como inspirados
En Lucas 2,1-2 se menciona que en tiempo del nacimiento de Jesús hubo un censo siendo gobernador de Siria, el ex-cónsul Cirino, y se menciona que fue por orden del emperador Cesar Augusto que los habitantes de Palestina debían viajar con sus familias, a su lugar de origen para empadronarse. Cuando Publio Sulpicio Cirino, fue gobernador de Siria se registra un censo, pero éste ocurrió en el año 6 de nuestra era (Dato corroborado por el historiador judío, Flavio Josefo). Por otro lado el evangelio de Lucas y el de Mateo sitúan el nacimiento de Jesús durante el reinado de Herodes el Grande, Tetrarca de Galilea, Samaria, Judea e Idumea. Sin embargo, Herodes murió aproximadamente el año 4 antes de Cristo.
Eso sin mencionar que científicamente se ha comprobado que el hombre tiene por mucho más de 6000 años sobre la tierra.
La verdad es que el mismo argumento que utiliza nuestro amigo para descalificar los deuterocanónicos, lo utilizan los ateos para descalificar la Biblia entera, y todo eso por no entender realmente cual es la finalidad de la Biblia: Darnos el mensaje de salvación y no una explicación de cómo Dios unió átomos en moléculas, moléculas en partículas, partículas en polvo, polvo en hombres, y todo esto explicado en cuando al donde, cuando como y donde.
Se concluye también que este argumento es insuficiente.
 
𝐀𝐫𝐠𝐮𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝟖: 𝐄𝐥 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝐌𝐚𝐜𝐚𝐛𝐞𝐨𝐬 (𝐝𝐞𝐮𝐭𝐞𝐫𝐨𝐜𝐚𝐧𝐨́𝐧𝐢𝐜𝐨) 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐫 𝐢𝐧𝐬𝐩𝐢𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐚𝐩𝐨𝐲𝐚 𝐥𝐚 𝐢𝐧𝐭𝐞𝐫𝐜𝐞𝐬𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐬𝐚𝐧𝐭𝐨𝐬.
𝐄𝐬𝐭𝐞 𝐚𝐫𝐠𝐮𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐞𝐬 𝐩𝐥𝐚𝐧𝐭𝐞𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐬𝐢𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐦𝐚𝐧𝐞𝐫𝐚:
2ª de Macabeos 15.12-16 “La visión era esta: … se trataba de un personaje de la más alta autoridad. Onías tomó la palabra, y dijo: “Este es Jeremías, el profeta de Dios, el amigo de sus hermanos, que ora mucho por el pueblo y por la ciudad santa.” Jeremías extendió la mano derecha, le dio a Judas una espada de oro y le dijo: “Toma esta espada santa, que Dios te da; con ella destrozarás a los enemigos.»». Aquí vemos otra creencia religiosa católica y es que los muertos (pues Jeremías estaba en el Cielo), pueden interceder por los vivos, justificando así la oración a los “Santos».
Lo dicho en el argumento 6 es válido también para este argumento. Nada menos que la negación de la inspiración de un libro porque enseñe una doctrina contraria a la doctrina protestante ¿Entienden porqué Lutero no quería que permanecieran en el canon?. ¡Nada menos que un libro escrito mucho antes de Cristo enseña doctrinas católicas! ¿Cómo entonces podrían los protestantes afirmar que la intercesión de los santos fue inventada luego del reinado de Constantino muchos siglos después?
El hecho de que nuestros hermanos protestantes no logren entender que en Cristo tenemos vida y vida en abundancia y que luego de morir en santidad podemos estar con Cristo, lo cual ciertamente es lo mejor (Filipenses 1,23) y que precisamente cuando estamos en su presencia no perdemos la capacidad de pedir e interceder EN CRISTO por nuestros hermanos, todos un mismo cuerpo y un mismo espíritu con Cristo como cabeza, tal como lo hacemos en vida, no quiere decir que dicho libro no sea inspirado.
¿No es curiosa esta doctrina protestante que afirma que una vez con Cristo y EN Cristo no podamos pedir? ¿No se ve a los santos clamando en el cielo acaso? (Apocalipsis 6,9-11).
 
𝐀𝐫𝐠𝐮𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝟗: 𝐄𝐥 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝐓𝐨𝐛𝐢́𝐚𝐬 (𝐝𝐞𝐮𝐭𝐞𝐫𝐨𝐜𝐚𝐧𝐨́𝐧𝐢𝐜𝐨) 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐫 𝐢𝐧𝐬𝐩𝐢𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐚𝐩𝐨𝐲𝐚 𝐩𝐫𝐚𝐜𝐭𝐢𝐜𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐜𝐮𝐫𝐚𝐧𝐝𝐞𝐫𝐨𝐬.
𝐄𝐬𝐭𝐞 𝐚𝐫𝐠𝐮𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐞𝐬 𝐩𝐥𝐚𝐧𝐭𝐞𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐬𝐢𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐦𝐚𝐧𝐞𝐫𝐚:
Tobit 6.4-9 “El ángel le dijo: Ábrelo y sácale la hiel, el corazón y el hígado, y guárdalos. Son un remedio muy útil. … Entonces el muchacho preguntó al ángel: Amigo Azarías, ¿para qué sirven de remedio la hiel, el corazón y el hígado del pescado? Él contestó: Cuando una persona es atacada por un demonio o espíritu malo, si se queman delante de esa persona el corazón y el hígado del pescado, cesa el ataque y no se repite jamás. Y cuando una persona tiene nubes en los ojos, si se untan con la hiel y se sopla en ellos, queda sana». Apoya aquí la práctica de los curanderos.
Este argumento tampoco puede utilizarse para descalificar el libro de Tobías, ante todo porque el hecho de que el autor se sirve de las opiniones populares de su tiempo sobre la virtud curativa de la hiel, del corazón y del hígado, y las incorpora en el relato, no implica a que esté apoyando las prácticas de los curanderos. Tomemos en cuenta también que en la cultura judía muchas enfermedades eran atribuidas a demonios. Bien pudo haber sido un remedio natural. De hecho algunos expositores creen que sería el pez llamado luccio que en griego significa “pez lobo” y cuya especia abunda mucho en el río Trigris (Bochard observa que su hiel, mezclada con miel, se aplica para remedio de varias enfermedades de los ojos). En el caso de la historia narrada en el libro de Tobías, el remedio vendría a representar una especie de colirio.
Ahora, de insistir interpretarlo literalmente ¿lo que cura es un trozo de carne o un acto de obediencia a quien representa a Dios? ¿Dios no mandó al ángel? ¿El ángel representa y habla a nombre de Dios? ¿No podía hacer el ángel que el corazón y el hígado del pez fueran remedios útiles? Ahora bien, ¿qué es más difícil? ¿Que Dios se haga hombre en el seno de una Virgen por orden del ángel Gabriel que representa a Dios (Lucas 1,26-38 ) o que el corazón y el hígado de un pez curaran a un hombre ciego (Tobías 6,4-9)? ¿Habrá que pensar también que hay superstición en Cristo que unta lodo en los ojos del ciego en vez de darle simplemente la orden de ver (Juan 9,6)?
 
𝐀𝐫𝐠𝐮𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝟏𝟎: 𝐄𝐥 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝐓𝐨𝐛𝐢́𝐚𝐬 (𝐝𝐞𝐮𝐭𝐞𝐫𝐨𝐜𝐚𝐧𝐨́𝐧𝐢𝐜𝐨) 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐫 𝐢𝐧𝐬𝐩𝐢𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐚𝐩𝐨𝐲𝐚 𝐩𝐫𝐚́𝐜𝐭𝐢𝐜𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐛𝐫𝐮𝐣𝐞𝐫𝐢́𝐚
𝐄𝐬𝐭𝐞 𝐚𝐫𝐠𝐮𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐞𝐬 𝐩𝐥𝐚𝐧𝐭𝐞𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐬𝐢𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐦𝐚𝐧𝐞𝐫𝐚:
Tobit 8.1-3 “Cuando terminaron de cenar, decidieron ir a acostarse. Llevaron al muchacho a la habitación. Tobías se acordó entonces de lo que le había dicho Rafael. Sacó de su bolsa el hígado y el corazón del pescado, y los puso sobre las brasas en las que se quemaba incienso. El olor del pescado no dejó acercar al demonio, y este salió huyendo por el aire hasta la parte más lejana de Egipto. Rafael fue y lo encadenó allá, y volvió inmediatamente“. Otra práctica pagana y de brujería.
Nuevamente se equivoca el autor interpretando que aquí se estimulan prácticas de brujería, y habría que preguntarse más que una obediencia específica a las instrucciones que él ángel le da y de hecho la primera cosa que hizo Tobías al entrar en la pieza matrimonial fue poner en práctica lo que él le aconsejó. El hecho de que el olor del pez aleje al demonio no puede ser interpretado en su sentido literal, como si el demonio huyera del mal olor, (como hacen los insectos al oler un insecticida), sino en sentido simbólico y espiritual: el bien vence al mal. Con esta victoria de Rafael sobre Asmodeo se cumple una parte principal del plan de Dios sobre Sara: su curación, encomendada por Dios al ángel Rafael y la lección más que una promoción de prácticas brujeriles, es enseñar que para quien ama a Dios, la obediencia al Señor y la oración en familia espantan todos los males (Tobías 6,18; 8,5);
Y cuando vayas a unirte a ella, levantaos primero los dos y haced oración y suplicad al Señor del Cielo que se apiade de vosotros y os salve. Y no tengas miedo, porque para ti está destinada desde el principio; tú la salvarás; ella se vendrá contigo y te aseguro que te dará hijos que serán para ti como hermanos. No te preocupes.» Tobías 6,18
Todo esto da unificación al relato donde la figura de un pez es el instrumento que Dios elige para sanar y liberar. Dios, cuando y como le parece, hace que las más mínimas cosas sirvan de instrumentos para sus milagros. Así como el Señor Jesucristo con un poco de barro mezclada con saliva curó a un ciego de nacimiento (Juan 9,6), el agua del bautismo (1 Pedro 3,21) es el elemento visible que Dios ha elegido para regenerarnos por medio del Espíritu Santo, Dios obraba por medio de los mandiles y pañuelos de Pablo también milagros (Hechos 19,12), y para que se curara Naamán el sirio se le requirió bañarse en las aguas del Jordán (2 Reyes 5,9), lo mismo Dios puede utilizar un pez, un hígado de Mamut o un apéndice de brontosauro si le place. Más no quiere decir que quien haya sanado en todos los casos anteriores haya sido ni el mandil, ni el agua del Jordán, ni el barro, y por ende: ¿¿Hemos de interpretar que entonces quien ahuyentó al demonio fue el pedazo de carne?
 
𝐀𝐫𝐠𝐮𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝟏𝟏: 𝐄𝐥 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝐌𝐚𝐜𝐚𝐛𝐞𝐨𝐬 (𝐝𝐞𝐮𝐭𝐞𝐫𝐨𝐜𝐚𝐧𝐨́𝐧𝐢𝐜𝐨) 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐫 𝐢𝐧𝐬𝐩𝐢𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐝𝐞𝐧𝐚 𝐞𝐥 𝐬𝐮𝐢𝐜𝐢𝐝𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐉𝐮𝐝𝐚𝐬
𝐄𝐥 𝐚𝐫𝐠𝐮𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐞𝐬 𝐩𝐫𝐞𝐬𝐞𝐧𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐬𝐢𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐦𝐚𝐧𝐞𝐫𝐚:
2ª de Macabeos 14.41-42 “Las tropas estaban ya a punto de tomar la torre donde se encontraba Razís, y trataban de forzar la puerta de fuera, habiendo recibido órdenes de prender fuego y quemar las puertas, cuando Razís, acosado por todas partes, volvió su espada contra sí mismo, prefiriendo morir noblemente antes que caer en manos de aquellos criminales y sufrir injurias indignamente». Da validez al suicidio, no condenándolo.
Esto es un sofisma que nuevamente de ser cierto, excluiría también otros libros canónicos que los protestantes si aceptan, donde aparecen suicidios no condenados por la Biblia, como es el caso del suicidio de Sansón:
“Sansón invocó a Yahveh y exclamó: «Señor Yahveh, dígnate acordarte de mí, hazme fuerte nada más que esta vez, oh Dios, para que de un golpe me vengue de los filisteos por mis dos ojos.» Y Sansón palpó las dos columnas centrales sobre las que descansaba la casa, se apoyó contra ellas, en una con su brazo derecho, en la otra con el izquierdo, y gritó: «¡Muera yo con los filisteos!» Apretó con todas sus fuerzas y la casa se derrumbó sobre los tiranos y sobre toda la gente allí reunida. Los muertos que mató al morir fueron más que los que había matado en vida. Sus hermanos y toda la casa de su padre bajaron y se lo llevaron. Lo subieron y sepultaron entre Sorá y Estaol, en el sepulcro de su padre Manóaj. Había juzgado a Israel por espacio de veinte años.” Jueces 16,29-31
En el pasaje anterior Sansón pide ayuda a Dios para que le de fuerzas y pueda derrumbar las columnas de la casa ¡Causándose la muerte a él y a los filisteos que estaban en la casa! ¡¡Y Dios se la da!!
La pregunta sería ¿¿Excluirán los protestantes el libro de Jueces basados en este argumento?? ¿Por qué no lo han excluido de sus Biblias entonces? ¿Lo que vale para uno no vale para el otro?
Lo mismo sucede con el suicidio de Saúl (1 Samuel 31,4) tampoco condenado por la Biblia. ¿Excluirán el de Samuel?
Conclusión
Ninguno de los cuestionamientos que el autor ha planteado para cuestionar la inspiración de los libros canónicos es válido. De hecho, algo es canónico no porque alguien crea o no crea ver en el contradicciones, tampoco que no logre entender ciertos pasajes, tampoco que no carezca de alguna imprecisión histórica, que el autor esté plenamente conciencia de su inspiración y mucho menos que no concuerde con las doctrinas personales de su denominación. Sino que es la “Tradición apostólica la que hizo discernir a la Iglesia qué libros constituyen la lista de los libros santos” (Dei Verbum 8,3; Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, No. 120). Como dice dice la Dei Verbum en el No. 9: “La Escritura es la Palabra de Dios puesta por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo. La tradición recibe la palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu Santo a los Apóstoles, y la transmite íntegramente a sus sucesores, para que ellos, iluminados pro el Espíritu de la verdad, con su predicación la conserven fielmente, la expongan y la difundan. Por eso, la Iglesia no saca exclusivamente de la sola sagrada Escritura la certeza de todo lo revelado. Así se han de respectar con el mismo espíritu de devoción».
El hecho de que los protestantes acepten el canon del Nuevo Testamento establecido por la Iglesia en los concilios de Concilio de Hipo, en el año 393 A.D. y el Concilio de Cartago, en el año 397 y 419 A.D, ambos en el norte de África, y no acepten dicha decisión acerca del canon Alejandrino (con 46 libros para el Antiguo Testamento) es también una incoherencia, ya que está demostrado que antes de esta fecha no había unanimidad en cuanto a los escritos del Nuevo Testamento. Y si para esta época ellos manejan la tesis protestante de que la Iglesia ya se había corrompido (Luego de Constantino) ¿Qué garantía tienen que los libros seleccionados por una Iglesia que ya ellos consideraban apostata pueda dar un juicio real y verdadero sobre la inspiración de su Biblia?
“A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.»” Mateo 16,19

¿𝐐𝐔𝐈𝐄́𝐍 𝐒𝐎𝐘 𝐘𝐎 𝐏𝐀𝐑𝐀 𝐉𝐔𝐙𝐆𝐀𝐑?

𝐋𝐚 𝐩𝐫𝐞𝐠𝐮𝐧𝐭𝐚 𝐦𝐚́𝐬 𝐛𝐢𝐞𝐧 𝐝𝐞𝐛𝐞𝐫𝐢́𝐚 𝐬𝐞𝐫:
¿𝐐𝐮𝐢𝐞́𝐧 𝐭𝐞 𝐜𝐫𝐞𝐞𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐏𝐀𝐑𝐀 𝐍𝐎 𝐉𝐔𝐙𝐆𝐀𝐑?
𝐶𝑎𝑠𝑜 ℎ𝑖𝑝𝑜𝑡𝑒́𝑡𝑖𝑐𝑜, 𝑎𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑎𝑏𝑙𝑒𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑚𝑢𝑦 𝑟𝑒𝑎𝑙 𝑒𝑛 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑜𝑠 𝑐𝑎𝑠𝑜𝑠:
«𝑀𝑖 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑖𝑛𝑎 𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑠𝑒𝑥𝑜 𝑐𝑜𝑛 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒𝑠 𝑐𝑎𝑠𝑎𝑑𝑜𝑠 𝑎 𝑐𝑎𝑚𝑏𝑖𝑜 𝑑𝑒 𝑑𝑖𝑛𝑒𝑟𝑜 𝑜 𝑐𝑜𝑠𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑐𝑒𝑙𝑢𝑙𝑎𝑟𝑒𝑠, 𝑧𝑎𝑝𝑎𝑡𝑜𝑠 𝑜 𝑟𝑜𝑝𝑎 𝑛𝑢𝑒𝑣𝑎. 𝑃𝑒𝑟𝑜 ¿𝑞𝑢𝑖𝑒́𝑛 𝑠𝑜𝑦 𝑦𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑗𝑢𝑧𝑔𝑎𝑟? 𝑁𝑜 𝑠𝑜𝑦 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑎𝑛𝑑𝑎𝑟 𝑣𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑙𝑎 𝑝𝑎𝑗𝑎 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑜𝑗𝑜 𝑎𝑗𝑒𝑛𝑜. 𝑇𝑜𝑡𝑎𝑙 𝑞𝑢𝑒 𝐷𝑖𝑜𝑠 𝑒𝑠 𝑎𝑚𝑜𝑟.»
𝐶𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑠𝑒 𝑡𝑟𝑎𝑡𝑎 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑟𝑟𝑒𝑔𝑖𝑟 𝑎 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎́ ℎ𝑎𝑐𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑚𝑎𝑙, 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑒𝑓𝑖𝑒𝑟𝑒𝑛 𝑐𝑎𝑙𝑙𝑎𝑟 𝑦, 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑎𝑞𝑢𝑖𝑒𝑡𝑎𝑟 𝑠𝑢𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑐𝑖𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎𝑠, 𝑟𝑒𝑐𝑢𝑟𝑟𝑒𝑛 𝑎𝑙 𝑦𝑎 𝑚𝑢𝑦 𝑐𝑜𝑛𝑜𝑐𝑖𝑑𝑜 𝑦 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑚𝑢𝑦 𝑚𝑎𝑙 𝑒𝑛𝑡𝑒𝑛𝑑𝑖𝑑𝑜 «𝑛𝑜 𝑗𝑢𝑧𝑔𝑎𝑟» 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑛𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑆𝑎𝑛 𝐿𝑢𝑐𝑎𝑠 6,37.
𝐍𝐎 𝐉𝐔𝐙𝐆𝐀𝐑 𝑠𝑒 ℎ𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑣𝑒𝑟𝑡𝑖𝑑𝑜 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑡𝑎𝑝𝑎𝑏𝑜𝑐𝑎𝑠 𝑓𝑎𝑣𝑜𝑟𝑖𝑡𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑙 𝑚𝑢𝑛𝑑𝑜 𝑢𝑠𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑠𝑖𝑙𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎𝑟 𝑐𝑢𝑎𝑙𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟 𝑜𝑝𝑖𝑛𝑖𝑜́𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒𝑛̃𝑎𝑙𝑒 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑛𝑎 𝑠𝑖𝑡𝑢𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑟𝑒𝑛̃𝑖𝑑𝑎 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝑚𝑜𝑟𝑎𝑙, 𝑦 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑠𝑒 𝑡𝑟𝑎𝑡𝑎 𝑑𝑒 𝑠𝑖𝑡𝑢𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜, 𝑞𝑢𝑒 𝑜𝑓𝑒𝑛𝑑𝑒𝑛 𝑎 𝐷𝑖𝑜𝑠. 𝐷𝑒 𝑒𝑠𝑎 𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎, “𝑛𝑜 𝑗𝑢𝑧𝑔𝑎𝑟” 𝑠𝑒 𝑢𝑠𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑝𝑟𝑜𝑝𝑜𝑛𝑒𝑟 𝑠𝑖𝑙𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜, 𝑦 ℎ𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑖𝑛𝑎𝑐𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑐𝑜́𝑚𝑝𝑙𝑖𝑐𝑒 𝑑𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎 𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑐𝑢𝑎𝑙𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟 𝑡𝑖𝑝𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑖𝑡𝑢𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛. 𝑀𝑢𝑐ℎ𝑎𝑠 𝑣𝑒𝑐𝑒𝑠 𝑙𝑎 𝑐𝑜𝑚𝑏𝑖𝑛𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒 𝑚𝑜𝑟𝑑𝑎𝑧𝑎/𝑎𝑡𝑎𝑑𝑢𝑟𝑎 𝑐𝑜𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑡𝑒𝑛𝑑𝑒𝑛 𝑚𝑎𝑡𝑖𝑧𝑎𝑟 𝑒𝑙 𝑛𝑜 𝑗𝑢𝑧𝑔𝑎𝑟, 𝑣𝑎 𝑎𝑐𝑜𝑚𝑝𝑎𝑛̃𝑎𝑑𝑎 𝑑𝑒 𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠 𝑒𝑙𝑒𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑜 “𝑛𝑜 𝑚𝑖𝑟𝑎𝑟 𝑙𝑎 𝑝𝑎𝑗𝑎 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑜𝑗𝑜 𝑎𝑗𝑒𝑛𝑜”, 𝑜 𝑒𝑙 “𝑟𝑒𝑠𝑝𝑒𝑡𝑜 ℎ𝑢𝑚𝑎𝑛𝑜”, 𝑒𝑙 𝑐𝑢𝑎𝑙 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛 𝑢𝑠𝑎𝑟 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑏𝑎𝑟𝑟𝑒𝑟𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑚𝑖𝑡𝑎𝑛 𝑡𝑜𝑑𝑎 𝑐𝑙𝑎𝑠𝑒 𝑑𝑒 𝑠𝑖𝑡𝑢𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠, 𝑠𝑖𝑛 𝑞𝑢𝑒 ℎ𝑎𝑦𝑎 𝑒𝑙 𝑚𝑒𝑛𝑜𝑟 𝑐𝑢𝑒𝑠𝑡𝑖𝑜𝑛𝑎𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜. 𝑇𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑠𝑜 𝑑𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑡𝑒𝑛𝑑𝑒𝑟 𝑑𝑖𝑠𝑓𝑟𝑎𝑧𝑎𝑟 𝑠𝑖𝑡𝑢𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑐𝑢𝑒𝑠𝑡𝑖𝑜𝑛𝑎𝑏𝑙𝑒𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑜 “𝑑𝑒𝑟𝑒𝑐ℎ𝑜𝑠”.
𝑈𝑛 𝑒𝑗𝑒𝑚𝑝𝑙𝑜 𝑛𝑜 𝑚𝑢𝑦 ℎ𝑖𝑝𝑜𝑡𝑒́𝑡𝑖𝑐𝑜:
«𝑀𝑖 𝑝𝑟𝑖𝑚𝑜, 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝑐𝑎𝑠𝑎𝑑𝑜, 𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑎𝑚𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑑𝑖𝑓𝑒𝑟𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑞𝑢𝑖𝑛𝑐𝑒 𝑑𝑖́𝑎𝑠. 𝑆𝑜𝑛 𝑚𝑢𝑗𝑒𝑟𝑒𝑠 ℎ𝑒𝑟𝑚𝑜𝑠𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑒́𝑙 𝑐𝑜𝑛𝑞𝑢𝑖𝑠𝑡𝑎 𝑐𝑜𝑛 𝑟𝑒𝑔𝑎𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑎𝑟𝑜𝑠. 𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑛𝑜 𝑑𝑒𝑏𝑜 𝑑𝑒𝑐𝑖𝑟𝑙𝑒 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 ¿𝑞𝑢𝑖𝑒́𝑛 𝑠𝑜𝑦 𝑦𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑗𝑢𝑧𝑔𝑎𝑟? 𝑇𝑜𝑡𝑎𝑙 𝑞𝑢𝑒 𝑦𝑜 𝑡𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 𝑡𝑒𝑛𝑔𝑜 𝑚𝑖𝑠 𝑑𝑒𝑓𝑒𝑐𝑡𝑜𝑠, 𝑦 𝑎𝑑𝑒𝑚𝑎́𝑠 𝑑𝑒𝑏𝑜 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑒𝑡𝑎𝑟 𝑠𝑢 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑝𝑟𝑖𝑣𝑎𝑑𝑎. 𝐸𝑠𝑎𝑠 𝑠𝑜𝑛 𝑐𝑜𝑠𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑒́𝑙 𝑑𝑒𝑏𝑒 𝑎𝑟𝑟𝑒𝑔𝑙𝑎𝑟 𝑐𝑜𝑛 𝑠𝑢 𝑒𝑠𝑝𝑜𝑠𝑎 𝑦 𝑢𝑛𝑜 𝑑𝑒𝑏𝑒 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑒𝑡𝑎𝑟 𝑎 𝑙𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑚𝑎́𝑠. 𝐴𝑑𝑒𝑚𝑎́𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑒́𝑙 𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑑𝑒𝑟𝑒𝑐ℎ𝑜 𝑎 𝑔𝑎𝑠𝑡𝑎𝑟𝑠𝑒 𝑒𝑙 𝑑𝑖𝑛𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑙 𝑔𝑎𝑛𝑎 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑎 𝑒𝑙 𝑚𝑒𝑗𝑜𝑟 𝑙𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑧𝑐𝑎.»
𝑄𝑢𝑖𝑒𝑛𝑒𝑠 𝑟𝑒𝑐𝑢𝑟𝑟𝑒𝑛 𝑎 «𝑛𝑜 𝑗𝑢𝑧𝑔𝑎𝑟» 𝑐𝑎𝑠𝑖 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑑𝑒𝑠𝑐𝑜𝑛𝑜𝑐𝑒𝑛 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝐽𝑒𝑠𝑢́𝑠 𝑑𝑖𝑐𝑒 𝑒𝑛 𝑆𝑎𝑛 𝐽𝑢𝑎𝑛 7,24. 𝐴𝑙𝑔𝑢𝑛𝑜𝑠, 𝑖𝑛𝑐𝑙𝑢𝑠𝑜 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑙𝑒𝑒𝑛 𝑒𝑠𝑒 𝑝𝑎𝑠𝑎𝑗𝑒, 𝑠𝑒 𝑐𝑖𝑒𝑟𝑟𝑎𝑛 𝑡𝑜𝑡𝑎𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎 𝑙𝑎 𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛 𝑦 ℎ𝑢𝑦𝑒𝑛 𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑜𝑛𝑑𝑒𝑟𝑠𝑒 𝑒𝑛 𝑠𝑢 ℎ𝑎𝑏𝑖𝑡𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒𝑙 𝑝𝑎́𝑛𝑖𝑐𝑜, 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝑟𝑜𝑡𝑢𝑙𝑎𝑑𝑎 𝑐𝑜𝑛 «𝑛𝑜 𝑗𝑢𝑧𝑔𝑎𝑟». 𝑇𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 𝑟𝑒𝑐𝑢𝑟𝑟𝑒𝑛 𝑎𝑙 𝑓𝑎𝑚𝑜𝑠𝑜 “𝑟𝑒𝑠𝑝𝑒𝑡𝑜 ℎ𝑢𝑚𝑎𝑛𝑜”. 𝑆𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑎𝑟𝑔𝑢𝑚𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛 𝑞𝑢𝑒 ℎ𝑎𝑦 𝑞𝑢𝑒 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑒𝑡𝑎𝑟, 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑙 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑒𝑡𝑜 𝑒𝑠 𝑙𝑎 𝑝𝑎𝑧, 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑒𝑡𝑜, 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑒𝑡𝑜 𝑦 𝑚𝑎́𝑠 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑒𝑡𝑜.
𝐸𝑙 𝑠𝑎𝑛𝑡𝑜 𝑐𝑢𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝐴𝑟𝑠, 𝑆𝑎𝑛 𝐽𝑢𝑎𝑛 𝑀𝑎𝑟𝑖́𝑎 𝑉𝑖𝑎𝑛𝑛𝑒𝑦, 𝑠𝑒 𝑟𝑒𝑓𝑖𝑟𝑖𝑜́ 𝑎𝑙 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑒𝑡𝑜 ℎ𝑢𝑚𝑎𝑛𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑠 𝑝𝑎𝑙𝑎𝑏𝑟𝑎𝑠:
«𝑀𝑎𝑙𝑑𝑖𝑡𝑜 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑒𝑡𝑜 ℎ𝑢𝑚𝑎𝑛𝑜, 𝑞𝑢𝑒 𝑎𝑟𝑟𝑎𝑠𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑡𝑎𝑛𝑡𝑎𝑠 𝑎𝑙𝑚𝑎𝑠 𝑎𝑙 𝑖𝑛𝑓𝑖𝑒𝑟𝑛𝑜.» 𝐸𝑠𝑎𝑠 𝑎𝑐𝑡𝑖𝑡𝑢𝑑𝑒𝑠 “𝑟𝑒𝑠𝑝𝑒𝑡𝑢𝑜𝑠𝑎𝑠”, 𝑞𝑢𝑒 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑛𝑜𝑠 𝑎𝑑𝑜𝑝𝑡𝑎𝑛 𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑙 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜, 𝑦𝑎 𝑠𝑒𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑐𝑜𝑏𝑎𝑟𝑑𝑖́𝑎 𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑙𝑖𝑐𝑖𝑑𝑎𝑑, 𝑛𝑜 𝑠𝑜𝑛 𝑚𝑎́𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑑𝑒𝑙 𝑎𝑟𝑠𝑒𝑛𝑎𝑙 𝑑𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑡𝑒𝑥𝑡𝑜𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑑𝑜𝑛𝑎𝑟 𝑒𝑙 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜. 𝑀𝑢𝑐ℎ𝑜𝑠 𝑖𝑛𝑐𝑙𝑢𝑠𝑜 ℎ𝑎𝑐𝑒𝑛 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑎𝑑𝑜 𝑎 𝑙𝑎 𝑡𝑜𝑙𝑒𝑟𝑎𝑛𝑐𝑖𝑎, 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑒́𝑛𝑑𝑜𝑠𝑒 𝑝𝑜𝑟 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑙𝑒𝑡𝑜 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑎𝑠𝑢𝑛𝑡𝑜, 𝑦𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑙 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑛𝑜 𝑑𝑒𝑏𝑒 𝑟𝑒𝑐𝑖𝑏𝑖𝑟 𝑡𝑜𝑙𝑒𝑟𝑎𝑛𝑐𝑖𝑎 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑛𝑎. 𝐿𝑜𝑠 𝑐𝑟𝑖𝑠𝑡𝑖𝑎𝑛𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑏𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑟 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑡𝑜𝑙𝑒𝑟𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑐𝑜𝑛 𝑡𝑜𝑑𝑜𝑠 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜𝑠 ℎ𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑡𝑒𝑛𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒𝑟 𝑖𝑚𝑝𝑙𝑎𝑐𝑎𝑏𝑙𝑒𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑖𝑛𝑡𝑜𝑙𝑒𝑟𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎 𝑒𝑙 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜.
𝑈𝑛𝑎 𝑐𝑜𝑠𝑎 𝑒𝑠 𝑒𝑙 𝑙𝑎𝑑𝑟𝑜́𝑛 𝑦 𝑜𝑡𝑟𝑎 𝑐𝑜𝑠𝑎 𝑒𝑠 𝑒𝑙 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑟𝑜𝑏𝑎𝑟. 𝑈𝑛𝑎 𝑐𝑜𝑠𝑎 𝑒𝑠 𝑒𝑙 ℎ𝑜𝑚𝑜𝑠𝑒𝑥𝑢𝑎𝑙 𝑦 𝑜𝑡𝑟𝑎 𝑐𝑜𝑠𝑎 𝑒𝑠 𝑒𝑙 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑎𝑐𝑡𝑜 ℎ𝑜𝑚𝑜𝑠𝑒𝑥𝑢𝑎𝑙. 𝑈𝑛𝑎 𝑐𝑜𝑠𝑎 𝑒𝑠 𝑒𝑙 𝑎𝑑𝑢́𝑙𝑡𝑒𝑟𝑜 𝑦 𝑜𝑡𝑟𝑎 𝑐𝑜𝑠𝑎 𝑒𝑠 𝑒𝑙 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑎𝑑𝑢𝑙𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜. 𝐸𝑙 𝑙𝑎𝑑𝑟𝑜́𝑛, 𝑒𝑙 ℎ𝑜𝑚𝑜𝑠𝑒𝑥𝑢𝑎𝑙, 𝑒𝑙 𝑎𝑑𝑢́𝑙𝑡𝑒𝑟𝑜, 𝑦 𝑡𝑜𝑑𝑜𝑠 𝑙𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑚𝑎́𝑠 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜𝑟𝑒𝑠, 𝑡𝑒𝑛𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑙𝑎𝑠 𝑝𝑢𝑒𝑟𝑡𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝐼𝑔𝑙𝑒𝑠𝑖𝑎 𝑎𝑏𝑖𝑒𝑟𝑡𝑎𝑠, 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒𝑚𝑜𝑠, 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑟𝑎𝑏𝑎𝑗𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑝𝑜𝑟 𝑎𝑏𝑎𝑛𝑑𝑜𝑛𝑎𝑟 𝑒𝑙 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜, 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑒𝑣𝑒𝑟𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑎𝑙𝑐𝑎𝑛𝑧𝑎𝑟 𝑙𝑎 𝑠𝑎𝑙𝑣𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛. 𝐿𝑎 𝐼𝑔𝑙𝑒𝑠𝑖𝑎 𝑟𝑒𝑐𝑖𝑏𝑒 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑎 𝑙𝑜𝑠 𝑎𝑐𝑡𝑜𝑟𝑒𝑠, 𝑜 𝑠𝑒𝑎 𝑎 𝑙𝑜𝑠 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜𝑟𝑒𝑠, 𝑝𝑜𝑟 𝑚𝑢𝑦 𝑚𝑎𝑙𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒𝑎𝑛, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑙𝑒 𝑐𝑖𝑒𝑟𝑟𝑎 𝑙𝑎𝑠 𝑝𝑢𝑒𝑟𝑡𝑎𝑠 𝑎 𝑙𝑜𝑠 𝑚𝑎𝑙𝑜𝑠 𝑎𝑐𝑡𝑢𝑎𝑟𝑒𝑠, 𝑜 𝑠𝑒𝑎 𝑎𝑙 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜.
𝑇𝑜𝑑𝑜 𝑎𝑞𝑢𝑒𝑙 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑎 𝑙𝑎 𝐼𝑔𝑙𝑒𝑠𝑖𝑎, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑎𝑏𝑎𝑛𝑑𝑜𝑛𝑒 𝑒𝑙 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜, 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑐𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒 𝑛𝑖 𝑏𝑢𝑠𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑜́𝑚𝑜 𝑎𝑙𝑐𝑎𝑛𝑧𝑎𝑟 𝑙𝑎 𝑠𝑎𝑛𝑡𝑖𝑑𝑎𝑑, 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑒𝑟𝑎́ 𝑠𝑢 𝑎𝑙𝑚𝑎 𝑦 𝑠𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑑𝑒𝑛𝑎𝑟𝑎́. 𝑆𝑖 𝑒𝑙 𝑙𝑎𝑑𝑟𝑜́𝑛 𝑛𝑜 𝑑𝑒𝑗𝑎 𝑑𝑒 𝑟𝑜𝑏𝑎𝑟, 𝑎𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑙𝑒𝑔𝑢𝑒 𝑎 𝑚𝑖𝑠𝑎 𝑡𝑜𝑑𝑜𝑠 𝑙𝑜𝑠 𝑑𝑖́𝑎𝑠, 𝑠𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑑𝑒𝑛𝑎𝑟𝑎́. 𝐴 𝑝𝑒𝑠𝑎𝑟 𝑑𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑎 𝑠𝑎𝑙𝑣𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑒𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑡𝑜𝑑𝑜𝑠, 𝐽𝑒𝑠𝑢́𝑠 𝑒𝑥𝑖𝑔𝑒 𝑢𝑛 𝑐𝑎𝑚𝑏𝑖𝑜. 𝑆𝑖𝑛 𝑒𝑠𝑒 𝑠𝑖𝑛𝑐𝑒𝑟𝑜 𝑐𝑎𝑚𝑏𝑖𝑜 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛, 𝑛𝑜 ℎ𝑎𝑏𝑟𝑎́ 𝑠𝑎𝑙𝑣𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛. 𝐴 𝑒𝑠𝑜 𝑠𝑒 𝑟𝑒𝑓𝑖𝑒𝑟𝑒 𝐽𝑒𝑠𝑢́𝑠 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑛𝑜𝑠 𝑑𝑖𝑐𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑑𝑒𝑏𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑛𝑎𝑐𝑒𝑟, 𝑜 𝑠𝑒𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑑𝑒𝑏𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑠𝑐𝑎𝑟𝑡𝑎𝑟 𝑙𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑠𝑎𝑠 𝑣𝑖𝑒𝑗𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜𝑠 𝑠𝑖𝑟𝑣𝑒𝑛 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑜𝑟𝑏𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑎𝑙𝑐𝑎𝑛𝑧𝑎𝑟 𝑙𝑎 𝑠𝑎𝑙𝑣𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛, 𝑦 𝑠𝑒𝑟 𝑛𝑢𝑒𝑣𝑎𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑠 𝑒𝑛 𝐶𝑟𝑖𝑠𝑡𝑜 (𝑆𝑎𝑛 𝐽𝑢𝑎𝑛 3,5-7).
𝑬𝒍 𝒑𝒆𝒄𝒂𝒅𝒐 𝑒𝑠 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑐𝑎𝑏𝑖𝑑𝑎 𝑑𝑒𝑛𝑡𝑟𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝐼𝑔𝑙𝑒𝑠𝑖𝑎. 𝐴𝑙 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑠𝑒 𝑙𝑒 𝑐𝑒𝑟𝑟𝑎𝑟𝑎́ 𝑙𝑎 𝑝𝑢𝑒𝑟𝑡𝑎. 𝐴𝑑𝑒𝑚𝑎́𝑠, 𝑒𝑙 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑑𝑒𝑏𝑒 𝑠𝑒𝑟 𝑠𝑒𝑛̃𝑎𝑙𝑎𝑑𝑜, 𝑐𝑜𝑛 𝑐𝑎𝑟𝑖𝑑𝑎𝑑, 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑐𝑜𝑟𝑟𝑒𝑔𝑖𝑟 𝑎𝑙 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎 𝑓𝑟𝑎𝑡𝑒𝑟𝑛𝑎, 𝑎 𝑓𝑖𝑛 𝑑𝑒 𝑎𝑦𝑢𝑑𝑎𝑟𝑙𝑒 𝑎 𝑠𝑎𝑙𝑣𝑎𝑟𝑠𝑒.
𝑆𝑖 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑛𝑎 𝑣𝑒𝑧 𝑡𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑔𝑢𝑛𝑡𝑎𝑠𝑡𝑒 «¿𝑄𝑢𝑖𝑒́𝑛 𝑠𝑜𝑦 𝑦𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑗𝑢𝑧𝑔𝑎𝑟? 𝑴𝒂́𝒔 𝒃𝒊𝒆𝒏 𝒑𝒓𝒆𝒈𝒖́𝒏𝒕𝒂𝒕𝒆 𝒑𝒐𝒓 𝒒𝒖𝒆́ 𝒏𝒐 𝒉𝒂𝒃𝒓𝒊́𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝒋𝒖𝒛𝒈𝒂𝒓. 𝑵𝒐𝒔𝒐𝒕𝒓𝒐𝒔 𝒑𝒐𝒅𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒚 𝒅𝒆𝒃𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒋𝒖𝒛𝒈𝒂𝒓 𝒍𝒂𝒔 𝒂𝒄𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒚, 𝒅𝒆 𝒍𝒍𝒆𝒈𝒂𝒓 𝒂 𝒍𝒂 𝒄𝒐𝒏𝒄𝒍𝒖𝒔𝒊𝒐́𝒏 𝒅𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒆 𝒕𝒓𝒂𝒕𝒂 𝒅𝒆 𝒑𝒆𝒄𝒂𝒅𝒐𝒔, 𝒅𝒆𝒃𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒄𝒐𝒓𝒓𝒆𝒈𝒊𝒓 𝒇𝒓𝒂𝒕𝒆𝒓𝒏𝒂𝒍𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒂 𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐𝒔 𝒉𝒆𝒓𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔, 𝒚 𝒅𝒆𝒃𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒍𝒍𝒂𝒎𝒂𝒓 𝒂𝒍 𝒑𝒆𝒄𝒂𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝒔𝒖 𝒖́𝒏𝒊𝒄𝒐 𝒏𝒐𝒎𝒃𝒓𝒆: 𝒑𝒆𝒄𝒂𝒅𝒐. 𝐷𝑒𝑏𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑒𝑣𝑖𝑡𝑎𝑟 𝑙𝑜𝑠 𝑒𝑢𝑓𝑒𝑚𝑖𝑠𝑚𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑡𝑒𝑛𝑑𝑒𝑛 𝑝𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡𝑎𝑟𝑛𝑜𝑠 𝑒𝑙 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑏𝑎𝑗𝑜 𝑙𝑎 𝑓𝑎𝑙𝑠𝑎 𝑝𝑟𝑜𝑡𝑒𝑐𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒𝑙 “𝑟𝑒𝑠𝑝𝑒𝑡𝑜” 𝑜 𝑏𝑎𝑗𝑜 𝑒𝑙 𝑑𝑖𝑠𝑓𝑟𝑎𝑧 𝑑𝑒 “𝑑𝑒𝑟𝑒𝑐ℎ𝑜𝑠”.
𝐸𝑙 𝑢́𝑛𝑖𝑐𝑜 𝑗𝑢𝑖𝑐𝑖𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒𝑛𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑑𝑜 𝑒𝑠 𝑒𝑙 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑑𝑒𝑛𝑎𝑟 𝑎 𝑢𝑛 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜𝑟. 𝑁𝑜 𝑡𝑒𝑛𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑙𝑎 𝑎𝑢𝑡𝑜𝑟𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑒𝑥𝑐𝑙𝑢𝑖𝑟 𝑎 𝑛𝑎𝑑𝑖𝑒 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝐼𝑔𝑙𝑒𝑠𝑖𝑎, 𝑠𝑖𝑛 𝑖𝑚𝑝𝑜𝑟𝑡𝑎𝑟 𝑐𝑢𝑎́𝑙 𝑠𝑒𝑎 𝑠𝑢 𝑠𝑖𝑡𝑢𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛. 𝑁𝑜 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑐𝑒𝑟𝑟𝑎𝑟𝑙𝑒 𝑙𝑎 𝑝𝑢𝑒𝑟𝑡𝑎 𝑎 𝑢𝑛 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜𝑟 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜𝑠 𝑒𝑠𝑐𝑎𝑛𝑑𝑎𝑙𝑖𝑧𝑎 𝑒𝑙 𝑡𝑖𝑝𝑜 𝑑𝑒 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑜 𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑒𝑠𝑐𝑙𝑎𝑣𝑖𝑧𝑎𝑑𝑜. 𝐷𝑒𝑏𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑜𝑛𝑎𝑟, 𝑢𝑛𝑎 𝑦 𝑜𝑡𝑟𝑎 𝑣𝑒𝑧, 𝑦 𝑑𝑒𝑏𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑒𝑣𝑒𝑟𝑎𝑟 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑐𝑜𝑟𝑟𝑒𝑐𝑐𝑖𝑜́𝑛. 𝑁𝑜 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑎𝑏𝑠𝑡𝑒𝑛𝑒𝑟𝑛𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑑𝑒𝑐𝑖𝑟𝑙𝑒 𝑎 𝑢𝑛 𝑎𝑙𝑐𝑜ℎ𝑜́𝑙𝑖𝑐𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑚𝑏𝑟𝑖𝑎𝑔𝑎𝑟𝑠𝑒 𝑒𝑠 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜. 𝑇𝑒𝑛𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑑𝑒𝑐𝑖́𝑟𝑠𝑒𝑙𝑜, 𝑦 𝑡𝑟𝑎𝑡𝑎𝑟 𝑑𝑒 𝑎𝑦𝑢𝑑𝑎𝑟𝑙𝑒 𝑒𝑛 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑎. 𝑁𝑜 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑠𝑖𝑚𝑝𝑙𝑒𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑐𝑎𝑙𝑙𝑎𝑟𝑛𝑜𝑠 𝑦 𝑝𝑒𝑛𝑠𝑎𝑟 «¡𝐸𝑠 𝑢𝑛 𝑏𝑜𝑟𝑟𝑎𝑐ℎ𝑜, 𝑖𝑟𝑎́ 𝑑𝑖𝑟𝑒𝑐𝑡𝑜 𝑎𝑙 𝑖𝑛𝑓𝑖𝑒𝑟𝑛𝑜!». 𝐸𝑛 𝑆𝑎𝑛 𝐿𝑢𝑐𝑎𝑠 6,37 𝑡𝑒𝑛𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑑𝑜 ℎ𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑒𝑠𝑎 𝑐𝑙𝑎𝑠𝑒 𝑑𝑒 𝑗𝑢𝑖𝑐𝑖𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜𝑠 ℎ𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠. 𝑌 𝑡𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 𝑡𝑒𝑛𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑒𝑚𝑝𝑙𝑎𝑟 𝑑𝑒 𝑙𝑒𝑗𝑜𝑠 𝑎 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜𝑠 ℎ𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑒́𝑛 𝑠𝑢𝑚𝑒𝑟𝑔𝑖𝑑𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜. 𝐸𝑛 𝑆𝑎𝑛 𝐽𝑢𝑎𝑛 7,24 𝑡𝑒𝑛𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑙𝑎 𝑜𝑟𝑑𝑒𝑛 𝑑𝑒 𝑗𝑢𝑧𝑔𝑎𝑟 𝑒𝑙 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜, 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑠𝑎𝑙𝑣𝑎𝑟 𝑎𝑙 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜𝑟.
𝑺𝒊 𝒕𝒆 𝒑𝒓𝒆𝒈𝒖𝒏𝒕𝒂𝒔 «¿𝑸𝒖𝒊𝒆́𝒏 𝒔𝒐𝒚 𝒚𝒐 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒋𝒖𝒛𝒈𝒂𝒓?» 𝑹𝒆𝒄𝒖𝒆𝒓𝒅𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒂 𝒑𝒓𝒆𝒈𝒖𝒏𝒕𝒂 𝒎𝒂́𝒔 𝒃𝒊𝒆𝒏 𝒅𝒆𝒃𝒆 𝒔𝒆𝒓: 𝒀 𝒕𝒖́, ¿𝑸𝒖𝒊𝒆́𝒏 𝒕𝒆 𝒄𝒓𝒆𝒆𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒓𝒆𝒔 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒏𝒐 𝒋𝒖𝒛𝒈𝒂𝒓? 𝑹𝒆𝒄𝒖𝒆𝒓𝒅𝒂 𝒆𝒔𝒕𝒐𝒔 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒋𝒆𝒔:
𝑆𝑎𝑛 𝐽𝑢𝑎𝑛 7,24:
«𝐽𝑢𝑧𝑔𝑢𝑒𝑛 𝑐𝑜𝑛 𝑗𝑢𝑖𝑐𝑖𝑜 𝑗𝑢𝑠𝑡𝑜.»
𝐸𝑧𝑒𝑞𝑢𝑖𝑒𝑙 33,7-9:
«𝐴 𝑡𝑖, 𝑡𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛, ℎ𝑖𝑗𝑜 𝑑𝑒 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒, 𝑡𝑒 ℎ𝑒 ℎ𝑒𝑐ℎ𝑜 𝑦𝑜 𝑐𝑒𝑛𝑡𝑖𝑛𝑒𝑙𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑐𝑎𝑠𝑎 𝑑𝑒 𝐼𝑠𝑟𝑎𝑒𝑙. 𝐶𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑜𝑖𝑔𝑎𝑠 𝑢𝑛𝑎 𝑝𝑎𝑙𝑎𝑏𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑚𝑖 𝑏𝑜𝑐𝑎, 𝑙𝑒𝑠 𝑎𝑑𝑣𝑒𝑟𝑡𝑖𝑟𝑎́𝑠 𝑑𝑒 𝑚𝑖 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑒. 𝑆𝑖 𝑦𝑜 𝑑𝑖𝑔𝑜 𝑎𝑙 𝑚𝑎𝑙𝑣𝑎𝑑𝑜: «𝑀𝑎𝑙𝑣𝑎𝑑𝑜, 𝑣𝑎𝑠 𝑎 𝑚𝑜𝑟𝑖𝑟 𝑠𝑖𝑛 𝑟𝑒𝑚𝑒𝑑𝑖𝑜», 𝑦 𝑡𝑢́ 𝑛𝑜 𝑙𝑒 ℎ𝑎𝑏𝑙𝑎𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑎𝑑𝑣𝑒𝑟𝑡𝑖𝑟 𝑎𝑙 𝑚𝑎𝑙𝑣𝑎𝑑𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑑𝑒𝑗𝑒 𝑠𝑢 𝑐𝑜𝑛𝑑𝑢𝑐𝑡𝑎, 𝑒́𝑙, 𝑒𝑙 𝑚𝑎𝑙𝑣𝑎𝑑𝑜, 𝑚𝑜𝑟𝑖𝑟𝑎́ 𝑝𝑜𝑟 𝑠𝑢 𝑐𝑢𝑙𝑝𝑎, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑢 𝑠𝑎𝑛𝑔𝑟𝑒 𝑦𝑜 𝑡𝑒 𝑝𝑒𝑑𝑖𝑟𝑒́ 𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑎𝑠 𝑎 𝑡𝑖. 𝑆𝑖 𝑝𝑜𝑟 𝑒𝑙 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑟𝑖𝑜 𝑎𝑑𝑣𝑖𝑒𝑟𝑡𝑒𝑠 𝑎𝑙 𝑚𝑎𝑙𝑣𝑎𝑑𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑣𝑖𝑒𝑟𝑡𝑎 𝑑𝑒 𝑠𝑢 𝑐𝑜𝑛𝑑𝑢𝑐𝑡𝑎, 𝑦 𝑒́𝑙 𝑛𝑜 𝑠𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑣𝑖𝑒𝑟𝑡𝑒, 𝑚𝑜𝑟𝑖𝑟𝑎́ 𝑒́𝑙 𝑑𝑒𝑏𝑖𝑑𝑜 𝑎 𝑠𝑢 𝑐𝑢𝑙𝑝𝑎, 𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑢́ ℎ𝑎𝑏𝑟𝑎́𝑠 𝑠𝑎𝑙𝑣𝑎𝑑𝑜 𝑡𝑢 𝑣𝑖𝑑𝑎.»
𝐿𝑒𝑣𝑖́𝑡𝑖𝑐𝑜 19,17:
«𝑁𝑜 𝑜𝑑𝑖𝑒𝑠 𝑒𝑛 𝑡𝑢 𝑐𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛 𝑎 𝑡𝑢 ℎ𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛𝑜, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑐𝑜𝑟𝑟𝑖𝑔𝑒 𝑎 𝑡𝑢 𝑝𝑟𝑜́𝑗𝑖𝑚𝑜, 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑡𝑒 𝑐𝑎𝑟𝑔𝑢𝑒𝑠 𝑐𝑜𝑛 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑠𝑢 𝑐𝑎𝑢𝑠𝑎.»
𝑆𝑎𝑛𝑡𝑖𝑎𝑔𝑜 5,20:
«𝑆𝑒𝑝𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑙 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑣𝑖𝑒𝑟𝑡𝑒 𝑎 𝑢𝑛 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝑠𝑢 𝑐𝑎𝑚𝑖𝑛𝑜 𝑑𝑒𝑠𝑣𝑖𝑎𝑑𝑜, 𝑠𝑎𝑙𝑣𝑎𝑟𝑎́ 𝑠𝑢 𝑎𝑙𝑚𝑎 [𝑙𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜𝑟] 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑚𝑢𝑒𝑟𝑡𝑒 𝑦 𝑐𝑢𝑏𝑟𝑖𝑟𝑎́ 𝑚𝑢𝑙𝑡𝑖𝑡𝑢𝑑 𝑑𝑒 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑑𝑜𝑠»
𝑆𝑎𝑛 𝑀𝑎𝑡𝑒𝑜 18,15:
«𝑆𝑖 𝑡𝑢 ℎ𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛𝑜 𝑙𝑙𝑒𝑔𝑎 𝑎 𝑝𝑒𝑐𝑎𝑟, 𝑣𝑒𝑡𝑒 𝑦 𝑟𝑒𝑝𝑟𝑒́𝑛𝑑𝑒𝑙𝑒, 𝑎 𝑠𝑜𝑙𝑎𝑠 𝑡𝑢́ 𝑐𝑜𝑛 𝑒́𝑙. 𝑆𝑖 𝑡𝑒 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑎, ℎ𝑎𝑏𝑟𝑎́𝑠 𝑔𝑎𝑛𝑎𝑑𝑜 𝑎 𝑡𝑢 ℎ𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛𝑜.»
𝐺𝑎́𝑙𝑎𝑡𝑎𝑠 6,1:
«𝐻𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠, 𝑎𝑢𝑛 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑛𝑜 𝑖𝑛𝑐𝑢𝑟𝑟𝑎 𝑒𝑛 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑛𝑎 𝑓𝑎𝑙𝑡𝑎, 𝑣𝑜𝑠𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠, 𝑙𝑜𝑠 𝑒𝑠𝑝𝑖𝑟𝑖𝑡𝑢𝑎𝑙𝑒𝑠, 𝑐𝑜𝑟𝑟𝑒𝑔𝑖𝑑𝑙𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑒𝑠𝑝𝑖́𝑟𝑖𝑡𝑢 𝑑𝑒 𝑚𝑎𝑛𝑠𝑒𝑑𝑢𝑚𝑏𝑟𝑒, 𝑦 𝑐𝑢𝑖́𝑑𝑎𝑡𝑒 𝑑𝑒 𝑡𝑖 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑜, 𝑝𝑢𝑒𝑠 𝑡𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 𝑡𝑢́ 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒𝑠 𝑠𝑒𝑟 𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎𝑑𝑜.»
𝑹𝒆𝒄𝒖𝒆𝒓𝒅𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒆𝒏𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒕𝒆𝒓𝒎𝒊𝒏𝒂𝒏𝒕𝒆𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒑𝒓𝒐𝒉𝒊𝒃𝒊𝒅𝒐 𝒋𝒖𝒛𝒈𝒂𝒓 𝒂𝒍 𝒑𝒆𝒄𝒂𝒅𝒐𝒓, 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒕𝒆𝒏𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒍𝒂 𝒐𝒃𝒍𝒊𝒈𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝒊𝒏𝒆𝒍𝒖𝒅𝒊𝒃𝒍𝒆 𝒅𝒆 𝒋𝒖𝒛𝒈𝒂𝒓 𝒚 𝒄𝒐𝒏𝒅𝒆𝒏𝒂𝒓 𝒂𝒍 𝒑𝒆𝒄𝒂𝒅𝒐, 𝒚 𝒕𝒂𝒎𝒃𝒊𝒆́𝒏 𝒕𝒆𝒏𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒆𝒍 𝒅𝒆𝒃𝒆𝒓 𝒅𝒆 𝒖𝒔𝒂𝒓 𝒍𝒂 𝒄𝒐𝒓𝒓𝒆𝒄𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝒇𝒓𝒂𝒕𝒆𝒓𝒏𝒂, 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒔𝒂𝒍𝒗𝒂𝒓 𝒆𝒍 𝒂𝒍𝒎𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝒑𝒆𝒄𝒂𝒅𝒐𝒓.
𝘱𝘰𝘳 𝘈́𝘭𝘷𝘢𝘳𝘰 𝘔𝘰𝘭𝘪𝘯𝘢 | 𝘍𝘶𝘦𝘯𝘵𝘦: 𝘊𝘢𝘵𝘰𝘭𝘪𝘤𝘰𝘋𝘦𝘧𝘪𝘦𝘯𝘥𝘦𝘛𝘶𝘍𝘦.𝘰𝘳𝘨